El trigo apunta a tener uno de sus mejores años, con una superficie sembrada de 6,8 millones de hectáreas y un mercado internacional de precios sostenidos. Pero tras un comienzo auspicioso desde lo climático, algunas señales de alarma se empiezan a encender.
Para trazar un panorama general del desarrollo del cultivo, la analista de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires Daniela Venturino caracterizó tres situaciones diferentes según la zona geográfica. Según explicó, en el norte del país se puede decir que el trigo está sufriendo porque los cuadros más avanzados están entrando en espigazón y la escasez de lluvias viene desde hace más tiempo. “Considerando la combinación de trigo entrando en etapas críticas y temperaturas más altas y en aumento más pronto, las perspectivas no son buenas”, dijo.
Pero hay que agregar que en estas zonas esta situación es bastante habitual, nadie espera salvar su año con el trigo y el cereal se hace más como cultivo de cobertura para el manejo de malezas, aunque siempre viene bien cosechar algunas toneladas. “Este año eso va a ser difícil, sobre todo porque no hay perspectivas ni a corto ni a mediano plazo de tener algún evento de lluvias”, advirtió la especialista.
Mientras tanto, en la franja central en la que se encuentran Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y San Luis, las mejores condiciones están hacia el este, y empeoran a medida que se va hacia el oeste porque las reservas hídricas van disminuyendo y el cultivo también se siembra un poco antes. “En el norte de Córdoba hay cuadros que deberían estar más avanzados y sin embargo están demorados por el frío y por la falta de humedad. Además, en el oeste donde hay menos humedad hay más frecuencia de heladas últimamente, y eso viene golpeando al trigo. Si bien las temperaturas frías pueden favorecer un mejor enraizamiento, tantas heladas seguidas y con alternancia térmica le vienen pegando duro. Hay muchos lotes con puntas de hojas quemadas y cuando el trigo apunte a querer macollar o encañar se va a venir muy a pique”, explicó.
Por último, en la zona sur, el principal bastión triguero, la siembra todavía no terminó y los cuadros sembrados aún están en su fase temprana de desarrollo, con dos o tres hojas, pero hay algunas situaciones puntuales con problemas. “Hay algunos lugares con buenas reservas hídricas porque son terrenos bajos y hay lomadas que ya se están secando, y ahí el trigo empieza a manifestar signos de déficit. Allí también se están dando heladas que ayudan a que enraice. Las expectativas por el momento se mantienen estables, el trigo es muy versátil y con escasos aportes responde bien”, comentó Venturino.
Así las cosas, aun no hay razones para esperar una caída demasiado pronunciada de la producción de trigo en la Argentina y las principales estimaciones siguen apuntando arriba de las 20 millones de toneladas, pero todo dependerá del clima que haya en los próximos meses, cuando el grueso de los lotes entren en la etapa de definición de rendimientos. El pronóstico trimestral del Servicio Meteorológico Nacional anticipa, en casi todo el territorio nacional, precipitaciones normales o inferiores a lo normal y temperaturas normales o superiores a lo normal. Fuente Clarín.