El Ing. Luis Villa publicó un proyecto para la completa eliminación de las Retenciones

El Ing Agr. Luis Villa fundamenta económica, financiera y agronómicamente cómo es posible eliminar de forma completa y en un único momento los derechos de exportación de productos agropecuarios y manufacturas de origen agropecuario.

POR: Luis M. Villa – luisvilla@fibertel.com.ar – En Twitter @LuisVilla2805

Fundamentación económico financiera y agronómica

Los Derechos de Exportación (DEx) referidos coloquialmente como “Retenciones” son
un instrumento muy utilizado en nuestro país, desde el siglo XIX y hasta la actualidad.
Jurisprudencia relativamente reciente de la Corte Suprema nos indica que deberían ser
considerados como Impuestos y no como Aranceles.

Los DEx fueron reimplantados inmediatamente luego del fin de la Convertibilidad (si
bien el poroto de soja tributó 3,5 % durante el “1 a 1”, configurando una protección o
estímulo para su industrialización en nuestro país).

Para 2003 las retenciones representaban aproximadamente unos US$ 2.500 M anuales.
Un 20 % de eso configuraba un ahorro para la población, vía menor precio interno de
los alimentos, mientras que el resto era un ingreso no coparticipable para el Tesoro
nacional.

Tomando en consideración a todo el conjunto de las cadenas agroindustriales y
alimentarias, los DEx representaron unos US$ 8.500 M en 2021. Es poco probable que
más del 15 % de ese monto haya significado un ahorro directo para la población.

Fundamentación económico financiera

El país no crece en forma sostenida desde 2011, luego de haberlo hecho a más del 8
% anual durante 5 años consecutivos, en el período 2003/2007. El PBI de fines de ese
lapso fue 51,8 % mayor respecto del valor de inicio.

Para 2007 el país contaba todavía con superávits gemelos (superávit fiscal primario y
superávit comercial), aunque había signos de agotamiento; el Riesgo país aún se
ubicaba por debajo de los 200 puntos. Incluyendo devengamientos por los bonos no
ingresados al canje de 2005, la carga anual de intereses no superaba el 2,5 % del
Producto (contra 8 a 9 puntos del PBI durante la gestión de la Rúa).

En números aproximados, en la actualidad hemos recuperado el nivel del PBI de 2018
(no en valores per cápita obviamente, dado que la población continúa aumentando),
con el doble de inflación y de pobreza (50 vs 25 %, en cada caso). La carga de
intereses se ubica en unos 5 puntos del Producto y continúa su deterioro.

Somos una de las 5 o 6 economías más cerradas del Planeta, midiendo la suma de
Exportación + Importación y relacionando ese monto con el PBI. Esto ha mejorado
algo, pero es debido al achicamiento en el denominador y a una nueva ola de buenos
precios de los commodities agrícolas, energéticos y en parte mineros, que actúa
elevando al numerador.

La actual Administración asumió con un US$ oficial de $ 60 y uno paralelo (CCL) de $
75, con una brecha de 25 % (como se la mide habitualmente). Actualmente la brecha
es de algo más de 70 % ($ 111 y $ 191 / US$), luego de haber superado el 100 %.
En parte esto se debe al atraso cambiario de todo 2021 (año electoral).

Visto desde la perspectiva exportadora, en la actualidad el factor negativo principal es
la combinación de atraso y de desdoblamiento cambiarios, incluso por sobre los DEx. El
país necesita crecer y así diluir sus erogaciones fijas, la carga de intereses y el
presupuesto de la Anses y de la Seguridad social y la Educación y Salud públicas (más
allá de la jurisdicción soberana o subsoberana que deba afrontar tales erogaciones).

El Ejecutivo pretende diluir esta carga fija mediante Inflación siendo que lo deseable es
que ocurra mediante Crecimiento (el Desarrollo es una etapa posterior).

La eliminación inmediata y completa de los DEx generaría una serie de impactos
positivos claramente superiores a los negativos, que podrían ser atendidos.

Asumiendo un incremento de la producción agropecuaria del orden del 30 % (por
única vez pero sostenido en el tiempo), es razonable suponer que el ingreso de divisas
al BCRA se incrementará en no menos de US$ 10 o 12.000 M anuales (unos US$ 1.000
M por mayor producción y exportación proveniente de la cosecha fina, sobre todo trigo
pero también cebada, otro tanto por incrementos en la exportación de carne bovina y
lácteos, buena parte del resto por la cosecha gruesa, sin dejar de considerar el aporte
de la cadena arrocera, la manicera y todas las otras economías regionales con
capacidad exportadora).

Esa cifra podría superar incluso los US$ 15 a 17.000 M anuales (siempre medidos en
base incremental). La AMO, la Oscilación Multidecádica del Atlántico, ingresó en la fase
más desfavorable para nuestro país, y esto introduce volatilidades significativas en la
comparación de resultados de años consecutivos.

La expectativa generada a partir de la nueva situación bien podría atemperar la
demanda legal de US$ en los sistemas de CCL y MEP. El Ejecutivo podría acelerar el
ritmo devaluatorio del tipo de cambio oficial unos 25 puntos por sobre la inflación de
2022. Podría llegarse a finales de año con tipos de cambio de $ 292 (CCL) y $ 206
(oficial), bajando la brecha a algo levemente por encima de 40 %.

206 = 103 x 1,6 x 1,25
(103 es el valor de arranque; 60 % es la inflación proyectada y 25 % es la tasa de
devaluación real del período del dólar oficial)

292 = 195 x 1,5
(195 es el valor de arranque; 50 % es la tasa de devaluación nominal del período del
dólar libre)

El Índice de la FAO para los precios de los alimentos se ubicó en un nuevo récord en el
mes de febrero, con un valor de 140,7. Todavía no está reflejado allí el efecto de la
guerra en Ucrania. El valor de 2019 fue de 95,1 (esto configura un argumento a favor
del Ejecutivo, poco usado y mal argumentado por la Administración nacional).

Sin perjuicio de mejoras en la calidad de la asistencia social actual, es razonable prever
una erogación extra equivalente a US$ 150 / familia / mes (al tipo de cambio libre)
para 4 M de familias y durante no menos de 18 meses. Se trata de una erogación
significativa, pero que debe hacerse en pesos argentinos. Se está frente a una decisión
éticamente inobjetable, dado que no hay prioridad superior a disponer de una
alimentación sana y completa (el acceso a aire puro, un ambiente sano, la ausencia de
ruidos molestos y una seguridad mínima serían algunos de los pocos casos a listar en
forma simultánea o tal vez previa).

La ayuda señalada en el párrafo anterior se funda en la necesidad de asegurar que la
población con menos recursos pueda enfrentar el incremento adicional, por única vez,
que tendrán muchos de los alimentos (que luego sólo bajarán de precio real en el
mediano plazo, sea por bajas en el mercado internacional junto con una economía
argentina más abierta e integrada, sea por una mejora en la productividad y el nivel de
actividad doméstico, sea por una combinación de ambas).

En simultáneo, debería establecerse un programa de corto plazo que resuelva
provisoriamente el suministro de agua potable, que es el primer alimento (8 M de
habitantes consumen agua no segura en nuestro país). Algo similar puede decirse
respecto del suministro de electricidad (consumimos 3.000 kWh / hab / año en
promedio, pero con amplias regiones con consumos de 500 kWh; un valor bajísimo).

Como resultado esperable, mejorará la paz social, se incrementará el nivel de actividad
y de empleo, no habrá desfinanciamiento en el Tesoro, aumentará el stock de
Reservas en el BCRA y disminuirá la brecha cambiaria a aproximadamente la mitad de
la actual; todo al cabo de 12 meses. Esto requiere de medidas urgentes, para permitir planificar la campaña fina que se inicia bajo el nuevo escenario.

Si bien no es el tema de este escrito, teniendo en cuenta brevemente la visión de
Sistema (sobre la que volveré en futuros escritos), conviene mencionar adicionalmente
que una baja del gasto en el nivel más alto de la Administración podría generar el
fondeo necesario para resolver definitivamente un tema social gravísimo, la Malnutrición infantil aguda (unos US$ 100 M mensuales, al tipo de cambio libre; tal vez durante unos 18 meses). Mejoraríamos así nuestros índices y dejaríamos atrás la presencia permanente de unos 50.000 chicos emaciados, exageradamente delgados, en peligro inminente de sufrir daños irreparables.

Mientras la austeridad de la clase política financia el combate a la malnutrición, un
redireccionamiento de los US$ 14.500 M a erogar este año en subsidios al consumo de
energía (es racional destinar sólo el 25 %) permitirían superar el primer año del nuevo
esquema. Esquema que debería reportar US$ 1.000 M incrementales al BCRA en
enero/febrero de 2023 (liquidación de la cosecha fina) y al menos otros US$ 10.000 M
incrementales en mayo/agosto.

Fundamentación agronómica

Según la última publicación conjunta de la FAO y la OECD (junio 2021), la prospectiva
a 10 años prevé que para entonces habrá a nivel mundial una disponibilidad de 3.025
kilocalorías (kcal) por habitante y por día.

Esto supone un incremento de 4 % sobre las 2.900 kcal actuales (en todos los casos,
antes de desperdicios y de transformaciones en proteína animal). Ocurriría luego del
aumento de 7 % respecto de las del año 2000, que eran 2.700 kcal.

En referencia a los incrementos de producción, que deben atender esta mayor
disponibilidad por persona y el aumento de la población mundial, estiman que un 87 %
provendrá de una mayor productividad por cada cultivo, un 7 % de una mayor
intensidad en el uso del suelo (mayor proporción de doble o triple cultivo por año) y
sólo un 6 % de incrementos de superficie (que se darían mayormente en Sudamérica).

Lo que sigue es una descripción general de nuestro recurso Suelo (he omitido hacer
referencias similares, referidas al Clima). Cifras en millones de hectáreas (M Ha).

Si bien es una clasificación taxonómica y no utilitaria, es sabido que los Molisoles son
de los suelos más productivos del mundo. Existen 750 M Ha en todo el mundo y más
de 80 M Ha están en nuestro país. Además, Argiudoles, Argiustoles, Hapludoles y
Haplustoles son una proporción mayoritaria.

Considerando ahora la clasificación utilitaria, conviene señalar lo que sigue:

Este stock de suelo de calidad contrasta con las aproximadamente 26 M Ha (físicas)
sembradas básicamente cada año con trigo, cebada, soja, maíz, girasol, sorgo, arroz y
algodón.

Breves conclusiones preliminares

Es fácil concluir preliminarmente que no existen restricciones respecto del recurso
Suelo (tampoco las hay respecto del Clima, más allá de la coyuntura que nos plantea la
AMO).

La única restricción que podría limitarnos es la falta de coraje o de nivel intelectual
suficientes para afrontar este desafío, actitud que debemos asumir no sólo por
nosotros sino también por lo que el resto de la Humanidad espera de nosotros.

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