El destrozo que hizo el kirchnerismo en el sector ganadero

Es posible que en los últimos dos meses el precio de la carne vacuna no haya aumentado en el mostrador como resultado de la restricción de las exportaciones, como dijo la vicepresidenta. Lo que no cuenta es el resultado nefasto que tuvo esa medida.

POR: Roberto Cachanosky

El martes pasado Cristina Fernández de Kirchner tomó un comentario de un carnicero en una nota de TN respecto a que hacía dos meses que el precio de la carne no subía y lo mostró como un logro del gobierno. Los indicadores económicos le dan tan mal al gobierno que buscan cualquier dato aislado para hacer una épica con él.

Lo cierto es que festejó el dato dando a entender que la política de restricción de exportaciones de carne vacuna está beneficiando al consumidor, diciendo que “la previsibilidad no sólo debe ser para los que invierten, sino también para los consumidores”. Tomar el precio de la carne de una carnicería de una nota periodística y extrapolarlo como un comportamiento estadístico general luce un poco exagerado. De todas formas, puede ser que en los últimos dos meses el precio de la carne vacuna no haya aumentado en el mostrador como resultado de la restricción de las exportaciones. Lo que no cuenta la vicepresidente es el resultado nefasto que tuvo esa medida en su anterior gestión.

Como primer dato a tener en cuenta, hay que destacar que esta restricción ya está afectando a los frigoríficos exportadores y en Santa Fe algunos de ellos están trabajando con salarios reducidos. Es decir, pierden los trabajadores del sector.

¿Qué pasó con las restricciones a las exportaciones en la etapa anterior del kirchnerismo? En primer lugar, entre 2006 y 2015 cerraron 125 frigoríficos y se perdieron 12.500 puestos de trabajo. En segundo lugar, hubo una liquidación del stock ganadero que llegó a los 10 millones de cabezas. Tener carne artificialmente barata tuvo un costo de US$ 30.000 millones en liquidación de cabezas. Es que la actividad ganadera dejó de ser rentable y se vendieron hasta las vacas que son las “fábricas” para producir más hacienda. Las vacas lecheras se las comió la gente en hamburguesas.

De acuerdo a datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería, entre 2007 y 2010 se perdieron casi 10 millones de cabezas de ganado que nunca pudieron recuperarse. El dato a diciembre de 2020 muestra que volvió a caer respecto a 2019 y se ubicó en 53,5 millones de cabezas. Es decir, solo se logró recuperar el 50% del stock ganadero perdido.

Y, mal que le pese al kirchnerismo y su “ah, pero Macri”, a partir de 2016 hubo un aumento del stock ganadero y de las exportaciones de carne vacuna, que pasaron de USD 1.000 millones anuales en 2015 a USD 3.447 millones en 2019.

¿Pero qué ocurrió con la carne en el mostrador? De acuerdo a los datos del IPCVA, durante un tiempo el precio de la carne en el mostrador se mantuvo estable hasta que a fines de 2009 se disparó, como puede verse en el gráfico 2.

En efecto, entre noviembre de 2009 y febrero de 2010 el precio del asado (se tomó ese corte por ser de consumo interno) se duplicó. En tres meses solamente la carne al mostrador subió el 100% y luego continuó el recorrido alcista.

En definitiva, no ocurrió nada diferente a lo que sucede cuando se adoptan medidas populistas para dibujar una bonanza transitoria.

El kirchnerismo nunca razona en términos de aumentar la oferta, siempre busca limitar la demanda, contrayendo la oferta en el largo plazo, creando desocupación y aumentos en los precios al final del camino. Si el precio de la carne aumenta, lo que va a ocurrir es que va a ser más rentable la actividad ganadera, atraerá más inversiones y en el largo plazo crecerá la oferta y los puestos de trabajo, con lo cual todos salen beneficiados.

El kirchnerismo reniega de este razonamiento y lo primero que hace es restringir la demanda externa para frenar transitoriamente el precio interno. Esto reduce los estímulos para invertir en la actividad ganadera, liquidación de stock ganadero y al final del camino aumento de precios, con el agravante que se pierden mercados externos que son muy difíciles de conseguir.

El pensamiento kirchnerista es de un país chico y pobre que no genera riqueza y, para eso, argumenta que defiende a los pobres. Un contrasentido.

En síntesis, Cristina Fernández recomendó ver al carnicero en TN porque el precio de la carne no subió en dos meses, pero no recomendó ver la película del destrozo ganadero y perjuicio al consumidor en el largo plazo que causó esta misma medida en su anterior gestión de gobierno.

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