Cuando el pasado lunes se retrotrajeron las retenciones al valor anterior para la soja y el maíz, en el campo quedó flotando la idea que no supo o no pudo hacerse entender sobre lo dañinas que son las retenciones.
POR JOSÉ LUIS AMADO -PERIODISTA AGROPECUARIO- EXCLUSIVO PARA GRUPO LA VERDAD
Quizás, quien mejor explicó lo que ocurre haya sido el presidente de Maizar, Federico Zerboni, quien hace unos días publicó una columna de opinión en la que describe con precisión la problemática del sector maicero, pero que es demostrativo de todo el campo.
Dijo Servoni: “Desde hace casi diez años, la producción de maíz en la Argentina está estancada en alrededor de 50 millones de toneladas, aunque podríamos duplicarla: la cadena del maíz tiene el objetivo que denominamos 10×10, y es perfectamente alcanzable: sembrar 10 millones de hectáreas y lograr 10 toneladas en cada una, lo que nos llevaría a producir 100 millones de toneladas de maíz. ¿Por qué no lo logramos? ¿Qué nos falta?”, se preguntó el dirigente de MAIZAR.
Luego, en referencia a todo el sector productivo, explicó que “Hace 30 años, la Argentina picó en punta en materia de producción agropecuaria: conjugando biotecnología, siembra directa y expansión de la frontera agrícola. Llevó adelante una revolución que la hizo más que triplicar la producción total de granos, al pasar de 40 a 130 millones, y con un gran potencial de crecimiento tanto cuantitativo como en agregado de valor. Pero el Estado no vio al sector agropecuario como un socio estratégico, capaz de generar un desarrollo agroindustrial federal, localizado en las zonas de producción: lo vio como un lugar de donde obtener recursos fácilmente, incluso al punto de atentar contra su viabilidad”.
Luego, Federico Servoni reveló: “Así, llegamos a un estancamiento productivo, mientras que Brasil, que también había arrancado la década de los años noventa con un proceso hiperinflacionario, pasó de producir 55 millones de toneladas a más de 320 millones, y de importar alimentos a ser el principal exportador mundial. Con buenas políticas agropecuarias y fiscales, en los últimos 30 años Brasil aumentó su PBI por 257%, Paraguay 252% y Uruguay por 324%. Con malas políticas, el PBI de la Argentina apenas creció 56% en ese lapso”.
En este sentido, está más que claro que el sector agropecuario local no ha logrado generar los consensos necesarios para lograr políticas favorables, ni tampoco explicar bien la importancia que tiene lograr una mayor producción agropecuaria. Porque si no, se entiende semejante nivel de animosidad.
En cambio, en Brasil, los productores lograron convencer a los políticos y así nació el Instituto Pensar Agro (IPA), que asesora y coordina al bloque parlamentario agropecuario, que representa más del 60% de ambas cámaras legislativas. Y, visto los resultados, Brasil se ha transformado en una verdadera potencia en agroalimentos, mientras Argentina pena por mantenerse gracias a la persistencia de sus productores, no por políticas de Estado.
Y como siempre ocurre, para muestra sobra un botón. Hace unos días, Maximiliano Pullaro, gobernador de la provincia de Santa Fe dijo: Nosotros (se refiere a su gobierno), tenemos una línea de trabajo y nuestra línea de trabajo es fortalecer a nuestro sistema productivo, no al sistema financiero. Nosotros aquí a los bancos les cobramos más Ingresos Brutos. Les cobramos 9%, porque estamos en contra de la actividad financiera…”. Esta frase de Pullaro quedará en los anales de la política, porque el gobernador evidentemente desconoce que son los bancos los que mediante créditos financian al 90% de los productores agropecuarios de su provincia, es decir precisamente las entidades financieras que él desprecia.
Además es curioso, dado que Santa Fe es la primera en cantidad de unidades productivas, en cantidad de tambos, en fabricantes de maquinaria agrícola y en producción de biodiesel. Es la segunda provincia más importante en ganadería bovina y en producción de soja y es la tercera en producción de maíz y trigo. Algo que si o si debería conocer muy bien el gobernador Pullaro.
Y este desconocimiento del sector productivo, no es algo únicamente adjudicable a ese gobernador, también se lo puede señalar al propio presidente Javier Milei, a otros gobernadores, a la gran mayoría de los legisladores y a una innumerable cantidad de intendentes que no hacen otra cosa que destinar recursos de las Tasas que pagan los productores para fines desconocidos.
Pero la principal responsabilidad la tiene el presidente, dado que desconoce que la soja -el principal cultivo de Argentina-, con el actual 33% de retenciones es económicamente inviable en el 80% de los campos arrendados. Que el maíz es económicamente inviable en el 60% de los campos arrendados y que el trigo no debería tributar retenciones, dado que representa solo el 10% del valor del kilo de pan. Incluso, el presidente debería saber que las retenciones generan un daño grave a la mayor producción, además de atentar contra el desarrollo del interior.
Pero Milei no da marcha atrás con una decisión, por lo tanto habría que hacer algo distinto. Por ejemplo, proponer convertir las retenciones en un tributo en pago a cuenta de Ganancias, o sustituirlas por una suerte de empréstito al Estado, quien debería entregar pagarés (bonos) en lugar de la imposición sin anestesia.
“El sector agropecuario está listo para protagonizar el despegue que el país necesita. Iniciativa y resiliencia nunca le faltó, solo necesita un ambiente favorable. Está claro que el camino no es sin la política, ni contra la política, sino con la política. No podemos dejar pasar otra oportunidad”, cerró, no sin razón, su carta pública Federico Zerboni, el presidente de MAIZAR.