PARTE 13
Desde que comencé a narrar esta atrapante historia de vida, Mate
Cocido ha pasado por distintas etapas dentro del mundo delictivo, al que el
destino lo empujo sin elección. Pasó de ser un joven tímido
y familiero a un jefe de banda muy respetado y sumamente organizado. Perfeccionándose
y adquiriendo nuevas experiencias, hecho tras hecho, logrando así convertirse
en un experto delincuente. Esta evolución la he relatado a lo largo de
doce capítulos y alcanzó a esta altura de la historia convertirse
en una fábrica constante de planes para llevar a cabo hechos delictivos
junto a su banda. Su objetivo primordial era lograr una fortuna importante -antes
de retirarse- que le permita vivir dignamente y en el total anonimato junto
a su familia en un futuro no muy lejano. Incontables son los hechos realizados
por Mate Cocido, durante su larga vida de bandolero, fundamentalmente a partir
de haber logrado una organización -casi podríamos decir- perfecta.
Hechos delictivos, muy semejantes entre sí, y tantos, que de ahora en
adelante les relatare solamente los más destacados.
Continuando con la historia, en mayo de 1935, Mate Cocido se instala en un campamento
en Sáenz Peña junto a Herminia y le encarga a El Vasco Zamacola
que reúna a su gente. La idea era asaltar al pagador de la Bunge &
Born.
Con sus secuaces presentes y su informante con datos precisos, el 18 de Junio
de 1935, fijan la fecha para realizar el atraco. Ese día, según
el informante, el pagador se trasladaría de Campo Largo a Resistencia
con 15.000 pesos y los quería para él y su banda.
Para el atraco eligieron esconderse en un paraje ubicado en Pampa del Infierno.
Cruzaron un tronco en el camino a fin de forzar la detención del vehículo
y se sentaron a esperar.
Cuando el pagador vio el panorama se imaginó lo que le esperaba así
que le ordeno al chofer, sin demasiadas opciones que pare bajando del vehículo
con las manos en alto y entregue sin realizar ningún tipo de resistencia
el maletín. Eso sí, tuvo que regresar a Campo Largo a pie, pues
los asaltantes subieron al automóvil y en presencia del pagador le exigieron
al chofer que los lleve hasta Concepción del Bermejo partiendo envuelto
en una nube de tierra a toda velocidad rumbo a esa dirección. Lo dicho
por el Jefe fue con el propósito de desorientar a la policía con
los informes que pudiera dar el pagador al hacer la denuncia.
Lo cierto es que a pocos kilómetros del lugar del asalto hacen detener
el automóvil, se bajan y ordenan al chofer que continúe la marcha
hacia Concepción, aconsejándole que ni se le ocurra detenerse
si quería conservar su vida. A poca distancia, de donde se bajaron del
vehículo, los esperaba Herminia tras una frondosa arboleda en un auto
tal como lo tenían previsto. Buscando refugio en un rancho dentro del
monte de un tal Mauricio Cejas, humilde hachero de familia numerosa, a cambio
de una generosa recompensa. Allí Mate Cocido -muy conforme con el motín-
entrega a cada hombre 500 pesos. El resto del dinero queda en manos del él.
Al día siguiente apenas asomaron las primeras luces del día la
banda se dispersó por órdenes de Mate Cocido, como era su costumbre.
Robo a la Empresa Anderson & Clayton
Hacía mucho frío la noche del 5 de julio de 1936 en Concepción
del Bermejo, una oscura tormenta de viento y tierra avanzaba amenazante, los pasajeros
ubicados sobre el andén subieron rápidamente al tren en busca de
refugio, quedando la estación vacía prontamente. El tren partió
puntualmente a las 20.15 lentamente penetrando en la oscuridad de una noche cerrada.
Antes que el tren tomara velocidad, con rapidez y organización, logran
treparse a los balcones del coche comedor- ubicado en el último vagón-
Mate Cocido, el Vasco, Casimiro Ifrán alias “El Rubio”, Malatesta
y Pedro Cardozo sin que el guardia se entere y sin complicaciones.
Ya en pleno viaje don Demetrio Kossagosky, empleado de la firma Anderson &
Clayton, en compañía de cuatro hombres de negocio conocidos, decide
dirigirse al coche comedor a fin de cenar portando con él un maletín
con 12.670 pesos destinados a la compra de algodón del cual no se separaba
por cuestiones de seguridad.
En plena cena, acompañada de un buen vino y una amena conversación,
irrumpen sorpresivamente tres hombres armados gritando: ¡Arriba las manos!
¡Nadie se mueva!. Se trataba de Mate Cocido en compañía de
El Vasco y El Rubio, con sus rostros bien tapados y sus armas en alto, quedando
todos los presentes aturdidos ante semejante despliegue sorpresivo. El Vasco,
aprovechando el efecto causado, se dirigió directamente a Kossagosky a
quien le manoteo el maletín sin darle tiempo ni oportunidad a ningún
tipo de reacción, mientras El Rubio asaltaba sin ejercer violencia a los
demás comensales, despojándolos únicamente del dinero.
Entretanto los dos que habían quedado afuera seguían atentos desde
el balcón del tren los acontecimientos, sin intervenir. Su función
era aplicar el freno de emergencia sobre las vías terminado el trabajo.
Pasado uno minutos, el operativo terminó con éxito -sin dejar heridos
pero sí gente muy ofuscada- saltando del tren organizadamente, esfumándose
los cinco integrantes en la oscuridad sin dejar un solo rastro.
El golpe más resonante
Este asalto se llevo a cabo el 6 de Agosto de 1936 en las dependencias que la
firma Dreyfus, -empresa acopiadora de algodón- ubicada en Machagai, Chaco.
El hecho se produjo en horas de la tarde cuando dos empleados en compañía
de tres custodios recibieron un transporte de caudales con $45.000 para guardar
en la caja fuerte de la oficina. El traslado se realizó sin problema con
un fuerte operativo de seguridad. Hasta aquí todo iba bien, pero cuando
la vigilancia se retiró Mate Cocido y tres de sus hombres ingresaron al
lugar empuñando revólveres, con el rostro cubierto con pañuelos
y gritando.¡ Arriba las manos!, ¡Nadie se mueva!.
La reacción de los dos empleados fue de pasivo nerviosismo sin presentar
resistencia. Mate Cocido, sin perder tiempo, señaló la caja de hierro
con el arma y con vos firme exigió las llaves.
Mientras sacaban el dinero de la caja fuerte, el jefe reparó en unos 30
sobres azules, cada uno con un nombre y sumas diferentes. Preguntándole,
de que se trataban esos sobres a uno de los empleados, informándole este
que eran los sueldos del personal. Enterado, los separó y se los entregó
al empleado diciéndole: “los sueldos de los trabajadores no se tocan”.
Acto seguido, se oyó desde afuera el arranque de un motor de un automóvil
quien ya estaba cargado con una fortuna codiciable y con sus cómplices
ansiosos. Cumplida su misión Mate Cocido se retiró de las dependencias
de Dreyfus con un nuevo éxito entre sus manos. Esta fue la mayor suma de
dinero robada por Mate Cocido en el Chaco.
La leyenda comienza a nacer
Este episodio, que tomó conocimiento publico a través de los medios
mas reconocidos de la época, en la vida de Mate Cocido puntualmente reforzó
su imagen ante la sociedad del típico bandido rural, aquel que robaba a
los ricos para ayudar a los pobres, convirtiéndolo con el tiempo en el
mito que hoy conocemos. Su rostro de hombre común de gesto tranquilo y
mirada bonachona, confundía a la gente y a la misma Policía, que
desconocían su fisonomía real. Pocas personas podían advertir
que estaban frente a un delincuente protagonista de acciones audaces y que llevaba
un arsenal bajo el saco. Infundiendo, con sus dichos y sus actos, en la gente
humilde e inocente – a modo de justificarse- que robarle a un rico no era
pecado, más bien era hacer justicia. Estas características, que
lo encuadran como un ser generoso frente a la candidez de los campesinos, fueron
evidentemente lo que lo trasformaron, sin lugar a dudas, en una leyenda.
Un puestero, no simpatizante del bandolero, declaró ante la policía
que “Mate Cocido tenía más de 200 refugios presuntos en el
Chaco”. Difícilmente demoraba más de dos o tres días
en un mismo lugar a fin de no comprometer a la gente que lo protegía. Cuando
era imprescindible prolongar la estadía en ranchos o chacras de amigos,
establecía un campamento de emergencia en el bosque más cercano,
y así alternaba los días entre la casa y el monte. Y cuando el lugar
de hospedaje era un campo extenso, turnaba la casa del colono con los ranchos
de los puesteros.
Esta historia continuará...
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