El país sufre una de las peores sequías de la última década y el campo hace cuentas. ¿Puede haber faltante?, esto dice el sector molinero y el Gobierno.
Sin prisa pero sin pausa, la Argentina encara los dos últimos meses del año con una situación tan atípica como preocupante: el granero del mundo podría quedarse sin trigo (pan) en los próximos meses.
Lo cierto es que los campos argentinos sufren por tercer año consecutivo las consecuencias del evento meteorológico «La Niña» (lluvias por debajo de lo normal), lo que está generando una de las peores sequías y pérdidas impensadas en toda la cadena agroindustrial.
¿Puede faltar el pan en Argentina?
La pregunta es inquietante, pero es necesaria para dimensionar el problema. Para ilustrar esta situación basta con repasar el último informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el cual estimó una cosecha nacional de trigo de 15,2 millones de toneladas para la campaña 2022/23, reduciendo en solo una semana 1,3 millones de toneladas su proyección previa.
Lo cual, de confirmarse este informe, la producción nacional caería más de 30% interanual, equivalente a una pérdida de 6,6 millones de toneladas respecto de la campaña pasada. Precisamente esa cantidad de toneladas perdidas es el promedio de lo que demandan los molinos argentinos para hacer harina de trigo, o sea, el consumo de nuestro país por año.
Pero la cuenta matemática no termina aquí, sino que se deben considerar las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE), es decir, los contratos con compradores del exterior que ya cerraron los exportadores argentinos hasta la fecha, número que asciende según información oficial a 8,8 millones de toneladas.
Considerando estos datos (exportaciones + consumo interno) nuestro país necesitará por lo menos 15,4 millones de toneladas para abastecer a ambos mercados desde noviembre de este año al mismo mes de 2023, algo que no será posible ni siquiera tomando la proyección de producción más optimista.
Sintetizando, faltarían como mínimo 200.000 toneladas de trigo para el año que viene y, siempre y cuando, aparezcan las lluvias en el corto plazo que mejoren el escenario del cultivo, si no la producción argentina será aún más baja de lo estimado hasta ahora, que ya se perfila para ser la peor de los últimos siete años.
Las opiniones
El juninense Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) asegura que no ve una situación de faltante de harina o pan para el año que viene, aunque admite que los efectos de la sequía todavía no terminaron por lo que el problema aún puede agravarse.
«No veo un escenario de faltante por ahora, pero sí veo números ajustados que chocan contra la demanda que tiene el país. Esperemos que llueva pronto y que esto termine de una buena vez (por la sequía)», explicó.
Respecto a una posible intervención por parte del gobierno nacional, Cifarelli fue claro: «Nosotros creemos que la Argentina tiene que cumplir con sus compromisos y, que en todo caso, nos dejen a nosotros (por los molinos) originar el trigo de donde sea. Si es argentino bien y sino, cualquier otro», haciendo referencia a un hipotético caso en el que se necesite importar el cereal.
«Es cierto que me preocupa lo que viene, pero estoy tan o más preocupado por la realidad actual del empalme», en relación al momento del año donde los molinos comienzan a comprar los granos de la nueva campaña. «Ahora necesitamos 200.000 toneladas que en general las compramos de las cosechas tempranas del norte, pero este año esos trigos están pulverizados y no se pudo cosechar casi nada. Es más, lo poco que se pudo levantar fue para países limítrofes», finalizó.
Con la preocupación latente de que el gobierno nacional pueda intervenir el mercado de trigo para asegurar el consumo interno, la cadena triguera se reunió la semana pasada con el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Juan José Bahillo, para hacer un análisis de la situación.
«Nuestra política está basada en el respeto de los compromisos asumidos, tal como nos indicó el ministro Massa, por lo que no hay en el horizonte ideas sobre modificar las reglas de juego que ya están planteadas», afirmó el secretario durante la reunión descartando algún tipo de intervención.
Y, si bien al momento no hay una decisión concreta, el compromiso del funcionario fue que un equipo técnico de la secretaría elabore un relevamiento exhaustivo de la situación, el cual se dará a conocer en las próximas semanas junto a medidas específicas.
En este sentido, Bahillo ya admitió públicamente a Radio Universidad de Entre Ríos que «hay preocupación», aunque también afirmó que por ahora no ve «un horizonte de faltantes».
Lo cierto es que el escenario completo aún no está definido ya que el mayor porcentaje del trigo está aún en los campos argentinos y sin cosechar. Hay que tener en cuenta que según estimaciones privadas, más del 50% está en un estado regular o malo sufriendo la falta de agua y con exceso de heladas tardías.
Y como de dicen en campo, «la taba está en el aire», pues hasta que no ingresen las cosechadoras no vamos a saber con exactitud el real daño que está provocando este tercer período de sequía sobre los trigos argentinos.