Otra mala para Sergio Massa, la operatoria con el mercado de futuros deja a los sojeros más dinero que el programa incentivo exportador y agrava el problema de la escasez de divisas.
La frustración con el nuevo «dólar agro» -está ingresando la mitad de los dólares originalmente previstos- no solamente se explica por el precio que los productores consideran insuficiente, sino además por el surgimiento de una nueva operatoria comercial en el mercado de futuros, que permite hacerse con una suma un 25% más alta que la que ofrece el Gobierno.
Esta especie de «rulo de la soja» consiste en vender en el mercado de futuros a noviembre y, al mismo tiempo, operar contratos de dólares para la misma fecha. Según las cifras que publica el mercado de futuros Matba Rofex, esto implica asegurarse ahora un precio de venta de la soja a u$s381 por tonelada, mientras que podrá rescatar el contrato futuro de dólares a un tipo de cambio de $483.
Esa cuenta da al productor sojero un precio de $184.000, una suma que supera en 78% el precio de $103.000 que el nuevo régimen de incentivo exportador está pagando por la liquidación de la tonelada de poroto con el Dólar Soja 3.
Claro que para hacerse de esos pesos hay que esperar a noviembre y, si la inflación se mantuviera constante en los niveles de hoy, eso implicaría una acumulación de 56% hasta esa fecha. Aun así, la cifra que se puede obtener con el «rulo» seguiría siendo más atractiva que la actual.
Pero si se diera el caso de que el productor quisiera hacerse de los pesos ahora mismo, tiene la posibilidad de completar la operatoria con la emisión de un cheque por la cifra a cobrar en noviembre -en este caso $184.000- y descontarlo en el mercado financiero, lo cual le dejaría una cifra aproximada de $129.000. En otras palabras, con ese «rulo», el productor sojero puede obtener hoy mismo un 25% más alta que la que ofrece el ministro Sergio Massa con su nuevo esquema de incentivo.
Dólar agro: ¿una crisis autogenerada?
Lo irónico de la situación es que es la propia política económica del Gobierno la que ha incentivado el salto de las cotizaciones en el mercado de futuros que ahora se transforma en un «efecto boomerang» porque aporta un argumento adicional para que los productores agropecuarios retengan su stock en los silobolsas durante seis meses.
Las cotizaciones del Rofex dieron un brusco salto en la reciente corrida cambiaria de abril, y los precios están en ascenso. El volumen operado se incrementó con la volatilidad del tipo de cambio paralelo, lo que llevó que la tasa implícita, que estaba en niveles de 120%, rápidamente superara el 150%.
Los analistas del sector interpretan que detrás de la suba de las cotizaciones en el mercado de futuros está la expectativa de un incremento en el «crawling peg», es decir la tasa de microdevaluación diaria que realiza el Banco Central.
Hasta la corrida, ese ritmo devaluatorio se venía manteniendo en valores del 6% -es decir, por debajo del IPC mensual, que ya está más cerca del 8% que del 7%-, pero se notó un cambio de actitud por parte del Central. Esto fue, en parte, una reacción ante la escapada del blue, dado que la aceleración del crawling peg ayuda a disminuir la brecha con el paralelo. Pero, además, viene a cumplir con un pedido del Fondo Monetario Internacional, que desde hace meses viene reclamando con énfasis una corrección al retraso cambiario.
Lo cierto es que en las últimas semanas la tasa devaluatoria aceleró al punto que, si se hace la proyección mensual, se ubica por encima del 8%.
Y la incertidumbre del mercado se acrecienta, claro, por el factor político. En los últimos días los economistas tomaron nota de cómo se incrementó la diferencia de cotización entre el dólar previo a las PASO y el inmediatamente posterior.
«Los futuros del dólar dan cuenta de la mayor fragilidad de la macro. Las tasas implícitas de estas operaciones para fin de agosto han dado un salto de más de 140 puntos entre el 12 de abril y los últimos datos, una verdadera escalada. No debe ser considerado una casualidad que las mayores expectativas de devaluación se concentran hacia fin de agosto, fecha inmediatamente posterior a las elecciones primarias», observa el último reporte de la Fundación Mediterránea.
Y lo cierto es que el tipo de cambio implícito en las operaciones pactadas para fin de agosto implica un salto cercano al 60 % en menos de cuatro meses.
El dólar agro en crisis
Es en ese marco que quienes siguen de cerca la evolución de las reservas del Banco Central no ocultan su alarma: el miércoles se perforó el «piso psicológico» de u$s35.000 millones de reservas brutas, y se hace evidente que la principal estrategia de Massa para atravesar estos meses de escasez de divisas está mostrando resultados mediocres.
En abril apenas ingresaron u$1.600 millones, y para que se llegue a los u$s5.000 que Massa tenía proyectados por la venta de soja se tendría que dar un promedio diario de exportación cercano a u$s160, cuando lo que se está constatando, en la mayoría de las jornadas, es la mitad de ese volumen.
Los analistas habían dado, ya desde el mismo arranque del nuevo régimen de incentivo exportador, su diagnóstico sobre lo que estaba ocurriendo: el precio interno para el productor resultaba demasiado bajo, mientras que para las industrias aceiteras y las firmas exportadoras resultaba caro. Y esa pulseada de incentivos opuestos conspira contra el éxito del «dólar agro»
Traducido a dólares, los productores, que aspiraban a obtener un precio de u$s383, deberían resignarse a vender por sólo u$s310, según la estimación que hizo el economista Salvador Vitelli, analista del mercado agropecuario.
«El principal problema deriva en que estos esquemas distorsivos rompen el sistema de precios convencional al que está acostumbrado el mercado, generando fuertes desarbitrajes entre los distintos productos», señala Vitelli, que se muestra escéptico sobre que el Gobierno logre su objetivo de recaudar u$s9.000 millones con el nuevo programa.
Productores de soja, a la defensiva
Mientras tanto, la Bolsa de comercio de Rosario estima que este año ingresará un 60% menos de camiones al Gran Rosario, todo un indicador sobre el panorama exportador.
Y a esto se agregó, en las últimas semanas, la generalización del «rulo» con el mercado de futuros, que funciona como un incentivo adicional para retener soja en las silobolsas.
Según el consultor Salvador Di Stefano, esta práctica se está constatando entre los productores, que buscan la forma de equilibrar una ecuación de negocio amenazada, al punto que ya se registran casos de pérdidas significativas por los reveses climáticos de la última campaña.
«La situación está muy complicada. Te llama un productor amigo y te dice perdí 200 millones de pesos en esta campaña, otro te dice perdí 300 millones, otro no tiene posibilidad de revancha porque no hay humedad con el trigo, no tenemos lluvia», graficó Di Stefano en un panel de Agroeducación junto a expertos del sector.
El consultor apunta que esta conducta defensiva de los productores se hará más común en la medida en que el mercado de futuros permita mejorar los resultados del negocio para los productores.
«Todos venimos planteando este truquito de vender soja en noviembre, maíz en diciembre, tratar de vender productos a futuro con dólar futuro porque el Gobierno paga una tasa de dólar futuro espectacular. Y si se descuenta un cheque en el mercado de capitales para que la gente sume aunque sea 20.000 pesos más por tonelada, que hoy es un montón de plata en el escenario en el que está el campo argentino», es su elocuente descripción.