El peso del costo de los alquileres en los productores de la zona núcleo es cada vez más elevado, en un contexto de tres sequías consecutivas que dejaron desfinanciados a muchos empresarios del sector.
“El productor argentino está atravesando años muy complicados luego de tres sequías consecutivas, con rendimientos en las principales zonas productivas que sorprenden negativamente”, indicó un trabajo elaborado por los economistas de la Dirección de Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario, Bruno Ferrari y Julio Calzada.
“En algún punto, los mejores precios internacionales de los últimos años fueron un punto a favor, pero se vieron opacados por la caída de rindes, altos derechos de exportación y una brecha cambiaria históricamente alta debido a una endeble situación macroeconómica”, detallaron.
Los especialistas midieron la evolución del rinde potencial medio de la soja en una subzona de la región núcleo especializada en la producción sojera, contemplando el sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires y observaron los rindes estimado promedio por la Secretaría de Agricultura para la soja de primera en los departamentos clave de las subzonas (Caseros, Constitución, General López, Junín, San Nicolás y Pergamino).
“A partir de la campaña 2019/20, el rendimiento medio de la soja de primera en la principal zona productiva no paró de caer hasta el piso histórico de la campaña actual 2022/23”, detallaron y señalaron además que la brecha entre rendimientos efectivos y potenciales “se amplió en sobremanera, con el resultado de la última campaña que se explica por registros de lluvias en 2022 que en muchas zonas fueron los más bajos de los últimos 100 años, sumado a temperaturas extremas durante el verano”.
De cara al ciclo 2023/24, “las perspectivas son mejores en un contexto donde las lluvias acontecieron y los perfiles se están recargando, a la espera de que se confirme una recuperación importante en los rendimientos”, explicaron.
Siguiendo datos oficiales, en la campaña 2022/23 se estima un área sembrada de soja de 1,07 millones de hectáreas en los departamentos analizados, de las cuales 714.282 hectáreas registran tenencia de terceros. Es decir, el 66% del área es trabajada por productores arrendatarios. “Dada la alta proporción de arrendatarios, toma relevancia el rol del alquiler en la estructura de costos y su análisis histórico desde diferentes perspectivas”, indicaron Ferrari y Calzada.
Desde la óptica del productor, “el peso de los arrendamientos en quintales por hectárea para la región núcleo productora de soja vienen creciendo desde la campaña 2016/17, tras una caída importante del 28% entre la campaña 2012/13 y 2015/16”, precisaron.
También apuntaron que recién en la campaña 2021/22 se recuperaron los niveles del ciclo 2012/13. “En el contexto de la sequía histórica 2022/23, el mercado terminó fijando arrendamientos al alza y hoy se estiman en 19 qq/ha con posibilidad de encontrar valores en torno a 20 qq/ha”, señalaron.
Siguiendo la publicación específica Márgenes Agropecuarios, “la inestabilidad macroeconómica sumado a las mejores expectativas de 2024, llevaron a que los valores de arriendo se mantuvieran firmes en guarismos altos para el ciclo 2023/24, lo cual no se condice con la débil situación financiera de los productores derivadas de una sequía sin precedentes”, indicaron.
En otras circunstancias, con una mala cosecha en el ciclo previo y con perspectivas de precios a la baja para los granos en los mercados, habrían derivado en bajas en los valores de arriendo. No obstante, “parece que primó las buenas expectativas del año entrante y la demanda se mantuvo firme, sin factores que terminen presionando a la baja”, indicaron desde BCR. Es decir, “el productor quiere mantener su posición, donde quizás la variable de ajuste fue la escala productiva en caso de que no se obtuvo el suficiente financiamiento a través de crédito bancario y de proveedores”, indicaron.
Los números del arrendador
Desde la óptica del arrendador, el alquiler en dólares oficiales por hectárea se incrementó fuertemente los últimos años, producto del salto en el precio de la soja a nivel internacional y, en menor medida, por el aumento de los quintales de soja cobrados por hectárea. No obstante, el contexto de una brecha cambiaria alta que hubo en los últimos meses “no permitió al propietario captar buena parte de esa suba de precios medidos en dólares”, señalaron los especialistas.
Por otro lado, al analizar el peso del alquiler en el Valor Bruto de Producción (VBP) de soja de primera en base a los rendimientos medios obtenidos y los precios a cosecha por campaña, “se tiene una tendencia creciente desde el ciclo 2019/20 ante el aumento en quintales del alquiler y la presión que fue generando los menores rendimientos obtenidos”, indicó.
De esta manera, “en la campaña 2022/23 se alcanzó una situación inédita en la historia reciente, ya que el valor de la producción obtenida en soja de primera para los departamentos analizados no alcanzó para cubrir el alquiler”, explicaron. De cara a la campaña 2023/24, “se espera que el alquiler reduzca su peso, pero el guarismo final dependerá de los rendimientos que efectivamente se logren obtener”, explicaron.
Los inversores
Por último, desde la óptica del inversor en campos para arrendamiento, los especialistas analizaron la evolución del precio de la hectárea en la zona núcleo y realizaron un ejercicio teórico del rango de la rentabilidad anual bruta por arrendar la tierra para producción agrícola. “En base a la estimación del monto de alquiler en dólar billete de cada año en particular, la rentabilidad final dependerá del precio al cual se compró la hectárea”, dijeron y explicaron que para este ejercicio se utilizó un rango de precio de la hectárea entre 14.000-15.883 dólares, siendo valores de mercado que rigieron entre la campaña 2012/13 y 2022/23.
De esta forma, “los inversores que compraron campos agrícolas para arrendar en la región núcleo más productiva de Argentina, obtuvieron una rentabilidad bruta teórica anual de entre 1,56% y 3,1% para el período bajo análisis”, concluyeron los especialistas, aclarando que el cálculo se realizó en base a los supuestos de precio de la tierra, monto de alquileres y cotizaciones del dólar en los diferentes momentos del tiempo analizados.
Así, “el peso del alquiler para el productor agrícola viene presentando una tendencia creciente a raíz de la caída de los rendimientos y el aumento del arrendamiento en quintales de soja por hectárea”, indicaron. Mientras que, “por el lado del inversor en tierra agrícola para arrendar, no se logra percibir una rentabilidad extraordinaria a pesar de los precios internacionales altos que rigieron en los últimos años y el cobro de alquileres más altos en quintales”, dijeron. Esto sucede debido a que “el sector agrícola cuenta con dos factores clave que juegan totalmente en contra del margen de rentabilidad – tanto del arrendador como el arrendatario – que son los derechos de exportación y la brecha cambiaria”.