Suben los de precios de las categorías de hacienda que atienden al mercado local, cae el consumo interno por la crisis y bajan los subproductos.
Autor: Daniel Urcía – Presidente de Fifra
Todo esto complica las cuentas en las industrias. En ese contexto el aumento del precio de la carne no es más que la consecuencia de los problemas macroeconómicos y sectoriales sin resolver como los impositivos, entre otros.
Como dijimos en junio, cuando en la primera quincena se dio el aumento del 10% en los precios de la hacienda, que tuvo diferentes motivos como por caso la actualización en función de la inflación y por el cese de comercialización de ganado consecuencia de las restricciones a las exportaciones, en la medida en que la económica argentina siga con un ritmo de inflación del orden del 50% anual, un mercado de cambios con diferencias del 100% entre el dólar oficial y el libre, entre otros factores que distorsionan el comercio, los aumentos en los precios de la carne nos son el problema sino su consecuencia.
Todos sabíamos que a finales de año habría otra recomposición de las cotizaciones tan solo por la inflación acumulada desde junio que implicaba un atraso real de por lo menos 20% en el precio de la hacienda. Por otro lado, las cotizaciones de las categorías de invernada, de novillos y vacas se venían recuperando, por ende, el aumento de los precios del ganado para faena con destino al consumo interno (novillitos y vaquillonas) era cuestión de tiempo, antes o después de la elecciones, pero con la certeza de que ocurriría.
La suba se dio concomitante con las elecciones, tal vez ayudada por el clima político y la falta de un horizonte que dé tranquilidad a los diferentes operadores del negocio. Ante la incertidumbre económica y en un contexto inflacionario la población argentina y los operadores de cualquier actividad, curtidos ya todos, buscan asegurarse en la tenencia de bienes. En definitiva, todos sabíamos que se iba a dar la readecuación de precios que era y es inevitable.
Como siempre dijimos desde FIFRA, si desde el Estado no se corrigen aquellos factores que encarecen el precio (inflación, corrección de alícuota de IVA para el servicio de faena, régimen impositivo simplificado para el carnicero, alícuotas racionales de ingresos brutos que no superen 1%, etc), ¿qué puede llegar a hacer el sector privado?
El proyecto de ley impulsado desde el Consejo AgroIndustrial Argentino desde fines del año 2020 que contempla entre otros el cambio de valuación de la hacienda en pie iría al Congreso (está firmada por el Presidente y debería ingresar al Congreso). Esa iniciativa tiene por objetivo generar un ambiente de inversión. Todavía falta su tratamiento, aprobación y puesta en vigencia, todo ese tiempo transcurrido, equivale a un ciclo completo de cría. El stock no crece pero tampoco se le ayuda a crecer.
Por otra parte, el Ministerio de Agricultura y Ganadera de la Nación corrigió hace pocos días una grave injusticia denunciada por FIFRA desde el comienzo de la restricciones a las exportaciones (20/05/2021) y se le asignó “cupo” a las empresas frigoríficas que habían realizado inversiones pero que no tenían antecedentes de exportación en el segundo semestre del año 2020. Pasaron 6 meses, pero el Ministro Domínguez cumplió lo que se había comprometido a la semana de asumir.
En el titulo dijimos que la combinación de recomposición de precios de las categorías de consumo que llevarán a una disminución de las ventas y la caída de precios de subproductos (cuero y menudencias) colocan a los mataderos frigoríficos en una situación crítica que llevará seguramente a renegociar los acuerdos comerciales con los matarifes y por ende se ratificarán los aumentos que se trasladaran a las carnicerías.
La industria cárnica tiene un alto costo operativo y con aumentos de costos (salariales, energía, combustibles, entre otros) necesitaría un mayor volumen de faena y producción para ser competitiva. Pero como la oferta de hacienda para faena es menor y en consecuencia baja la productividad lo que eleva el costo por unidad. Como dijimos esto se da en un contexto de suba de costos y caída de los subproductos lo que se traduce en una corrección del valor del servicio de faena para no entrar en quebranto y eso deriva en incrementos en el precio de la carne.
Por eso desde 2015, cuando inició la crisis del cuero, insistimos que se debe igualar la alícuota de IVA al 10,5%, en su defecto se generan saldos técnicos al matarife que cargan al valor de la media res y del producto en la góndola. Pasaron las elecciones de medio término y el tratamiento de la agenda pendiente se impone.