La victoria en las próximas elecciones en Holanda, de un partido que representa al sector agropecuario, revoluciona el escenario político en ese país.
Se trata del Movimiento Agrícola-Ciudadano que se convirtió en el más votado en las recientes elecciones provinciales al capitalizar la insatisfacción ciudadana con el actual Gobierno holandés. Su líder es una mujer que no está vinculada directamente con el sector.
En la Argentina, tras el conflicto del campo con el Gobierno Nacional en 2008 por la Resolución 125, saltaron a la arena política 11 agrodiputados que venían de las bases rurales. A 15 años, hoy son muy pocos (contados con los dedos de una mano) los legisladores que provienen de las filas gremiales del campo en el Congreso Nacional.
Un joven partido, con estructura propia para defender los intereses del sector agropecuario, promete dar voz a la revuelta de los agricultores contra los planes medioambientales del Gobierno neerlandés entró el pasado miércoles con fuerza en el Senado en las elecciones provinciales, asestando un duro golpe a la coalición del primer ministro Mark Rutte.
Sucede que, tras la reciente contienda electoral, se espera que el partido “Movimiento Agrícola-Ciudadano” (BoerBurgerBeweging o por sus siglas BBB) obtenga el mayor número de escaños en la Cámara Alta del Parlamento holandés. El partido, que se formó en 2019, desafía los planes del Gobierno neerlandés para reducir las emisiones de nitrógeno, que incluyen una reducción de la ganadería y prevén expropiaciones cerca de zonas naturales protegidas.
Concretamente, en junio de 2022 el gobierno anunció un proyecto por el cual busca imponer a los productores ganaderos la obligatoriedad de bajar las emisiones de nitrógeno hasta el 70% en algunos lugares e incluso hasta el 95% en otros, para “proteger el medio ambiente”. El objetivo principal es eliminar un tercio de los animales en los próximos 13 años -tanto ganado carnicero como lechero- y reducir los niveles de nitrógeno que la ganadería produce a través de su digestión y gases.
Según los últimos números escrutados, el BBB va camino a obtener 17 de los 75 escaños del Senado, por delante de los 10 del partido de centroderecha VVD del primer ministro Mark Rutte, en el poder desde 2010. Los sondeos sitúan al partido del campo en primera posición en todas las provincias encuestadas, con un 31,3% en su corazón, la zona rural de Overijssel, y un 14,3% en Países Bajos Septentrional, donde se encuentra Ámsterdam.
Una mujer al frente
Fundado en el 2019, el Movimiento Agrícola-Ciudadano logró su primer escaño en las elecciones generales del 2021. Su líder, Caroline van der Plas, de 55 años, es una antigua periodista especializada en agro que se hizo conocida por defender los intereses del campo frente a la avanzada de grupos ambientalistas y del mismo gobierno. Lo llamativo es que no se trata de una persona directamente relacionada con el sector, no es ni empresaria ni productora agropecuaria.
El día de la composición del nuevo parlamento, van der Plas se plantó en La Haya montada en un tractor. Desde ese mismo momento, ha sido una figura omnipresente en el debate político neerlandés y se ha convertido en la heroína de los miles de agricultores que llevan un año manifestándose contra las propuestas del Gobierno para cumplir con los objetivos climáticos que se ha marcado el país, en parte derivados de sus compromisos con la agenda verde de la Unión Europea.
Aunque su base está en el campo y ha obtenido sus mejores resultados en las provincias del centro y norte del país, también han registrado buenos resultados en las ciudades y grandes áreas metropolitanas.
El credo político del BBB oscila entre posiciones de ultraderecha respecto a la inmigración y el asilo, el euroscepticismo (piden el retorno a la idea de la unión de “países soberanos”) y postulados más bien progresistas en cuestiones como la sanidad o la fiscalidad (quieren más impuestos a las grandes corporaciones y defienden el transporte público) mientras apuestan por la energía nuclear.
Si la última insatisfacción social francesa se manifestó a través de los “chalecos amarillos”, en los Países Bajos la prenda con la que se manifiesta ese descontento es el pañuelo rojo típico de las zonas rurales. Van der Plas lo adoptó desde el primer día. En las regiones fronterizas de Flandes (Bélgica), donde las medidas para reducir las emisiones agrícolas también han provocado protestas, es frecuente ver la bandana roja delante de las casas en señal de apoyo a sus vecinos.
“Los Países Bajos han demostrado claramente que estamos hartos de esas políticas”, declaró a la cadena pública NOS Caroline van der Plas, líder del partido BBB. “No se trata sólo del nitrógeno, se trata de los ciudadanos a los que no se ve y no se escucha, a los que no se toma en serio, cuyos problemas no se afrontan”, agregó la mujer.
*Fuente: este artículo se elaboró con parte de información publicada por el diario La Vanguardia de España