La sequía fue el golpe de gracia para la producción agropecuaria

Dirigentes de la Sociedad Rural Argentina de distintas regiones detallan la grave situación que se vive tierra adentro y las cuantiosas pérdidas que sufrirá el país.

Tres años consecutivos de escasez de lluvias, heladas fuera de tiempo y sucesivas olas de calor, arrasaron con la producción agropecuaria en gran parte del territorio argentino. Cultivos y pasturas perdidos, cientos de miles de animales muertos, rodeos con mal estado corporal y cursos de agua secos, constituyen las postales de una campaña desastrosa que dejará enormes pérdidas para los productores y para el país.

Para conocer la situación en las distintas provincias, dialogamos con dirigentes de la Sociedad Rural Argentina (SRA) que se dieron cita en la Bolsa de Comercio de Rosario, donde presentaron al gobernador Omar Perotti, legisladores, autoridades y empresarios, un informe sobre las pérdidas por sequía en Santa Fe, la provincia más perjudicada de Argentina.

Santa Fe, la peor

Según el estudio de la SRA, las pérdidas por déficit hídrico en la provincia de Santa Fe ascienden hasta el momento a 4290 millones de dólares, un 10 % del Producto Bruto Geográfico, siendo su peor campaña agrícola en tres décadas.

Ricardo Ramondino, delegado de la entidad, vive en el campo, cerca de la ciudad de Gálvez, es médico veterinario y amante de las vacas. “En estos días estamos firmando el certificado de defunción del 80% de la producción de Santa Fe. Esto es mucho más grave de lo que se piensa. Nos sentimos completamente solos, completamente ninguneados”, expresa. De los prometido por el ministro de Economía, Sergio Massa, a fines de enero, dice “nada se concretó”. “Ni lo del Banco Nación ni la AFIP, que no se iba a intimar a los productores, que iba a parar los anticipos de Ganancias, nada se cumplió, hay un desgobierno total, además, no nos pueden prometer cosas que ya figuran en la ley de Emergencia”, agrega.

El veterinario destaca que en 2022 Santa Fe aportó a las arcas del estado nacional 1,3 billón de pesos, “son 2700 millones de dólares y en ayuda para la provincia solo volvieron ahora 4000 millones de pesos”. En su opinión, lo primero que debería hacer el gobierno nacional es evitar que se corte la cadena de pagos. “Para eso hay que ayudar a que el productor -que se desfinanció durante diez años y no tiene espaldas- pueda cancelar todas las deudas comprometidas a cosecha para que pueda volver a sembrar”, dice.

Según detalla Ramondino, la soja tiene un costo de alrededor de 25 quintales por hectárea y en un año normal, obteniendo 30 quintales, deja una ganancia de 5. No obstante, esta campaña la cosecha será magra o nula. “Si perdés 20 como este año, necesitás cuatro años de ganancias de 5 quintales para recuperarte, así que esto no se arregla con una campaña de buenas lluvias el año que viene, necesitás cuatro años para volver a acomodar el país”, explica.

“El productor está mal y todo el mundo va a estar mal, los comerciantes de los pueblos, los camioneros, todos, el campo es una cadena agroindustrial; y no encontramos eco en el Gobierno”, lamenta el dirigente.

En el taco de la bota santafesina, entre Venado Tuerto y Rufino, Carlos Facht, quien administra una estancia de Amenábar hace 36 años, nunca vio una sequía igual. “Es la peor seca que hemos visto en toda la historia, hay un estrés hídrico general, perdimos toda la soja de segunda, ya le hemos echado la hacienda, y lo peor es que nos hemos quedado sin reservas en los tambos, eso es lo más crítico”, relata a Clarín Rural.

Muy cerca de la laguna La Picassa, en el establecimiento La Barrancosa, hace agricultura, ganadería y ordeña 1400 vacas. Allí, en el tambo, por falta de alimento tuvieron que bajar unos 300 animales lo que los llevó a una reducción de producción de más del 20 por ciento. “Es una situación muy compleja, teníamos algo de carry de silo pero ya se fue”, cuenta.

Ahora, están achicando los rodeos y vendiendo anticipadamente algunos descartes. “Tenemos cabaña de Angus colorado y también estamos en la misma tónica, haciendo nuestra selección prematuramente como para bajar el número de cabezas porque nos hemos quedado totalmente sin pasto. Hoy vivimos de algunas alfalfas que nos quedaron colgadas de la napa en poquitos lotes y en el resto no hay nada, cruje la gramilla. Nunca nos esperábamos esto”, expresa Facht.

En el invierno, al estar tan cerca de la laguna, al trigo no le fue tan mal a pesar de las pocas lluvias invernales. “Por suerte de eso estamos viviendo, canjeando el trigo que nos queda por afrechillo y otros insumos como para poder mantener el tambo”, señala.

En los maíces, la situación es muy dispar, algunos lotes que recibieron algún chaparrón en floración quizás produzcan algo, pero muchos otros, por las altas temperaturas, vieron afectada la polinización y no llegaron a formar granos. “Nosotros vivimos mucho del silaje, picamos 800 hectáreas para el tambo, la cabaña y el feed lot, y este año los volúmenes son exactamente la mitad de lo que obtenemos en un año normal, es decir que el costo es el doble”, detalla.

Por su parte, la soja de primera está abortando chauchas y aún no se sabe qué ni cuánto va a cosechar “Podemos tener algunos lotes de hasta 40 quintales y otros de 5, hay de todo”, dice.

El productor cuenta que tendrán que vender el poco trigo que les queda para afrontar el pago del impuesto inmobiliario y el anticipo de Ganancias, “que no vamos a tener”, aclara. Asimismo, se muestra «indignado» con el dólar soja. “No puede ser que tengamos que pagar los alquileres a un valor irreal. El dueño del campo pide que le paguemos al valor del dólar soja cuando nuestros productos no sabemos con qué dólar lo vamos a vender. El Gobierno se va a tener que poner las pilas y buscar una ayuda genuina que sea equitativa para todos en este contexto de desastre”, reclamó.

“Si no llueve entre marzo y abril, no se va a poder sembrar el trigo, pero ya, lo que tiene que hacer el Gobierno es poner fondos a disposición, ya sean préstamos con un año de gracia, con tasas subsidiada, porque se necesita volver a sembrar y el campo está sin recursos. Hace falta una especie de Plan Marshall para el campo para la cosecha 23-24 porque esta va a ser desastrosa”, sostiene Soledad Diez de Tejada, directora de la SRA por Santa Fe y productora agropecuaria de Venado Tuerto.

“La sequía vino a poner de manifiesto que el campo argentino está descapitalizado por veinte años de retenciones, si no estuviéramos descapitalizados no necesitaríamos estar pidiéndole limosnas al Gobierno”, manifiesta.

Entre Ríos

Es otra de las provincias sumamente castigada por la falta de lluvias. Todas sus actividades productivas están afectadas: agricultura, ganadería, lechería, avicultura, forestación, arroz, citricultura, ninguna escapó a esta catástrofe climática. “Es algo que nunca hemos vivido en la historia entrerriana, los cursos de agua y los tajamares se han secado, nunca tuvimos una sequía tan profunda. Veníamos de dos años con sequía, muy malos productivamente, pero este año rompió todos los récords”, relata el director Diego Etchevehere.

“Si el Estado supo estar presente en toda nuestra vida productiva sacándonos recursos a través de las retenciones y el desdoblamiento cambiario, es el momento que también se haga presente pero ayudando a los productores agropecuarios”, opina.

“Necesitamos que el Gobierno nos exima de impuestos en esta dura realidad que vivimos y que nos de líneas de financiamiento para poder seguir, eso es lo que estamos pidiendo de forma concreta. Pero el Gobierno respondió con medidas totalmente insuficientes, las que a pesar de haberse comprometido a implementar no cumplió. Al menos en la provincia de Entre Ríos no hay créditos, no hay ayuda, no hay financiamiento, lo que tiene que ver con la AFIP tampoco se ejecutó. Los productores entrerrianos estamos solos”, afirma.

De acuerdo con Etchevehere, el Gobierno hizo que el productor llegue “muy debilitado y exhausto” a enfrentar esta situación producto, fundamentalmente, de los derechos de exportación y el desdoblamiento cambiario. “El productor no va a poder afrontar la nueva campaña, está como en una especie de parálisis. Esto fue el golpe de gracia en una circunstancia que ya era mala, es una realidad que nos saca de la cancha a todos, no hay productor en la provincia de Entre Ríos -de ninguna actividad y de ningún tamaño- que se haya salvado de esta situación”, describe.

Lo que viene para el otoño y el invierno, según el dirigente es un “panorama desolador” ya que no hay humedad para la siembra de trigo, ni reservas de forraje para la ganadería y la lechería, ni posibilidades de sembrar verdeos de invierno. “Es una situación de parálisis total. todo es negativo, por donde los quieras mirar. Nos preocupa que el Gobierno, que supo ingeniárselas para inventar el dólar soja para buscar recursos y tener mayor cantidad de dólares, hoy es el gran ausente. es siempre lo mismo: puro relato, palabras al viento, y nada se concreta en la realidad”, indica.

Córdoba

En la provincia mediterránea, hay situaciones diversas ya que algunas regiones la pasaron mejor durante el mes de febrero pero en los últimos días la sequía se generalizó.

Córdoba siembra habitualmente 7.7 millones de hectáreas de cultivos de verano, pero esta campaña, por falta de humedad, no se sembraron unas 400.000 de soja y unas 500.000 de maíz. «La zona núcleo cordobesa ha sido la que tuvo mayor déficit hídrico, en tanto la zona sur ha sido más favorecida por lluvias, pero el 18 de febrero sufrieron heladas que liquidaron unas 250.000 hectáreas de maíz tardío y unas 480.000 hectáreas de soja”, puntualizó Andrés Costamagna, directivo de SRA de la provincia. Muchos lotes de maíz temprano de maíz se destinaron a pastoreo o a picado, y los que están llegando a cosecha tendrán un rendimiento de 2500 a 3000 kilos por hectárea cuando habitualmente superan los 10.000 kilos. En total, se estima que unas 400.000 de cultivos no se cosecharán y lo que llegue a trillarse rendirá un 30 por ciento de lo habitual.

En la zona este, donde se encuentra la principal cuenca tambera principal, la producción cayó entre un 30 a 40 por ciento. “Las alfalfas han producido mucho menos porque las napas migraron a la profundidad donde las raíces ya no la alcanzan, por ello los tamberos han bajado la producción de litros, pero además reciben castigos de la industria por la baja de sólidos en leche”, describe Costamagna.

En tanto, la ganadería de cría o ciclo completo que se desarrolla en el norte de la provincia, no cuenta con forraje y en muchos casos se encuentra sin agua de bebida para la hacienda. “No ha recibido lluvias y no hay pasto, en los campos más organizados se manejaron con las reservas hasta el 10 de febrero pero los menos organizados están en crisis desde noviembre del año pasado”, cuenta el productor. La ganadería de carne, por otra parte, atraviesa una crisis severa y los daños se verán en las bajas pariciones del año próximo. Ya se anticipan pérdidas de entre el 30 y el 50 por ciento según el campo y el manejo.

Buenos Aires

La realidad de la vasta provincia de Buenos Aires es dispar, en la zona costera el clima ha sido benévolo pero en el resto de su territorio, la falta de lluvias y las heladas causaron importantes daños. De Tres Arroyos hacia arriba, la sequía castigó severamente a los campos. “En la fina se cosechó la mitad de la producción y la gruesa vino muy mal”, cuenta Luis Harrington, director del distrito 3 de la SRA . “En el centro de la provincia vamos a tener una merma de terneros y una caída en los índices de preñez que va a ser muy importante y las consecuencias van a ser para todo el país porque vamos a tener una merma de carne para el año que viene”, advierte.

“Vamos a tener problemas muy grandes, se calcula que solo en la parte granaria vamos a tener una pérdida de 20000 millones de dólares. Y a eso hay que sumarle la ganadería, la horticultura, la fruticultura, todo fue afectado. El problema es grave para la Argentina y no tenemos ayuda del Gobierno. Pedimos que no nos pongan la pata encima, que corrijan la diferencia cambiaria, que nos saquen las retenciones y que nos dejen hacer, a partir de eso vamos a resurgir”, dice Harrington

En la zona de Puan, las lluvias invernales “no llegaron a cargar los acuíferos necesarios para encarar una buena campaña, con lo cual la cosecha de trigo fue cero, pero si nos dio para sobrevivir con los animales, hemos podido tenerlos bien alimentados”, cuenta Adela Nores, directora del distrito 3 de la SRA. Allí recibieron más precipitaciones. “Creo que vamos a tener una producción que va a ser muy útil para la comida de los argentinos porque tenemos hacienda, tenemos terneros y el índice de preñez, por ejemplo en mi campo, es de 97%, que es altísimo”, señala.

Para Nores, algo “muy grave” que afecta a la producción ganadera es el cierre de las exportaciones de carne. “Nos han atado las manos y las patas, Argentina nunca va a ingresar dólares por la carne si no abrimos el mercado. El argentino ha bajado su consumo de carne de 70 kilos por habitante al año a 40 kilos porque la inflación le impide comprar, y toda esa carne podría revertirse en fondos para el país si solo se abriera el mercado exportador”, analiza.

Corrientes

Las pérdidas productivas estimadas en la provincia de Corrientes hasta el 20 de febrero, se estiman en $130000 millones.

Con 4.630.000 cabezas, la provincia tiene el cuarto stock ganadero del país y, como consecuencia de la sequía se perdieron 60000 millones de kilos de carne, lo que equivale a un impacto económico de $26000 millones según un informe de la Coordinadora de Entidades Productivas (CEP) de Corrientes. Además, las mermas por mortandad de animales se estiman en cerca de 100000 cabezas y $11000 millones. Así, en total, el sector lleva perdidos $37100 millones debido a las inclemencias climáticas.

El sector forestal, que abarca 550.000 hectáreas de bosques implantados en la provincia, es el más afectado, registrando pérdidas económicas de $52.700 millones en este período.

En el cultivo de arroz se proyecta una caída de la producción de 470.000 toneladas, lo que representa $23500 millones de pérdida.

También la actividad citrícola fue seriamente dañada, con pérdidas estimadas en $15000 millones. Mientras que en yerba mate, ya calculan unos $2000 millones de pérdida.

Según el productor forestal Ignacio Méndez, director de la SRA de Corrientes y Misiones, “la situación en la provincia es crítica, tanto para la ganadería como para el sector arrocero y el forestal. Ya no hay recursos forrajeros, hubo mucha liquidación de stocks ganaderos y los productores ya no saben qué hacer para darle de comer y beber a sus animales”. Las lagunas y los ríos interiores que se usan para el riego del arroz están secos. “No hay de dónde sacar agua, este año va a ser terrible para la producción arrocera; en la forestación, venimos de tres años de sequía y el año pasado tuvimos los incendios, entonces se quemaron muchas hectáreas y se vio afectada la tasa de crecimiento que cayó a la mitad”, describe Méndez.

Hoy, en los campos correntinos no hay pasto y tampoco granos porque los pocos cultivos agrícolas que se desarrollan en el territorio también fracasaron. Sin recursos forrajeros para afrontar el invierno, muchos productores aceleraron la liquidación de los rodeos. “Esto va a repercutir inicialmente en un menor precio de la carne por sobreoferta pero a mediano plazo va a subir de precio por la falta de stock”, explicó el productor.

“Lo único que nos puede salvar hoy en Corrientes es que se normalice el régimen de lluvias”, dice Méndez con un dejo de frustración y tristeza.

Los testimonios se repiten en muchos puntos a lo largo y ancho del país. La magnitud de los daños y de las pérdidas que está dejando y dejará la sequía a nivel económico y social, tanto en el sector agropecuario como en el país en su conjunto, son alarmantes. Se requieren medidas extraordinarias y urgentes para aliviar la situación que permitan que la cadena de la agroindustria se siga moviendo para impulso de una economía nacional que cruje tanto como los secos cultivos en el campo.

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