Indican que hay 3 fuerzas están pujando para definir los precios de los nuevos contratos 2022-2023 de los arrendamientos agrícolas.
Por un lado, el resultado final de la cosecha gruesa luego de la sequía y las altas temperaturas que afectaron a gran parte de la zona productiva argentina y que habrá que ver cuánto daño hizo, en conjunción con las cotizaciones de los granos, determinarán con cuánto dinero contarán los productores para encarar la nueva campaña. Esto es aún un signo de interrogación.
Otra de las fuerzas que opera para determinar las ofertas de los inquilinos es el margen bruto y aquí sí hay certezas. “La 2021/22 se hizo con valores de los granos muy altos, con una soja llegando a u$s 600. En esta campaña, la 2022/23, el valor de los granos hoy está un poco más firme luego de algunas bajas, pero los costos de producción subieron mucho, los fertilizantes, los agroquímicos, todo, entonces el margen es menor y el productor va a hacer números finos para ver cuánto puede pagar”, explicó el Ing. Juan José Madero, presidente de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (Cair).
En el otro plato de la balanza está la depreciación de la moneda argentina que hace que nadie quiera atesorar pesos. Esta variable permanece firme. “Frente a la falta de otras alternativas atractivas de inversión, la actividad agrícola sigue siendo una aspiradora de pesos: lo coloco en granos, lo coloco en carne mediante alquileres, me saco de encima los pesos y quedo en otra colocación, es un refugio”, sostuvo Madero.
Según adelantó el titular de Cair, en los últimos días se empezaron a ver algunas consultas, pocas, y en valores similares a los de la campaña pasada. Vale recordar que la campaña pasada los alquileres se incrementaron entre un 10% y un 15% con respecto a la precedente. “Hablábamos de un 15% en quintales de soja, quintal que subió un 50% en dólares”, agregó.
En cuanto a las modalidades de contrato, según cuán atractiva sea la campaña, se pactará más o menos en quintales fijos o a porcentaje. “La campaña pasada era muy atractiva y había muchísima demanda, por eso los contratos a porcentaje prácticamente desaparecieron, excepto en lugares muy marginales, y todo se alquiló a quintales fijos”, recordó Madero. Otros años, “cuando la campaña fue muy justa, la figura del porcentaje se hizo prácticamente en todos lados”, indicó.
Los campos de mejor calidad son siempre los primeros en alquilarse para asegurar superficie y potencial, y normalmente se pagan en quintales fijos, aunque según las circunstancias puedan pagarse un poco menos.
En un par de meses las cartas estarán echadas. Habrá que ver cuánta plata quedará en el bolsillo de los productores a cosecha, en cuánto va a recortar el inquilino su oferta y cuántos pesos de otras actividades se volcarán a la producción agropecuaria.
“Será un ejercicio bien transparente de oferta y demanda con esas variables por definirse, lo único que sabemos es que el margen es menor que la campaña anterior y eso ya es un indicador de ajuste”, dijo Madero. Si finalmente la campaña actual arroja buenos resultados, eso actuará como elemento compensador.