Cerró el tambo y en una carta pública le pidió perdón a su padre

Por la crisis, una productora cerró el tambo familiar y le pidió perdón a su padre en una carta. Se trata de Cristina Coggiola, una productora agropecuaria de la localidad cordobesa Colonia Prosperidad, que por el mal contexto del país para la actividad decidió terminar con el emprendimiento que había fundado su abuelo.

Por la crisis económica, una tambera cordobesa cerró el establecimiento que había fundado su abuelo y le pidió perdón a su padre en una carta pública.

Se trata de Cristina Coggiola, una productora agropecuaria de la localidad de Colonia Prosperidad, ubicada en el departamento cordobés de San Justo.

El negocio lo había comenzado su abuelo, luego lo continuó su papá, y ella se transformó en la tercera generación de la familia en tomar las riendas del establecimiento.

“Nos cachetearon de todos lados”, sintetizó en una carta publicada en sus redes sociales, donde informó sobre el final del emprendimiento familiar.

“No tuvimos la fuerza económica, para poder invertir y poder hacer nuevos cambios”, agregó en su misiva.

«No tuvimos la fuerza económica, para poder invertir y poder hacer nuevos cambios”, lamentó Cristina Coggiola, la productora cordobesa que se vio forzada a cerrar el tambo familiar por la crisis que atraviesa la actividad. (Foto: Instagram cristina_coggiola)
En este sentido, la tambera reconoció que fueron “cuestiones externas, que no permitieron que la empresa pueda crecer y que las cosas sean mejor”.

“Hoy se apagaron las luces, los motores que se veían a lo lejos de otro tambo argentino”, lamentó.

La carta completa:

“Recuerdo a mis 6 años, que le llevaba el mate cocido a mi papá, me gustaba curar a los terneros con el curabichera, íbamos en tractor a recorrer los lotes y así también me perdió del tractor, me caí jajaja, y así, muchas anécdotas de familia”, recordó con nostalgia en el comienzo del escrito.

En ese sentido, la tambera consideró: “Se cerró una etapa de mi vida, con mucho dolor, tristeza, bronca, angustia, porque era una empresa familiar y siempre poniendo hasta lo que no teníamos”.

“Los cambios son muy duros. Ya no sonará más el teléfono, donde el banco me avise del descubierto”, ironizó.

En ese sentido, enumeró algunas de las dificultades diarias que tiene este proceso productivo. “Ya no sonará el teléfono cuando el tambero me diga a las 4 am, no me anda el motor, no tengo luz, no me funciona la electro bomba, se cayó el camión de la leche a la cuneta, y no tengo tractor, no tiene nitrógeno el tacho del semen y no sé qué paso, y así muchas cosas”.

“Sé que fueron cuestiones externas a nosotros que no dejaron, que no permitieron, que la empresa pueda crecer y que las cosas sean mejor, las cuotas de la mala suerte, la inestabilidad económica del país, nos cachetearon de todos lados. No tuvimos la fuerza económica para poder invertir y poder hacer nuevos cambios”, argumentó.

“Hoy estamos de duelo, fue desconsolador el llanto cuando se alejaban los camiones. Solo me queda agradecerles a las vaquitas, mis amores, todo lo que nos dieron”, definió sobre el duro momento que atraviesa.

“Y pedirle perdón a mi papá, porque no supe cómo manejar semejante empresa y sé del dolor que tiene él, porque acá hubo mucha pasión, amor, compromiso, cansancio, noches sin dormir, inundaciones, de todo vivió mi viejo”, señaló la empresaria.

Por último, concluyó: “Gracias a todos los que nos acompañaron y ayudaron en esta etapa. No siendo fácil, pusieron todo su maravilloso talento y luz propia, para sobrevivir, pero no alcanzó. Gracias y ahora a reconvertinos. La vida nos enseña que nos podemos tropezar, pero siempre asumiendo nuevos desafíos”.

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