El nuevo «cepo sojero» impactó sobre el dólar blue y dañó a Massa

La medida del BCRA motivó críticas tanto en la interna oficial como en el campo. Hubo insinuaciones de acciones legales y advierten un recorte de inversión.

En medio de su enojo por la medida que tomó unilateralmente el Banco Central -que prohíbe la compra de dólar MEP a los sojeros beneficiados por el tipo de cambio especial-, el ministro Sergio Massa tuvo al menos un motivo de alivio: el ingreso de dólares por la exportación de granos volvió a tener otra jornada a todo ritmo, con el ingreso de u$s335 millones y el ingreso de camiones a la zona portuaria de Rosario en los mismos niveles de los últimos días.

Fue la única alegría en una jornada donde llovieron las críticas sobre el equipo económico, subió el dólar blue y se insinuaron acciones legales en contra del nuevo «cepo» al campo.

Por lo pronto, la nueva medida ya está generando un costo político: la evidencia de nuevas internas dentro del Gobierno, justamente cuando Massa pugna por imponer una imagen de ministro que, a diferencia de sus antecesores, tiene toda «la botonera» bajo su control.

Sin embargo, el affaire de la soja y el dólar MEP dejó en claro que el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, se enteró de la medida del Banco Central pocos minutos antes de que saliera publicada la resolución. En otras palabras, fue una sorpresa para el propio Massa.

De hecho, trascendió que en el propio directorio del BCRA se había producido un entredicho entre el presidente, Miguel Pesce, y el vice, Lisandro Cleri, que responde políticamente a Massa.

La descoordinación quedó al desnudo cuando, a los pocos minutos de publicada la resolución, salió una aclaración en la que se estipulaba que la prohibición no alcanzaba a personas físicas sino sólo a las empresas exportadoras. Fue lo máximo que pudo obtener Massa que -según contaría más tarde el secretario Bahillo- había pedido que la medida quedara lisa y llanamente suspendida.

«No queremos cambiar la previsibilidad que le habíamos dado a los productores», expresó Bahillo, toda una confesión sobre la conciencia que hay en el equipo del ministro en cuanto a la pérdida de credibilidad a la que el Gobierno se ve expuesto ante el negocio agrícola.

En fuerte contraste, el director Agustín D’Attelis, que suele expresar las opiniones más cercanas a la postura del kirchnerismo, justificó la medida con un lenguaje confrontativo, otra vez acusando a los productores de estar movidos por el ánimo de desestabilizar la economía.

Y mientras el ruido político por esta nueva interna salía a la luz, ya en el campo se empezaba a insinuar la posibilidad de que la nueva medida pueda ser recurrida ante la justicia, con el argumento de que no hay base legal para que un sector de la sociedad sea impedido de comprar un determinado activo financiero.

Fue explícito al respecto Horaco Salaverri, presidente de la gremial Carbap, quien calificó la medida como «un disparate totalmente discriminatorio». El directivo recordó que el enojo en el campo ya venía creciendo por otras resoluciones polémicas, como el castigo con una tasa de interés más cara a quienes no habían adherido al régimen de «dólar soja».

Y, por otra parte, desmintió que haya existido un compromiso por parte de Mesa de Enlace del campo en el sentido de que los pesos ingresados por la exportación de soja no fueran volcados a la compra de dólares. En la misma línea, el presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, calificó como «una emboscada» a la medida.

Como música de fondo de esta nueva polémica, llegó una noticia que se parece mucho a un «efecto boomerang»: la nueva suba del dólar blue.

Otra vez, la lupa sobre el blue

Desde que rige el «dólar soja» a $200, el ingreso de divisas por la exportación sojera ya supera los u$s4.000 millones y se estima que no habrá inconveniente para llegar a los u$s5.000 millones que Massa se había fijado como objetivo.

Sn embargo, lo que parecía un mecanismo aceitado ahora entró en el terreno de la duda. Por caso, el economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA), David Miazzo, se preguntó: «¿Para qué vender algunas toneladas de soja si me va a excluir del dólar MEP por siempre?». Desde ese punto de vista, consideró que «con esta medida el Banco Central mata al dólar soja. Es muy probable que de ahora en adelante las ventas caigan de manera sustancial».

En todo caso, terminará siendo un logro con cierto gusto amargo para el ministro. Ya tuvo la primera señal al respecto en el mercado financiero: el dólar blue saltó $10 para cerrar en $287, tras varias semanas de calma. Y se reinstaló en el mercado el debate sobre si comenzará otra etapa de suba con vista a los $300.

Ya desde antes que se conociera la medida del Central, había analistas que hablaban sobre el precio llamativamente bajo del blue y pronosticaban una corrección. Ahora, en pleno debate sobre el «nuevo cepo» para el campo, hay además un motivo político para esa aceleración.

Desde el campo, las críticas fueron variadas. Se habló de cambios de reglas de juego, de violación de derechos, de traición a la confianza de los productores, de menores incentivos para la inversión en la próxima campaña.

«La medida anunciada e implementada por el Banco Central claramente va a tener un efecto sobre el flujo de venta de los productores y acopiadores y cooperativas hacia los exportadores», fue la advertencia de Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y del Centro Exportador de Cereales.

Y el directivo dejó en claro que el «parche» que Massa incluyó luego a la norma del Central -la aclaración de que la prohibición sólo rige para sociedades pero no para personas físicas- no fue suficiente para cambiar el humor en el campo. La explicación es que los productores que se manejan a título individual representan un volumen pequeño de la exportación, mientras la mayor parte opera bajo la figura de sociedades comerciales y se verá afectada.

De hecho, uno de los motivos de malhumor que había creado la implantación del nuevo dólar era que los productores pequeños, aquellos con menos espaldas financieras para especular con el tipo de cambio, ya había vendido su producción cuando se dieron los precios récord del mercado internacional. En cambio, los productores de mayor volumen, así como los propietarios de tierras que alquilan a terceros para el cultivo y cobran en quintales de soja fueron quienes habían retenido el producto en los silobolsas.

Tironeando los pesos de los sojeros

Ante el temor de que se produjera un «parate» de la comercialización, el Banco Central tuvo que salir a recordar que continuará vigente el régimen de cuentas bancarias especiales «dólar linked» para aquellas firmas agrícolas que ahora quedan excluidas del mercado del dólar.

Pero la gremial Ciara no ocultó su preocupación por una medida que considera «perjudicial para la cadena de la soja». Y dejó flotando el interrogante de qué ocurrirá con los pesos de esos productores que buscará mantener el valor de las ventas recién realizadas.

La suba del blue puso una nota de inquietud en ese sentido: después de todo se trata de un mercado pequeño -como siempre se encargan de remarcar los propios funcionarios- que casi siempre mueve un volumen inferior a u$s10 millones. Esto implica que, con que una pequeña parte de los pesos ingresados por la exportación de soja se volcara a ese mercado, ya se sentiría un efecto fuerte a la suba.

Hay quienes argumentan que aquellos sojeros que ahora tienen vedado el acceso al MEP no necesariamente irán al blue porque implicaría dar un paso a la informalidad y la imposibilidad de justificar más adelante el ingreso de pesos cuando se revendan los dólares. Pero, aun así, la sola difusión de la medida restrictiva alcanzó para que otra vez se respire nerviosismo en el mercado cambiario.

En todo caso, lo que queda en claro es que la prioridad del presidente del BCRA es evitar que los aproximadamente $580.000 millones netos que se volcarán este mes al mercado por la exportación sojera no se transformen en una demanda agregada en el mercado del dólar MEP.

La intención de Pesce es que esos pesos permanezcan en el sistema financiero, sobre todo después de que se decidió la suba de la tasa de interés a un nivel de 75% -que implica una tasa efectiva anual de 107%.

De hecho, la mayor preocupación expresada por los economistas independientes en los últimos días refiere al impacto monetario del «dólar soja». El hecho de comprar a $200 para luego vender a $140 supone una expansión monetaria que para muchos tendrá consecuencias tanto a nivel de presión inflacionaria como cambiaria.

Un informe de la consultora MQ proyecta que, si a la expansión por la diferencia entre el dólar soja y el oficial se le suma el pago de intereses por Leliq y otros pasivos, el resultado de la suma es inquietante: en apenas un mes se estará volcando al mercado $970.000 millones, equivalente a 22,5% de la base monetaria.

¿Se viene un verano problemático?

Pero el ruido político y la turbulencia financiera de corto plazo acaso no sean la consecuencia más grave que pueda traer esta medida contra los exportadores sojeros. Los productores ya están advirtiendo que, sobre todo, el problema es que actuará como un desincentivo para la inversión, justo en un momento en el que se están tomando decisiones de cara a la campaña 22/23.

Ya el ánimo de los productores venía golpeado por los inconvenientes climáticos. Los mapas hídricos que se difundieron en los últimos días muestran grandes manchas rojas y naranjas -las que identifican zonas con falta de agua en el suelo- y se estima que apenas un 20% de la superficie cultivable está en buenas condiciones para la siembra.

El fenómeno de «La Niña» está haciendo temer una caída en los volúmenes de producción en los principales cultivos, como causa de la sequía. Y, además, ahora los productores alegan tener motivos de desconfianza en el plano financiero.

Para Massa es la peor noticia, sobre todo si se tiene en cuenta que el verano es, tradicionalmente, la estación donde escasean los dólares, y no por casualidad la historia económica argentina identifica los meses del calor con la ocurrencia de devaluaciones.

Los últimos dos veranos no se produjeron las crisis que habían pronosticado economistas, gracias a la ocurrencia de situaciones excepcionales. En el inicio de 2021, por una inesperada suba de precios internacionales, así como por la liquidación retrasada que se produjo tras un conflicto gremial. Y el último verano, por la zafra récord de trigo, en medio de una suba histórica de cotizaciones.

Pero es difícil ganar la lotería tres años seguidos, y Massa lo sabe. Es por eso que la especulación entre los productores era que, como forma de estimular la liquidación de exportadores, se pudiera repetir en diciembre un esquema como el del dólar soja de septiembre. Pero claro, para eso se necesita confianza del otro lado del mostrador, y es precisamente lo que quedó lastimado luego del «cepo cambiario sojero» decidido por el Banco Central.

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