En plena cosecha, el trigo concentra los mayores interrogantes; según el presidente electo, un programa de estabilización de la economía podría llevar entre 18 y 24 meses.
Autor: Diego de la Puente, el aurtor es socio de NOVITAS SA
Albert Einstein dijo alguna vez: “En momentos de crisis solo la imaginación es más importante que el conocimiento”. Él no dice que el conocimiento no sea importante, solo que, en momentos de crisis, la imaginación lo es aún más. Y vaya si hay crisis actualmente. No obstante, ello no solo es potestad de nuestro país. Podríamos también agregar las vicisitudes varias por las que atraviesa el mundo.
Con conflictos bélicos que, sumados, resultan ser –sin temor a equivocarme– los peores desde la segunda Guerra Mundial, no hay mucho más que se pueda agregar, en tal sentido. Pero como también la contrapartida de una crisis resulta ser la oportunidad, podríamos observar con cierta fidelidad los hechos en el corto y en el mediano plazo y de esta forma tratar de “imaginar” escenarios probables.
El trigo que se está cosechando en estos momentos posee la mayor de las incertidumbres. Mientras que los productores que vendieron forward hoy entregan ese grano y lo cobran a dólar oficial, aquellos que están trillando y vendiendo pueden acceder al tipo de cambio 50/50 (50% dólar oficial, 50% contado con liquidación). De más está decir que las diferencias son atroces.
La primera conclusión que se puede obtener es que aquellos que vendieron forward estarán tentados a entregar la mercadería lo más cerca de la finalización del contrato, de forma de darle tiempo a que el nuevo gobierno asuma y, eventualmente, pueda haber cambios en el tipo de cambio oficial.
Sin embargo, ello resulta en una eventualidad, de la cual nadie puede estar seguro. En el mientras tanto, hay que asumir costos para embolsar el cereal, de igual forma que el costo de oportunidad del dinero, al decidir no vender.
La segunda conclusión, reside en que, sin lugar a dudas, la intervención claramente “mata mercados” y genera asimetrías tremendamente desproporcionadas. Imaginemos por un instante un productor responsable que, como buen “coberturista”, toma recaudos al momento de la siembra para poder cubrir sus costos de producción vendiendo trigo a cosecha.
Tiempo para la gruesa
En el caso de la cosecha gruesa pareciera haber más tiempo. Pero, según el propio presidente electo, un programa de estabilización de la economía podría llevar entre 18 y 24 meses. Claramente la premisa es tener paciencia y mucha.
Pero cuando sacamos las luces del barro y enfocamos hacia el horizonte, la cosa muestra un paisaje distinto. Javier Milei en su programa de gobierno textualmente expresa: “El campo argentino es uno de los principales motores de nuestro país. La Argentina debería ser una potencia agropecuaria, pero no lo es por el constante castigo al sector. Para nosotros el campo será uno de nuestros aliados. Queremos volver a ser el granero del mundo”.
Para ello, tiene claro que hay eliminar la brecha cambiaria, terminar con los derechos de exportación y abolir todo tipo de intervencionismo distorsivo.
En momentos donde las lluvias, lentamente, comienzan a volver y el campo pueda aportar esos 20.000/25.000 millones de dólares que faltaron este año, la esperanza se renueva como todos los años. Esperemos que esta vez sea la definitiva.