Acaba de entrar en vigor una ley de 2024, en la que se prohíbe la utilización de paneles solares sobre tierras de uso agrícola. La medida no prohíbe totalmente, dado que se podrá, pero a una altura que permita el uso del suelo.
El Gobierno italiano de Georgia Meloni ha vetado por decreto la instalación de plantas de paneles solares a gran escala en terrenos agrícolas. El objetivo final, según el ejecutivo italiano, es evitar la desertificación de las tierras agrícolas de ese país.
De todas formas, se permitirá la energía conocida como agrovoltaica, es decir, los paneles que se sitúan a más de dos metros del suelo, lo cual no impide utilizar los campos para los cultivos.
El decreto aprobado por el ejecutivo italiano pretende salvaguardar el uso agrícola tradicional del suelo y frenar la «desertificación productiva» del campo, según explicó el ministro de Agricultura, Francesco Lollobrigida.
La normativa italiana, no obstante, contempla excepciones. Sí se permitirá la llamada energía agrovoltaica, siempre que los paneles solares se instalen a una altura mínima de dos metros del suelo, permitiendo así el uso simultáneo del terreno para cultivos.
También quedan fuera del veto los proyectos ya en tramitación, así como las instalaciones en espacios no agrícolas, como canteras, minas, zonas ferroviarias, infraestructuras aeroportuarias o márgenes de autopistas.
Esta medida, que apuesta a proteger el paisaje agrario ha sido bien recibida por algunos sectores del campo, aunque no por los operadores eléctricos. La agrovoltaica es una tecnología más compleja y costosa que los sistemas fotovoltaicos convencionales.
Según Agostino Re Rebaudengo, presidente de Elettricità Futura —la principal asociación de empresas del sector energético en Italia—, su implantación puede llegar a duplicar los costos sin generar beneficios reales para los agricultores. «La elevación de las placas presenta problemas técnicos, desde la resistencia al viento hasta el impacto visual», señaló.
De todas formas, la medida ya ha sido tomada.
