La semana pasada, el Gobierno hizo dos anuncios sobre el cobro de Retenciones a los granos. Por un lado, dijeron que se va a continuar cobrando el 9,5% al trigo y la cebada hasta marzo de 2026 y por el otro que la soja, el maíz y el girasol volverán a su índice anterior. En este marco, ¿se sembrará más trigo?
Algunos expertos afirman que este anuncio llegó un poco tarde para incidir en la decisión de siembra del trigo, que comienza a fin de mes, pero otros creen que “el momento del anuncio fue clave, ya que los productores están dentro del tiempo lógico para tomar estas decisiones”.
“Entendemos que es una buena señal para la definición de la campaña y puede influir en la decisión de siembra. Es un paso en el camino de la eliminación total de las retenciones y creo que va a impactar”, dijo una fuente de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
El informante agregó que además de las retenciones, los productores evalúan la rentabilidad del producto, los precios relativos del trigo, el costo de implantación”.
“Todos los números estuvieron muy justos en los últimos ciclos. Con precios internacionales flojos y un valor local de $210.000 la tonelada de trigo, las retenciones más bajas ayudan, pero no son determinantes a la hora de tomar una decisión de siembra.
Ezequiel de Freijo, economista de la Sociedad Rural Argentina, consideró que la decisión del Gobierno “quizá llega un poco tarde para la definición del área sembrada, pero el productor sí está a tiempo para definir el paquete tecnológico”.
“Sabiendo que tenés menos retenciones, le podés poner más fertilizantes y mejorar los rendimientos. Para eso llega bien”, sostuvo De Freijo.
La Bolsa de Comercio de Rosario estimó para la campaña que viene una siembra de 7,2 millones de hectáreas de trigo, la segunda mayor proyección histórica. El año anterior se sembraron 6,9 millones de hectáreas, con una cosecha de 20,1 millones de toneladas. De esa cifra, 13,5 millones se exportarán -aún no se terminó de vender- y 6,5 millones se destinarán al mercado interno.
Beneficios proyectados para el productor
Con una proyección de 21 millones de toneladas de trigo y 3 millones de cebada cervecera para la campaña 2025/26, el impacto fiscal y económico de la medida resulta significativo.
De Freijo calculó que, si toda la campaña se comercializa con el nuevo esquema del 9,5%, el ahorro total para los productores sería de USD 140 millones, equivalentes a 6 dólares por tonelada. De ese total, USD 94 millones corresponden a ingresos fiscales no percibidos por el Estado, mientras que USD 36 millones se relacionan con el efecto distorsivo que generaban las alícuotas más altas en el resto de la cadena comercial.
Según sus cálculos, si la retención continuaba en 12%, el impacto por tonelada era de USD 28. Con la baja a 9,5%, se redujo a USD 22, por lo que se genera una diferencia de USD 6 que queda en manos del productor.
De Freijo destacó que la medida es “un signo de que hay una voluntad de continuar con ese proceso de alivio fiscal”, aunque aclaró que persisten múltiples distorsiones.
La preocupación central del productor sigue siendo el clima, seguido por las regulaciones estatales y los precios de los commodities. Luego, vienen los costos de insumos, que este año convergieron hacia valores internacionales. La baja de aranceles a insumos agrícolas como fitosanitarios y fertilizantes, implementada en 2024, mejoró el acceso a tecnología. A esto se suma una reducción parcial en los costos logísticos.
Para los actores del agro, las señales de mediano y largo plazo son claves para planificar inversiones. Y mucho más ahora, ya que la discusión sobre la continuidad o no del esquema actual de retenciones se da en un contexto de márgenes ajustados, volatilidad climática y precios internacionales estancados.
La definición del rumbo fiscal hacia el segundo semestre podría influir no solo en la campaña gruesa, sino también en las decisiones de inversión de las empresas proveedoras de insumos y servicios del sector.