En Río Negro se tarda entre 6 y 7 años en “hacer suelos” para el maíz. La barrera sanitaria es clave porque se complementa este cultivo con la venta de carne.
A la altura de la localidad de Chelforó (Río Negro), pero del otro lado del río, en la región de Valle Azul, se encuentra el establecimiento agropecuario Don Manuel. Allí confluyeron el viernes pasado empresarios agropecuarios, técnicos y funcionarios de Río Negro. Asistieron para analizar y compartir conocimientos sobre avances en el cultivo del maíz bajo riego. Fueron 5 exposiciones entre las 10 y las 13,30. Y, luego de una breve interrupción para compartir un almuerzo, se continuó con una salida a campo que se extendió hasta las 17 para observar las prácticas que se emplean en la Patagonia Norte para la producción de forrajes como alfalfa, maíz y remolacha.
Ampliar las zonas irrigadas, o sembrar maíz en los suelos patagónicos, no se traduce en una inmediata generación de riqueza. No hay magia. “En esto hay que tener paciencia”, dijeron al menos tres de los asistentes consultados. Y hay varias aristas a tener en cuenta. La primera, y más dura, es que los suelos de la Patagonia casi no tienen materia orgánica. Por eso uno de los expositores, el técnico consultor de Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Apressid), Alfonso Cerrotta, aseguró que se tarda entre 6 y 7 años en “formar suelos”, luego de aplicación regular de fertilizantes y rotar con otros cultivos para que se vaya generando la biomasa necesaria para un desarrollo normal de los cultivos.
Lo que hoy actúa como “llamador” de inversores (asistió un empresario que compró tierras en Peñas Blancas, cerca de Catriel, y se prepara para instalar sus primeros pivotes), es que acá se puede “hacer llover” cuando uno lo desea o lo necesita el cultivo. El otro factor positivo es la “heliofanía”, que es la duración de la luz solar y la baja nubosidad.
Llegaron empresarios de Conesa, Valle Inferior, Valle Medio, del Alto Valle y de Buenos Aires. La jornada estuvo orientada a alentar inversiones, mostrar cual es el sendero de crecimiento y los obstáculos sorteados hasta el momento.
Es por esto que la apertura estuvo a cargo del Secretario de Agricultura de la provincia, Lucio Reinoso, quien trazó un panorama sobre los rindes promedios de producción (15,5 toneladas de grano de maíz por hectárea, que se traducen en unas 50 toneladas de materia seca si se pica), la infraestructura disponible (como líneas eléctricas) y el trabajo en conjunto con el INTA para obtener “modelos matemáticos de rendimientos”. Todo enfocado a darle “previsibilidad” a los inversores.
El cierre lo realizó Luis Bertoia, de la Comisión de Forrajes de MAIZAR, destacó la importancia de este espacio para potenciar el cultivo y su valor en la producción forrajera. También expusieron Héctor López, de la empresa GDM que produce silobolsas, y Guillermo Álvarez Reyna, veterinario especialista en nutrición animal. Se hizo un repaso de las variedades que más se adaptan, las técnicas para el acopio, como es el uso cotidiano del forraje en el manejo del rodeo, los necesarios análisis de suelos y el valor nutricional de cada kilo de pastura. Hay que destacar que en 2023, el rendimiento promedio de maíz en Argentina fue de 7,68 toneladas por hectárea.
Las jornadas (hubo una previa en Viedma, en la sede de la Sociedad Rural), fueron organizadas por MAIZAR y el Ministerio de Desarrollo Económico y Productivo de Río Negro.
Datos clave para el maíz
Entre otras conclusiones, sobresalieron algunos datos macro. Uno de ellos, es que se necesita 1 MW de potencia para regar 1.000 hectáreas. El potencial de desarrollo de Colonia Josefa y Negro Muerto es de 90.000 hectáreas. Entre las estaciones transformadores inauguradas en los últimos dos años, la de El Solito y la de Conesa, suman 45 MW.
El 90% de todos los cultivos en Río Negro, se riega por el sistema “gravitacional”; esto es por manto y usando algún sistema que nace en cursos de agua naturales. El restante 10% riega por sistemas presurizados, como pivote central o similares. Esto representa unas 8.000 hectáreas.
Todos coincidieron que existen en la provincia 25.000 hectáreas de maíz (Córdoba siembra 2,6 millones de hectáreas al año de este cultivo) y que la disponibilidad de equipos de siembra o cosecha, “hoy representa un cuello de botella”, reconoció Reinoso. Aunque se tiene la certeza de que, a medida que se agrande el negocio, subirá la cantidad de prestadores.
Otra certeza, es que hoy el avance del cultivo del maíz, es a partir de la inversión a riesgo de los privados. Hay proyectos de hasta 600 hectáreas, y múltiples experimentos de cultivos, como se hace al este de Conesa, donde se cultiva soja como recurso forrajero para producir carne.
Además, como destacó Cerrotta, no hay maíz si no hay cultivo de cobertura. La vicia es la leguminosa que actúa como aliada casi indispensable del maíz, porque protege los suelos, pero además les incorpora nitrógeno, a razón de 125 kilos por hectárea por año.
En todo este complejo agroeconómico, juega un rol clave la barrera sanitaria que evita el ingreso de carne con hueso del norte del río Colorado. Hoy, la “caja” que permite recuperar las inversiones hechas para ampliar los cultivos del maíz, es la venta de carne.
Por ejemplo, los dueños de Don Ramón (como anfitriones del encuentro estuvieron los hermanos Daniel, Manuel, y Andrés García, y el hijo de uno de ellos, Nicolás) han cerrado un acuerdo con la red de carnicerías de Neuquén, Muca para el abastecimiento de producción.