El sector agropecuario terminó el 2021 con dos preocupaciones centrales, el aumento en los costos de producción de granos y con afectación, por escasez o sequía, en el 70% de los cultivos que se ubican en la zona núcleo. Encima el Estado se lleva el 63% de la renta agrícola.
POR JOSÉ LUIS AMADO -PERIODISTA AGROPECUARIO- PARA DIARIO LA VERDAD
El jueves pasado se conoció el informe trimestral de FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina). Ese informe indicó que el 63% de la renta agrícola se va para el Estado. Es decir, de cada 100 pesos que le quedan a un productor luego de pagar todos los costos de hacer un cultivo y vender esos granos el Estado se queda con 63 pesos y al productor le quedan 37 pesos en el bolsillo. Con esos 37 pesos tiene que volver a sembrar.
Otro dato de FADA, indica que un 57% de los costos de una hectárea de soja están estrictamente dolarizados mientras que el restante 43% están pesificados. Si se considera el costo de la tierra pasa a ser el 68% la parte dolarizada. En el caso del maíz, como los fertilizantes y semillas tienen más peso que con la soja, los costos dolarizados ascienden al 61% de la estructura, mientras que los pesificados alcanzan el 38%, y si se considera el costo de la tierra, los costos dolarizados ascienden al 67%.
FADA explica que en los últimos 12 meses, el incremento nominal del tipo de cambio oficial fue del 25,8%, pasando de $81,30 por dólar a $102,3. En los últimos 3 meses, se incrementó un 4,2%. En ese contexto, desde FADA identifican algunas señales de alarma.
«Los precios de los fertilizantes han aumentado hasta un 129% en dólares. Los precios de los fitosanitarios han tenido incrementos de hasta el 190% en glifosato, y otros que superan el 60% como el 2-4D, con una gran disparidad de precios. Los costos de labores se han incrementado unos 10 puntos porcentuales por encima de la inflación», detallan.
Preocupante sequía
Era sabido que esta campaña iba a estar signada por el efecto “Niña”. Un evento climatológico complejo que determina menores precipitaciones y el cual comenzó en 2020 y se estima podría terminar en marzo 2022.
Lo cierto es que, si bien este evento no fue muy marcado en el período en que estuvo el cultivo de trigo, hoy sí se ve en su mayor expresión. Esta situación está trayendo mucha preocupación, habida cuenta que algunos maíces temprano están en plena floración femenina con lo cual es necesario el aporte de agua.
Por su parte, la soja también está complicada, y si bien podría resistir un poco más, las altas temperaturas de los últimos días podrían comenzar a dañar el normal desenvolvimiento de la planta con la eventual pérdida de rinde.
Por otra parte, recién se acaba de cosechar el trigo, del cual hay que destacar los excelentes rindes de la zona de Junín, pero hay que tener en cuenta que esos lotes ahora están sembrados con maíz tardío o soja de segunda, por lo que la lluvia de ayer cayó en un momento justo.
En este marco, el último informe de la Guía Estratégica para el Agro, perteneciente a la Bolsa de Comercio de Rosario, indicó que casi el 70% de la zona núcleo tiene escasez y/o sequía. Tanto es así que los especialistas de la Bolsa rosarina han indicado que de no llover lo suficiente se comenzará a perder potencial de rinde. Hay que tener en cuenta que hay una relación directa entre milímetros caídos y rindes del cultivo.
En cuanto a cuál es la necesidad de agua, hay que decir que es muy variable e indicar que la lluvia de ayer vino bien para esta región. Aunque los productores indican que han sido insuficientes. Cabe destacar que estas estuvieron entre los 15 y 30 mm depende la zona. Hay que tener en cuenta que en la región de Junín hacían falta no menos de 50 milímetros.
Al margen de esto, los productores apuestan siempre a una buena cosecha, pero a sabiendas que dependen de otros factores que no pueden manejar. Por el bien de todos, más aún en Junín el cual es absolutamente dependiente del sector agropecuario, ojalá la taba se de vuelta y este 2022 venga con buenos rindes de cosecha gruesa.