Un estudio internacional demostró que este método “deja una huella de carbono hasta seis veces mayor” que la siembra convencional. “No hay que pensarlas como una gran solución”, explicó un biotecnólogo.
Desde “discúlpame si te bajé el sueño ecologista, pero así son las economías de escala champagne” a “dejame con mis morrones, tomates y albahacas en la terraza que me hacen olvidar que estoy rodeado de cemento”. Esos son algunos de los tuits que publicaron los usuarios como respuesta a una investigación estadounidense que generó polémica en las redes.
En un contexto que incentiva cada vez más la producción urbana y la generación de espacios verdes en la ciudad, el trabajo de los científicos expuso una realidad sobre las huertas en casa que sorprendió a todos, y abrió el debate sobre la contaminación.
El biotecnólogo Agustín Colombier, que tiempo atrás se hizo viral por enfrentarse con GreenPeace, publicó en sus redes el documento internacional con un mensaje contundente: “Un estudio de la Universidad de Michigan demostró que las huertas urbanas dejan una huella de carbono hasta seis veces mayor que los métodos convencionales de producción de vegetales. Al final, los que acusaban de contaminar, eran los que más contaminaban”.
“La ciudad no es el ambiente ideal para producir alimentos”
En diálogo con la señal de televisiva de noticias TN, el divulgador científico explicó que “el estudio se desarrolló durante un año, teniendo en cuenta un ciclo de cultivo vegetal”, y que la Revista Nature, en la que se publicó el resultado, “es una de las más prestigiosas en el ámbito científico”.
Colombier detalló que la gran diferencia entre ambos espacios no solo es “la densidad de producción” sino también las condiciones de cada uno. “La ciudad no es el ambiente ideal para producir alimentos porque tenés que crear un ambiente desde cero, y eso requiere más infraestructura que el campo”.
El aumento de la huella de carbono se produce al tener que desplazarse para llevar tierra y materiales a las terrazas, balcones o patios donde se instala la huerta; al fertilizar y en el momento de regar. “En la ciudad la huerta suele consumir más agua, porque se riega más. En un cultivo convencional la humedad del suelo depende más del clima de la zona”, indicó el biotecnólogo.
“No nos vamos a cargar el planeta por las huertas urbanas”
Colombier analizó que las huertas urbanas “están buenas como hobby, como un método terapéutico y hasta educativo, para aprender lo difícil que es producir alimentos”, y a pesar del resultado de la investigación de la Universidad de Michigan, afirmó: “No nos vamos a cargar el planeta por las huertas urbanas, pero tampoco hay que pensarlas como una gran solución. No son eficientes y no sirven para alimentar a toda la familia, sino más bien para complementar una ensalada con esa producción casera”.
“¿Cuánto tenés que producir para no ir más a la verdulería y alimentar a todos? Porque además la producción no es solo una cuestión de espacio y tiempo sino de conocimientos sobre los cultivos, las plagas, los fertilizantes, pesticidas”, detalló el divulgador científico y concluyó: “No son malas per sé, pero no son la solución a la alimentación mundial ni al problema del carbono”.