Ramiro Insua tenía 32 años y tres hijos cuando se desató la pandemia de Covid-19. Su negocio de alquiler de autos empezó a caer con la limitación de la circulación de las personas. Esas restricciones destruyeron su principal fuente de facturación. Fue entonces que tuvo que poner su creatividad en funcionamiento y pensar en otra alternativa de negocio.
Así fue que decidió echar mano a la experiencia de sus primeros trabajos, que habían sido en el sector agropecuario, vinculado a los negocios de la familia y a los conocimientos adquiridos en su paso por la carrera de agronomía.
Insua, junto con socios, fundó New Agro, una empresa para tokenizar sus activos con el fin de simplificar el acceso del público general a las inversiones en el sector.
“En la pandemia me puse a alquilar campos y ahí me di cuenta del espacio que había disponible dentro del rubro y del atraso del sector”, explicó Insua y agregó: “Decidí entrar más fuerte y ahí comencé con un proyecto del tambo, junto con otros socios fundadores, poniéndonos de acuerdo sobre nuestra misión y visión, sobre todo del cambio que queríamos generar en la industria”.
El tambo está cerca de Adolfo Gonzales Chaves, en el sur de la provincia de Buenos Aires, y comenzó a trabajar en plena pandemia, juntando el esfuerzo de tres familias. Poco después el emprendedor convocó a dos socios más y se inició en la siembra de otros campos.
Como el emprendimiento funcionaba, Insua citó a todos los amigos y conocidos que estuvieran dispuestos a participar del nuevo proyecto. Coincidieron con él que el objetivo era llevar tecnología y modernizar al campo.
“En mayo de 2021 realizamos lo que nosotros llamamos un taller fundacional de la empresa. Ahí nos juntamos los 13 socios que hoy somos parte del proyecto”, dijo el empresario. Dentro de la sociedad se encuentran también Matías Canosa, Andres Starc, Clara Gallardo, Martín De Araujo, María Herran, Damián Depau y los hermanos Navarini (Santiago, Marcos, Victoria, Vicente, Mauricio y Juan Pablo).
“La idea era comenzar con productos agrícolas: soja y maíz. El primer paso fue desarrollar los activos, la economía productiva, pensando en hacerla escalable”, expuso Insua y aclaró: “Queremos tener los cambios trabajando para después agregarles la tecnología de los tokens”.
Para la puesta en marcha del negocio el desembolso fue grande. Según el emprendedor, la inversión inicial estuvo cerca del millón de dólares.
Según cuentan en New Agro la tecnología que están desarrollando permitirá a los usuarios comprar tokens a través de su billetera virtual. Esos tokens tendrán un respaldo en un activo real: una hectárea de tierra sembrada, una vaca lechera o de carne. “A través de la tecnología blockchain se le asegura al inversor un alquiler por el activo adquirido, sin afrontar los riesgos productivos”, dijeron desde la empresa.
“El alquiler de cada token está seteado en una cantidad física específica del producto y al momento del pago de la renta se chequea automáticamente el precio en la entidad que corresponda”, expresó Canosa, uno de los socios.
Los productos o cripto monedas que ofrecerán son los siguientes: el primero, NewLand, que representa una superficie agrícola alquilada y donde la renta se calcula en base a toneladas promedio de soja cosechada por hectárea. Después, NewMilk, que equivaldrá a una porción de un rodeo de vacas lecheras y la unidad de medida serán los litros de leche. Por último estará NewBeef, que será una porción de un rodeo vacuno de engorde alquilado en kilogramos de carne por novillo.
La NewAgro Coin, como se denomina, estará disponible a principios de marzo próximo y la idea de Insua es poder llegar a todos los países de Latinoamérica. Fuente La Nación.