La presión tributaria sobre el sector agrícola no cede y volvió a aumentar. Esto significa que de cada $100 de renta agrícola que produce una hectárea sembrada, $62,60 tienen como destino los tres niveles de las arcas del Estado. Por otra parte, un estudio de CREA indicó que a pesar de las dificultades, los productores volverán a invertir.
POR JOSÉ LUIS AMADO -PERIODISTA AGROPECUARIO-
La presión impositiva sobre el sector agropecuario está señalada como uno de los principales problemas y limitantes de la actividad, con impuestos que van desde tasas viales municipales hasta los derechos de exportación (retenciones), produciéndose así una superposición de tributos. Pero el inconveniente mayor es que estas alícuotas se encuentran en constante actualización, por lo que la participación del Estado influye cada vez más en la renta agrícola.
Así lo afirma la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) en su medición trimestral sobre el peso de los impuestos en la renta agrícola. Según el último informe, la participación de los tributos a pagar a los tres niveles del Estado (nacional, provincial y municipal) en la renta agrícola creció 3,4 puntos porcentuales respecto a diciembre, ubicándose en el 62,6% promedio de los principales cuatro cultivos a nivel nacional (soja, maíz, trigo y girasol). Esto quiere decir que de cada $100 pesos del valor de la producción descontando los costos por hectárea, el Estado se queda con $62,60.
Si se hace un desglose a nivel provincial, la mayor presión está en Santa Fe con una participación de Estado que sube hasta el 65,3%, seguido por Córdoba con el 62,4% y por La Pampa, con el 62,1%. En cambio, si se toma por cultivo, el trigo es el más perjudicado, con un peso de los impuestos del 70,9% en su renta, mientras que para la soja es del 66,9%, para el maíz es del 52,3% y para el girasol, del 46,6%.
En una entrevista exclusiva con LT20 Radio Junín y GRUPO LA VERDAD, la economista de FADA, Lic. Natalia Ariño, explicó que este nuevo aumento “se dio principalmente porque subieron los impuestos fijos como los municipales (tasas viales) y provinciales (inmobiliario rural), y también hubo subas de costos tanto en pesos como en dólares. También aumentaron las labores y los fletes. Otro aumento fue sobre los fertilizantes, a esto se sumó la baja en los precios del disponible del trigo y la reducción del rinde estimado por efecto de la sequía”.
Uno de los datos más curiosos que arroja el último informe FADA es el que indica que el cultivo de trigo posee en promedio nacional de un 71% de impuestos. Es decir que de cada $100 de renta que obtiene un productor triguero, el 70% se lo entrega al Estado en concepto de impuestos y con el 30% restante debe volver a sembrar, cuidar el cultivo, cosechar lo que se coseche, vivir y volver a pagar lo mismo o más. Sobre qué es lo que les manifiestan los productores cuando les hacen conocer estos números, la Lic. Ariño indicó que “la verdad es que no les gusta nada; que una actividad tenga 71% de impuestos no le gusta a nadie. De hecho con el trigo, en el mes de marzo cuando se analizó el costo de oportunidad de la tierra, el resultado económico dio negativo”.
Según explicó la entidad, el grueso son impuestos no coparticipables, siendo las retenciones y los impuestos a los créditos y débitos bancarios tributos que tienen un efecto directo en lo que respecta al federalismo en la redistribución de los ingresos que generan las provincias. O sea, la gran mayoría de los impuestos a los que se somete al sector agrícola son nacionales no coparticipables (quedan en manos del Estado nacional), mientras que esta actividad productiva por definición es federal y debería tributar más en la región donde está arraigada.
A pesar de todo
La red CREA, perteneciente a la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola, releva a sus socios tres veces por año mediante una encuesta. En este sentido, el primer relevamiento del 2021 (realizado en marzo) evidenció que en el presente ciclo 2020/21 la mayor parte de las empresas agrícolas registró dificultades por la sequía.
Sin embargo, y a pesar de todo, los más de 1000 productores encuestados van a renovar el compromiso para mantener y, en lo posible, incrementar la capacidad productiva. Tal es así que para la campaña 2021/22 se observa un incremento de la participación de los cultivos de invierno en la rotación respecto de años anteriores.
En cuanto a ganadería bovina, en marzo de este año un 46% de los ganaderos encuestados manifestó planes para aumentar la cantidad de vientres, una cifra diez puntos superior a la del mismo mes de 2020.
La encuesta también indica que un 71% de los empresarios CREA consultados manifestó intenciones de realizar inversiones en el presente año, tanto en lo que respecta a mantenimiento de las instalaciones del campo, como en equipos y maquinaria agrícola.