La falta de agua pone en jaque al rinde de trigo 21/22. Lejos de alcanzar al rinde promedio de 45 qq/ha que marcó el trigo en la región núcleo en la campaña 2017/18, las expectativas ahora están puestas en las lluvias de principios de septiembre para que el cultivo no siga perdiendo rinde.
«Se desvanecen las esperanzas de excelentes rindes en trigo», afirma el último informe de GEA, la Guía Estratégica para el Agro de la Bolsa de Comercio de Rosario. Ante la demora de las lluvias, se esfuman las expectativas de superar el rinde promedio de 45 qq/ha que dejó el trigo en la región en 2017/18.
De esta manera, «se recrudece el temor por el abatimiento del cultivo que dejó la falta de agua en la campaña pasada». En la región núcleo, el trigo 2020/21 obtuvo un promedio de 30 qq/ha, 9 quintales menos que la media de las ultimas 5 campañas anteriores. Esta vez, el cultivo se sostiene por las reservas de agua que dejó el otoño y los aportes de julio. Sin embargo, el cereal ingresa en una etapa más demandante, el 20% de los lotes se encuentran comenzando la encañazón.
«Se mantienen 200.000 ha en estado regular a la espera de lluvias para revertir su condición. Los pronósticos indican que agosto finalizará sin aportes pluviales. Las expectativas están puestas en las lluvias de principios de septiembre», afirman los especialistas.
¿Cómo están las reservas?
En el centro sur de Santa Fe y el sudeste cordobés las reservas de agua están entre regulares y escasas. El detenimiento del desarrollo del cultivo, la pérdida de hojas inferiores y la menor fertilización por la falta de agua ponen en jaque al rinde triguero. En el centro sur santafesino se necesitan entre 20 a 30 mm para detener la caída del potencial del rinde. Mientras que en el sudeste cordobés las necesidades ascienden a más de 100 mm para alcanzar buenos niveles de humedad.
Hacia el sur provincial y el norte bonaerense las reservas mejoran. En Bigand, solo aquellos lotes con peor manejo o lotes con menor calidad de suelo podrían manifestar reducciones de rinde por la falta de humedad. En Pergamino, las lluvias acompañaron al ciclo del cultivo y permitieron incorporar los nutrientes nitrogenados aplicados durante el macollaje. Con una lluvia de 20 mm en la primera semana de septiembre se auguran buenas expectativas de rendimiento.