La menor venta de soja del campo en lo que va de esta campaña versus la anterior, que muestra una merma, según las fuentes, de 3,3 a 4,1 millones de toneladas, obedece a la incertidumbre y falta de previsibilidad en materia económica del Gobierno pero, también, a las dificultades que han encontrado los productores para conseguir insumos, como fertilizantes y gasoil, y calzarse.
Según expertos del sector, la comercialización es la más baja de los últimos tres años. La oleaginosa no solo no se vende toda de golpe, sino que, además, el productor tiene una paleta de productos más diversificada para la comercialización, con maíz y trigo. Estas son las conclusiones a la que llegaron diversos expertos sobre la situación actual en torno de la venta de la soja. La semana pasada, de acuerdo a un informe de la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC) los productores tenían vendidas 3,3 millones de toneladas menos versus 2021.
“En el período enero-junio 2022 los productores vendieron 14,339 millones de toneladas, una caída de 3,3 millones de toneladas con respecto a igual periodo del 2021, con 17,648 millones de toneladas”, apuntó la entidad. En ese momento, fuentes del mercado calcularon en unos US$1200 millones el valor de la mercadería que no se vendió.
En tanto, de acuerdo a datos oficiales, mientras para esta época en 2021 los productores llevaban comercializadas 23,6 millones de toneladas, en lo que va de 2022 vendieron 19,5 millones de toneladas. Se trata de una diferencia de 4,1 millones de toneladas.
“El productor si vende es porque necesita comprar algo”, señaló Néstor Roulet, productor y exsecretario de Agregado de Valor del Ministerio de Agricultura. Para Roulet, “gran parte” de la menor venta se explica porque “el productor no se pudo calzar con fertilizantes, combustibles y agroquímicos”. De acuerdo al dirigente, el menor ritmo de venta es “culpa del mismo Gobierno” y “la falta de previsibilidad”.
Gonzalo Álvarez Maldonado, productor de Entre Ríos, señaló que el grano es “la caja de ahorro” del sector que se aplica para, por ejemplo, la compra de insumos. En este contexto, habló de una “imprevisibilidad” que afecta a la actividad.
“Es por la incertidumbre”, señaló Juan Diego Etchevehere, director del distrito Entre Ríos de la Sociedad Rural Argentina (SRA) ante una consulta sobre el menor volumen de soja comercializada. “El productor argentino recibe el 29% del precio internacional de la soja. Cruzando el río el productor uruguayo recibe el 100%”, señaló.
Por las retenciones, la brecha cambiaria y otros 18 impuestos, la semana pasada la SRA de Entre Ríos calculó que al productor de soja argentino le quedaba un 29% del valor internacional. “Con ese 29% debe hacer frente a los costos, riesgos”, afirmó. Etchevehere dijo que “la única manera de defenderse” que posee el productor es vender de a poco “para hacer frente a sus gastos cotidianos, insumos”.
“Tradicionalmente el productor tiende a ahorrar en soja, principalmente en momentos de incertidumbre y de ausencia de colocaciones financieras atractivas. A esto, se suma que la campaña de soja no fue muy holgada en cuanto a volumen. Hacia adelante, con un panorama productivo muy incierto en materia climática, no habría que descartar un accionar muy cauteloso por parte del productor en términos comerciales”, evaluó Ariel Tejera, analista de Grassi SA.
Para Eugenio Irazuegui, de Zeni, la incertidumbre en el rumbo económico no resulta ajena para la comercialización de soja. “El diferencial cambiario, que se vio incrementado en lo transcurrido del mes, incide negativamente en esta cuestión. El poroto de soja suele actuar como refugio de valor en circunstancias como las actuales, más allá de que se está expuesto a las oscilaciones en el mercado internacional”, apuntó el experto.
“Están los derechos de exportación, que se suman al ya mencionado desdoblamiento cambiario, variables que restan competitividad respecto a otros exportadores, como Brasil, EE.UU. y Paraguay”, agregó.
Situación
En este contexto, Juan Manuel Garzón, economista del Ieral, de la Fundación Mediterránea, remarcó que “el productor guarda soja porque es su moneda de cambio”. De acuerdo con el especialista, en las últimas semanas el productor estuvo viendo que la cotización del dólar libre se aceleró y esto llevó a que se generen aun más expectativas de devaluación.
“Una apreciación del dólar libre de más del 20% y un dólar oficial bastante estancado hizo que se ampliase la famosa brecha cambiaria. Hoy el dólar libre cotiza más de 100% por encima del dólar oficial, es decir que con una ampliada brecha cambiaria se generan más expectativas de devaluación”, explicó.
“Tiene lógica guardar soja en vez de maíz, ya que la incidencia en el costo de almacenaje es menor en la oleaginosa, sumado a que tiene una demanda fluida todo el año y tiene menos riesgo de intervención del mercado comparando con el cereal” señaló.
“Se espera que en algún momento el tipo de cambio oficial se acerque un poco más al tipo de cambio libre. Además, se está viendo que el dólar se está fortaleciendo en el mundo, es decir que otras monedas se están depreciando, sobre todo el euro. Así que hay una expectativa de devaluación de monedas en la Argentina y también en otros países de la región y del mundo”, añadió.
Para el experto, la volatilidad de los precios internacionales de las commodities no es un tema menor en cuanto a las decisiones de los productores. “Hay alguna expectativa de que los precios internacionales puedan mejorar en la segunda parte del año. Se está siguiendo mucho la campaña en Estados Unidos que está con algunos pronósticos climáticos que generan dudas respecto de qué puede pasar con los cultivos”, describió.
Por otro lado, en el mercado interno para la soja se sabe que la industria aceitera necesita mercadería y que va a requerir soja en lo que resta del año. “Puede haber oportunidades de valorización de la oleaginosa en el mercado interno, así que eso eso también contribuye a demorar la comercialización”, afirmó Garzón. Fuente: La Nación