El agro argentino es híper rentable, pero si tiene sobre él un Estado que atrapa desde el 70 al 100% de las ganancias de las empresas, no hay rentabilidad, ahorro, reinversión, acumulación de capital, aumento de productividad ni creación de empleo productivo posible.
POR: José Antonio Álvarez (Bumper Crop) Ing. en Producción Agropecuaria, Productor Agropecuario, Liberal en lo económico, Libertario en general y Agnóstico. Filosofía Objetivista. Fisiócrata moderno.
En Derecho, hay una figura que agrava la pena del delito de hurto. Es el denominado “robo calamitoso”. El robo calamitoso es el perpetrado luego de un accidente o calamidad sufrida previamente por la víctima.
Desde hace un tiempo, quienes se sirven – pero no participan – de la creación de la riqueza agropecuaria, intentan instalar la necesidad de transformar a la Argentina en el “supermercado del mundo”, sosteniendo que es primordial “agregar valor”. Lo cierto es que Argentina nunca va a convertirse en ese supermercado mientras se persista en la idea de esquilmar a quienes crean esa riqueza. Es insostenible que una actividad productiva, lícita y real creadora de trabajo productivo pueda convivir con una presión fiscal récord.
La presión fiscal oscila entre el 70 y más del 100% de las ganancias netas. Los gobiernos que tuvimos no parecen enterarse que nuestra nación es una del selecto grupo de diez países con capacidad para alimentar al resto del mundo, hoy, y hasta la eternidad.
Las similitudes con EEUU, Australia, Canadá y Nueva Zelanda son muchas, excepto en el tratamiento que nuestro país tiene con el sector productivo. Debemos recordar que nadie está más capacitado para multiplicar la riqueza que quien la crea en primera instancia.
El sector agrícola genera infinito valor agregado, sobre todo en la cadena de producción previa a la obtención de commodities. Las industrias y las ciencias más avanzadas del mundo, como la biotecnología, la de maquinaria autónoma y de precisión y hasta la satelital son hoy insumos del agro. Productos primarios como la soja y el maíz tienen entre 250 y 300 usos industriales conocidos en la actualidad, pero la industrialización de los mismos depende y es inversamente proporcional a la participación del Estado en esa renta agrícola.
El agro argentino es híper rentable, pero si tiene sobre él un Estado que atrapa desde el 70 al 100% de las ganancias de las empresas, no hay rentabilidad, ahorro, reinversión, acumulación de capital, aumento de productividad ni creación de empleo productivo posible.
El capitalismo de amigos no genera ningún valor agregado sostenible porque está condenado a subsistir únicamente mientras se perpetúe una injusticia, y ningún negocio puede montarse sobre una ventaja comparativa creada artificialmente mediante una acción inconstitucional. Esa acción inconstitucional es, en este caso, tratar desigualmente a los ciudadanos frente a la ley.
Es igualmente preocupante la falta de reacción de la sociedad, y particularmente de nuestro sector frente a la campaña de difamación a la que está sometido el sector agropecuario. Desde los planes de estudio diseñados por el Ministerio de Educación hasta las burdas campañas de personajes financiados por el poder. Todo ese esfuerzo difamatorio tiene como único objetivo hacer frente a la sociedad más digestible la exacción fiscal a la que se ve sometido el sector.
Para terminar, la pregunta que deberíamos también hacernos es, a qué país quisiéramos que se pareciera la Argentina. Si la respuesta es a Australia, Canadá, Nueva Zelanda o el interior de los EEUU, entonces deberíamos hacer lo mismo que hacen esos países. Esto es: eliminar los impuestos y restricciones a las exportaciones, unificar los tipos de cambio y dejar de discutir de una buena vez la propiedad privada, derecho consagrado en la Constitución Nacional, contrato social por el cual nuestros antepasados eligieron vivir aquí.
Los Estados se deben financiar con el producto de las ganancias, no con el ingreso bruto ni con el capital acumulado, y a su vez, poder deducir de aquéllas toda la reinversión en bienes de capital que se realicen, de manera acelerada. Todos los países agroexportadores que funcionan tienen ese esquema: y producen cada vez más, industrializan su producción sin necesidad de prebendas ni tipos de cambio diferenciados, tienen empleo pleno, salarios crecientes y no tienen casi pobres, les sobran alimentos y calidad de vida.
Las retenciones son una apropiación ilegítima e inmoral de la propiedad privada. Para eso ya se paga 35% de Impuesto a las Ganancias. Apropiarse de algo que no les pertenece es robar. Robar es un delito. Quien lo comete, es un delincuente. Y quien lo defiende, es otro delincuente.