Los precios de la carne al público virtualmente no se han movido en los últimos siete meses. La razón principal ha sido los bajos salarios de los consumidores. Pero también hay otras razones.
POR JOSÉ LUIS AMADO –PERIODISTA AGROPECUARIO- EXCLUSIVO PARA GRUPO LA VERDAD
La cadena de valor de la ganadería comienza en la cría y termina en el mostrador de una carnicería de barrio. En el medio hay una cantidad de variables que afectan esta cadena, lo cual hacen de esta actividad, hoy por hoy, un mal negocio.
Los números son implacables. Los ingresos de gran parte de la población argentina están lejos de poder convalidar el valor real de la carne vacuna. La baja inflación
mensual, también juega su rol, pues no permite aumentar el valor del kilo en el mostrador y encima, tampoco colaboran los valores que paga China. Una encrucijada sin salidas a la vista
Hay que retroceder seis años para encontrar precios reales para el novillo tan modestos como los actuales. Todas las categorías de hacienda con destino a faena sin excepción, registran importantes caídas de precios en términos reales, comparado con los valores de diciembre de 2023. Sencillamente porque la inflación ha superado con creces la evolución de las cotizaciones nominales del ganado en pie.
El Rosgan (el mercado ganadero electrónico de Rosario), pone de relieve este escenario, y calcula en el año una pérdida para las distintas categorías que llegan a faena del 19%, a moneda de hoy. En hacienda liviana, novillitos y vaquillonas, la merma es del 17% y del 18%, respectivamente. En vacas es de un 10%, con mayor incidencia en categorías conserva, mientras que en toros la caída real acumula un 11%.
Cualquiera sea la referencia en categoría vacuna, el contexto es negativo. Por caso, los novillos marcan un retraso en términos reales de 11 puntos respecto del promedio de los últimos 10 años, mientras que en las categorías más jóvenes, vaquillonas y novillitos, la pérdida se acentúa marcando unos 14 y 15 puntos porcentuales, respectivamente.
El fundamento de semejante desfasaje está ligado en principio a la oferta de hacienda, que sigue siendo abundante para una demanda aún demasiado tímida.
El Rosgan destaca que, en el caso de los novillitos y vaquillonas cuya carne tiene como destino mayormente el consumo doméstico, el bajo poder de compra de los bolsillos de los argentinos, incide de manera muy pronunciada.
Por otro lado, si bien la exportación viene reuniendo números muy buenos en términos de volumen, los montos generados no resultan lo suficientemente holgados como para convalidar mejoras sustanciales en el precio de la hacienda con la que se abastece.
Hay que decir que la faena tuvo una baja importante en el primer semestre de este año, para después emparejar el número de cabezas sacrificadas un año antes con la seca. En el balance, el recorte operado en la oferta de carne vacuna es a todas luces insuficiente para atenuar el impacto de una demanda de bolsillos flacos sobre el precio del producto.
Los feedlots, a pesar de empezar a mostrar una leve caída en sus stocks, siguen registrando un nivel de encierre muy elevado, un 4% superior al dato anotado a igual fecha de un año atrás. Y en este contexto, las categorías donde se continúa intensificando el nivel de encierre son novillos, novillitos y vaquillonas, lo cual refleja el sostenido nivel de oferta que seguirá fluyendo desde los feedlots en los próximos meses.
Por último, el tema de la caída en los porcentuales de la inflación. La cual, si bien frena uno de los problemas más importantes que dejó el gobierno anterior, influye y mucho en la posibilidad que aumente el kilo de carne en las carnicerías.
El analista de mercados ganaderos, Ignacio Iriarte destacó que el consumo está lejos de lo que conocimos, hoy por hoy en el orden de los 45 kg/hab./año. En tanto la carne tiene un precio muy bajo; en los últimos siete meses los valores al mostrador se hallan relativamente estables, creándoles un conflicto al pollo y al cerdo.
La explicación es relativamente conocida. “Ha habido un cambio brutal de precios relativos y el consumo está agotado. Además, hay importantes aumentos de salarios para los sectores sindicalizados, el resto no reviste la misma situación”. Como indicaran desde el Ejecutivo, “no hay plata”, destacó Iriarte.
Por su parte, el asesor y analista de mercados Salvador Di Stefano explicó que “la ganadería hoy está viviendo un momento muy especial, porque viene de muchos años en el que el negocio no cerró. La ganadería es un negocio que marida muy bien con la baja inflación y la haber alta inflación, la ganadería se descapitalizó. Esto significó que pasamos de 54 millones de cabezas a menos de 52 millones”.
Luego destacó que “esta situación determinó menos ganado, menos terneros, menos ganaderos y encima la sequía que la complica más. Por eso, yo creo que estamos viendo los últimos días de carne barata en la Argentina. Esto significa que, si como muchos creemos, los ingresos de la gente se van a recomponer, esto va a determinar que la carne también aumente. Hay que tener en cuenta que está más barato ir a una carnicería a comprar carne que ir a la verdulería y ni te cuento si vas a comprar 18 facturas. Lo que nosotros estamos viendo es que es inevitable que la carne termine teniendo un aumento en el corto plazo”, cerró Di Stefano.