En Argentina, la carne vacuna es más barata que en Brasil, Chile y Uruguay

Así lo muestra un relevamiento realizado por el Ieral-Fundación Mediterránea junto a la Sociedad Rural del Nordeste Santiagueño. Según el Rosgan, el problema no es el precio de los cortes sino la caída de los salarios.

Un relevamiento realizado por el investigador del Ieral-Fundación Mediterránea, Juan Manuel Garzón, con la colaboración de la Sociedad Rural del Nordeste Santiagueño, determinó que el precio promedio que paga un consumidor argentino por el kilo de carne vacuna es inferior a lo que abonan los habitantes de Brasil, Chile y Uruguay.

Se trata de un dato que toma relevancia luego de que el Gobierno anunciara un acuerdo con frigoríficos para ofrecer un cupo de cortes a precios 30 por ciento más bajos que los de diciembre pasado y que se mantendrán congelados hasta marzo.

Garzón elaboró el informe en base a dos fuentes: las bases estadísticas que dispone y publica cada país, tanto oficiales como de organismos privados; y un sondeo propio de precios en tiendas online de supermercados, realizado en la segunda semana de enero (los detalles pueden observarse aquí).

El resultado de la consulta de valores online (convertidos a pesos argentinos según el tipo de cambio de cada país) determinó para una muestra de ocho cortes (colita de cuadril, lomo, bola de lomo, peceto, cuadril, vacío, aguja sin hueso y nalga), que mientras los argentinos pagan una media de 781 pesos por kilo, los brasileños abonan 832 pesos; los uruguayos, 845 pesos; y los chilenos (país importador de carne bovina), 1.040 pesos.

En todos los cortes el precio doméstico es más barato que en la región, salvo en el peceto, donde Uruguay y Brasil lo tienen más económico; y en el vacío, que es más barato en Brasil. En el que existe la diferencia más marcada es en el lomo, que en Argentina puede conseguirse a menos de 1.000 pesos el kilo, mientras que en las otras naciones no baja de 1.200 pesos.

Salarios atrasados, el gran problema

En este contexto, el mercado ganadero de Rosario (Rosgan) también dio a conocer su informe semanal en el que hace foco en el precio de la carne, pero señala que el problema más bien son los salarios argentinos que se han retrasado notoriamente en los últimos años en relación a la inflación.

“Cuando los ingresos son bajos, todos los alimentos parecen caros”, se titula el reporte en el que la entidad señala que, si bien es cierto que en 2020 la carne y sus derivados subieron 57,6 por ciento, 20 puntos más que el costo de vida y con un fuerte impulso durante diciembre, esta recomposición de precios solo sigue reacomodando los precios retrasados que tuvo la carne entre 2016 y 2018.

En ese período, la carne no acompañó el proceso inflacionario y acumuló un retraso de más de 40 puntos, según el Rosgan.

“Nada de esto sorprende, dado que este tipo de ajustes cíclicos o escalonados resulta habitual en la carne, que presenta períodos de retrasos pronunciados, seguidos de ajustes muy significativos que, una vez encontrado el techo impuesto por el consumidor, vuelven a estancarse, generando nuevos retrasos”, asegura la entidad.

Esto es lo que ocurrió en la última década: antes de estos ajustes que ocurrieron en 2019 y 2020, la otra escalada ascendente fue entre 2013 y 2015, como respuesta a un retraso acumulado de más de 20 puntos en los años previos.

“Sin embargo, más allá este patrón de ajuste, no existe una correlación definida entre las variaciones del precio de la carne y el efecto inflacionario, al menos en los últimos 10 años analizados”, aclara el Rosgan.

Datos oficiales muestran que solo en tres de los últimos diez años (2011, 2013 y 2017), el salario se actualizó más que la inflación: en el resto de los ejercicios, siempre el costo de vida subió más que los sueldos.

Para el mercado rosarino, la oferta y la demanda funcionan a la perfección y es el propio consumidor el que le va poniendo un techo a los precios. Eso es precisamente lo que está pasando en la actualidad: los valores de novillitos y vaquillonas, que han caído entre 10 y 15 pesos por kilo vivo respecto a diciembre, muestran que “ya no hay margen para seguir volcando nuevos aumentos al mostrador”, subraya el Rosgan.

Y completa: “Pasado el pico de consumo de fin de año y con un consumo vacacional más limitado, la demanda se encuentra ciertamente estabilizada, lo que conducirá indefectiblemente a una mayor estabilización de los precios de la carne en los próximos meses, posiblemente con un pico estacional mucho más suavizado hacia el mes de marzo”.

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