Especulando con lo que es hoy su nuevo rol, Sergio Massa, se convirtió en receptor de ideas, elevadas por economistas de su confianza, tendientes a establecer una suerte de “programa económico” para aplicar desde las primeras horas siguientes a su hipotético nombramiento El diagnóstico de estos economistas apunta, desde ya, a la falta de dólares como problema número uno a solucionar.
El segundo problema, dicen, es lo que identifican hoy como una descoordinación de la política monetaria y cambiaria.
Traducción: “El BCRA está fijando la tasa de interés nominal por debajo de la tasa de devaluación y la tasa de devaluación por debajo de la inflación. Así se ralentiza la liquidación de exportaciones y se acelera la demanda de importaciones”
De ahí, se deduce que Massa buscará imponer un nombre propio en la presidencia del Banco Central. A continuación, las etapas del Plan Massa.
Fase 1: Dólar Soja
El documento que le acercaron a Massa habla de avanzar sin miedo con un “desdoblamiento cambiario” que permitiría crear un “dólar soja”. Pero a diferencia de lo que se terminó anunciando este martes por parte del Banco Central, lo que está en la cabeza de los economistas de Massa es permitir liquidación de dólares de la soja al valor del dólar MEP (ayer $ 325) por un período determinado de tiempo. En esto sí es similar al plan Pesce que abrió la ventana hasta el 31 de agosto, en principio.
Dice textualmente el documento que tiene Massa en sus manos. “Básicamente, se permitiría liquidar las exportaciones de soja al valor del dólar MEP por un plazo determinado. Para el productor, es equivalente a una reducción drástica y temporaria de las retenciones. Para el fisco, es equivalente a una devaluación ya que se asocia fiscalmente a una retención que se liquidará al dólar paralelo. Para cada dólar exportado, la retención del 35% se valúa al dólar MEP y por tanto genera más ingresos fiscales, medidos en pesos. Para el IPC-INDEC, el impacto es irrelevante ya que los argentinos no consumen soja. Por todo eso es una medida “win-win-win”.
Si este plan funciona, los economistas de Massa esperan un shock de liquidación de soja de unos US$ 9.000 millones que servirían de puente para llegar más o menos cómodos a la próxima liquidación de la cosecha gruesa en 2023”. Esos dólares convertidos al tipo de cambio MEP le servirían a los productores para aplicarlos a la adquisición de insumos y bienes de capital (si hay disponibles) y a financiar la compra de semillas para la cosecha. O en el peor de los casos, para “recomprar” dólares en el mercado paralelo.
Sergio Massa, lapicera en mano, con Silvina Batakis, luego de que la designaran ministra de Economía. Ahora el titular de Diputados podría reemplazarla.
Dice el documento: “Para que los incentivos de los sojeros estén bien alineados, es importante que la medida del “dólar soja” se aplique antes (y no después) de una devaluación del tipo de cambio oficial. Primero, porque devaluar sin reservas puede terminar en una espiralización del tipo de cambio y la inflación. Segundo, porque es muy probable que la brecha cambiaria se achique proporcionalmente menos que la devaluación oficial” Fase 2: devaluación.
Fase 2: devaluación
Para los economistas que le armaron el plan a Massa, “una vez reconstituido el stock de reservas, el BCRA estaría mejor preparado para una devaluación discreta del tipo de cambio oficial. La devaluación discreta acelerará bruscamente la tasa de inflación pero, al mismo tiempo, licuará la oferta real de dinero y –según esta visión- bajaría la “brecha cambiaria” y devaluaría el peso en términos reales para desalentar el turismo y las importaciones. La espiralización devaluatoria e inflacionaria se lograría sacrificando parte de las reservas acumuladas en la primera fase.
Fase 3: alineamiento de la política monetario-cambiaria
Tras devaluar el peso el BCRA debería alinear el ritmo de devaluación con las tasas de interés (activas y pasivas) para que al menos la tasa de interés “medida en dólares” sea positiva. Junto con la reducción de la brecha, se incentivaría el flujo de liquidación de exportaciones.
Fase 4: “Sobrevivir el segundo semestre”
Con esta batería de medidas, el gobierno atravesaría una crisis devaluatoria “controlada” que le permitiría alinear los incentivos para llegar a la liquidación de la cosecha fina hacia fines de año y “acercarse lo más posible” a la cosecha gruesa de 2023. En la visión “de almacenero” que aplican los cultores de la “restricción externa”, si el mercado percibe que al gobierno le alcanzan las reservas para llegar sin sobresaltos a marzo de 2023, la corrida contra el peso se frenaría y la inflación se estabilizaría.
Advertencias
Economistas ajenos al massismo que conocen este plan sacaron esta conclusión: “El “Plan Massa” es una apuesta audaz. Podría ser el puente al 2023 o el gatillo de una crisis inflacionaria descontrolada que se lleve puesto al gobierno. Pero Massa prefiere jugar a fondo y apostar fuerte para ver si saca el “gordo de Navidad” en 2023. A esta altura, las probabilidades de éxito son muy bajas pero es poco lo que tiene para perder. Los caminos alternativos son aún menos auspiciosos: la inacción de Alberto Fernández y Batakis desembocará tarde o temprano en una crisis segura que podría depositar a Cristina Kirchner en el centro del poder”.