Las claves de Aapresid para dar batalla a las enfermedades más problemáticas del maíz

La Agenda Aapresid -el ciclo anual de capacitación e intercambio que organiza la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa- comenzó el mes de diciembre con toda la actualidad de campaña en materia sanitaria. En esta oportunidad, se sumaron especialistas para hablar sobre manejo de enfermedades en maíz.

Las enfermedades “target” en maíz son tizón y roya; la primera con fuerte presencia en las provincias de Córdoba y Santa Fe y la segunda, en Buenos Aires. “Si bien todavía no hay resistencia registrada para estas enfermedades, sí se observan diferencias en la eficacia de los ingredientes activos de los fungicidas”, explicó Ricardo Paglione, consultor de proyectos fungicidas para Basf.

Para el manejo, en una primera instancia, el especialista recomendó considerar la susceptibilidad del híbrido a las enfermedades. En el caso de materiales susceptibles, sugirió iniciar los monitoreos semanales cuando la planta tiene 6 hojas (V6) y hasta V8-10. Paglione también aconsejó estar atentos a los pronósticos climáticos, principalmente ante condiciones de humedad y temperatura predisponentes para la aparición de los fitopatógenos.

A la hora de evaluar la necesidad de control químico, el especialista señaló que es crucial basar la decisión en umbrales de daño. Si bien su cálculo depende del rinde esperado, las variaciones de precio del maíz y los costos de aplicación, en general el umbral de tizón se establece en un promedio de 1 mancha de 1 cm por hoja y en roya, 4-5 pústulas pulverulentas por hoja, que se visualizan usando una “regla de los espacios».

Estrategias para escapar al mal de Río Cuarto
«La enfermedad causada por el virus mal de Río Cuarto (MRCV) es una amenaza recurrente para la producción de maíz. Ésta es transmitida por la chicharrita Delphacodes kuscheli, que ataca principalmente desde Río Cuarto hacia el sur de la provincia de Córdoba, norte de La Pampa, sur y oeste de Buenos Aires», señaló María de la Paz Giménez Pesi, investigadora del Inta en el Instituto de Patología Vegetal (IPAVE) de Córdoba.

La especialista recomendó estar muy atentos a la aparición del vector en zonas de ganadería o si el lote está cercano a cultivos de cereales de invierno o cultivos de servicio, ya que “la avena pastoreada y otras gramíneas son un ambiente óptimo para el insecto”, indicó.

En años donde se espere una elevada presión del insecto, como será la próxima campaña según los modelos de pronóstico, se deberá planear la fecha de siembra de modo que la ventana de susceptibilidad -concentrada en los estadíos iniciales del cultivo-, no coincida con el pico poblacional de la chicharrita a fines de noviembre.

Para siembras tempranas, se deberá considerar que las plantas lleguen a esa fecha en un estadío suficientemente tolerante (V8 o mayor) y en caso de siembras tardías, realizarlas a partir de mediados de diciembre. Si sólo fuera posible sembrar alrededor de fines de noviembre, se deberán elegir cultivares tolerantes o bien recurrir a insecticidas en semilla o aplicados hasta V5-6, resaltó la especialista.

Por último, advirtió estar alertas ante el virus del mosaico estriado, el cual es transmitido por ácaros y fue observado en lotes de trigo en Buenos Aires. “El maíz es puente verde de esa enfermedad, aunque los síntomas son muy difíciles de ver”, por lo tanto es importante hacer un seguimiento de esta amenaza latente para la próxima campaña de fina, concluyó.

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