Las perspectivas climáticas de corto plazo siguen siendo adversas para los productores agropecuarios para lo que resta de 2022, pero hay esperanzas de cambio a principios del año que viene.
Cindy Fernández, meteoróloga del Servicio Meteorológico Nacional, adelanta que para las próximas semanas se esperan lluvias inferiores a lo normal, sin grandes acumulados, sobre todo en la región pampeana y en el norte del país.
La excepción podría estar en las provincias del NOA, donde podrían iniciarse las precipitaciones características de la temporada húmeda. Para octubre y noviembre persisten las perspectivas de lluvias por debajo de lo normal, sobre todo en el NEA, este de Buenos Aires, Cuyo y en el centro-norte de la Patagonia.
Para el resto del país Fernández espera condiciones más cercanas a la normalidad. La justificación de este pronóstico poco alentador es que sigue activo el fenómeno La Niña por tercer año consecutivo, una sucesión poco frecuente pero que ya se verificó en la década del 70′ y del 90′. Según los pronósticos que analiza Cindy, el evento podría mantener su influencia hasta inicios o mediados del verano y luego reduciría su efecto.
Siembra tardía
Por su parte, el meteorólogo Leonardo de Benedictis coincide con el panorama complicado para el corto plazo, pero es más optimista a mediano plazo. “Los registros de lluvias de octubre y de noviembre seguirán siendo erráticos, aislados, y no terminarán de recargar satisfactoriamente los perfiles, sino que tomaron forma de núcleos”, anticipa.
Esta modalidad continuará durante el fin de la primavera por la influencia de La Niña, pero el evento podría finalizar más temprano de lo que se pronosticaba dos meses atrás: pasaría de marzo-abril a enero-febrero.
“Muchos modelos de escala global muestran que la pérdida de influencia de La Niña podría iniciarse a principios de 2023, lo que sería una buena noticia para los productores de gran parte del territorio nacional, aunque no hay que olvidar que la transición de un evento de este tipo a uno neutral no es inmediata”, condiciona.
“En marzo se podría establecer otro patrón de circulación de la atmósfera, con mayor caudal de lluvias en la región central y en el norte del país”, adelanta. De cumplirse esta perspectiva, los cultivos estivales tardíos podrían sacarle ventaja a los de siembra temprana.