Se secan las lagunas del sur santafesino

La falta de precipitaciones está dejando un paisaje desolador. En Santa Isabel lamentan la desaparición del lugar conocido como «El Aljibe».

La histórica sequía que atraviesa el sur de Santa Fe, en consonancia con gran parte de Argentina, sigue haciendo estragos en el medioambiente y en la fisonomía de la región sur-sur de la bota santafesina.

Demás está mencionar los devastadores efectos que la falta de precipitaciones y las temperaturas extremas tiene sobre la producción agropecuaria, tanto en los cultivos como en la cría de animales, con pérdidas sin precedentes y productores en situación de desastre. Para sumar aún más dramatismo a una realidad, que ya de por sí preocupa, los espejos de agua se siguen secando.

La sequía se evidencia con más vehemencia en comunidades como Melincué, Villa Cañás, San Eduardo, Sancti Spiritu, Venado Tuerto o Santa Isabel. En muchos de los casos, si bien las lagunas no perdieron la totalidad de su caudal, como Melincué, Villa Cañás y Sancti Spiritu, hubo un notorio retroceso de la superficie cubierta por el agua y se dio una alta mortandad de peces. Sin embargo, en otros casos, como San Eduardo, la laguna del basural venadense y Santa Isabel, las pérdidas de los espejos de agua fueron totales.

Santa Isabel

Uno de los últimos casos de la pérdida total de lagunas en el extremo sur provincial fue la de la denominada «Las Lágrimas», en San Eduardo, una desaparición que los vecinos lamentan profundamente.

Ahora, a través de fotos y videos, se conoció la triste situación de la laguna «El Aljibe» (también conocida como laguna de «Rimundi» o «La Redonda»), ubicada en Santa Isabel, que muestra un paisaje similar: donde antes había agua, hoy no hay nada.

El paisaje es desolador y las imágenes son elocuentes; en ese lugar, que supo tener aproximadamente 1,06 km2 de extensión cubiertos de agua y ser un atractivo para los pescadores, el horizonte parece haber cambiado para siempre y hoy ya no quedan vestigios del agua que hasta hace tiempo atrás supo contener. «Ya no vamos para aquel lado, para no amargarnos», cuentan desde la localidad.

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