Las redes sociales acortan las distancias, pero también son un espacio en el que cientos de historias se viralizan.
El amor en tiempos de redes sociales es habitual por estos días. Las demostraciones de sentimientos hoy se expresan a través de comentarios, me gustas (likes), reacciones a historias, fueguito va, fueguito viene, pero hace más de 40 años alguien decidió manifestarse de una manera impensada y alejada del presente.
La «demostración de amor más grande de la Argentina» nació en la década del 70. Todo comenzó con una idea de Graciela Yraizoz, una joven emprendedora que anhelaba con crear un «lugar ideal» para pasar el resto de sus días junto a su esposo Pedro Ureta y sus cuatro hijos.
Yraizoz era «amante de la música», según relató el usuario de Twitter Guido Rodríguez (@gui10road), quien comparte en sus redes sociales contenido relacionado al turismo. La mujer había ideado «La Guitarra» de árboles, una estancia familiar.
Sin embargo, murió a causa de una aneurisma cerebral y su anhelo pareció quedar incompleto. Graciela tenía 25 años en 1977 cuando atravesaba su quinto embarazo y dejó de existir, pero su esposo se ocupó de que el deseo de ella no desapareciera y trabajó para materializarlo.
Como homenaje a su «historia de amor» y con el objetivo de que Graciela lo mirara desde el cielo, Pedro, de 35 años, empezó a construir la estancia con forma de guitarra junto a sus cuatro hijos: Ignacio, María Julia, Soledad y Ezequiel.
DÓNDE QUEDA LA ESTANCIA «LA GUITARRA»
Su construcción empezó a fines de la década del ’70 cuando se plantaron 7000 árboles (cipreses californianos, eucaliptus y pinos), que tenían de 15 a 25 centímetros de altura. Este trabajo le llevó cinco años al productor agropecuario.
Al cumplirse el 35° aniversario de la muerte de Graciela, estos llegaron a su tamaño final. La forma de la guitarra solo es visible desde el cielo, o desde una buena altura.
El ciprés californiano se usó para armar el contorno de la guitarra, las cuerdas son de eucaliptos medicinales y la estrella fue realizada con pino ciprés. Este lugar se encuentra a unos 20 kilómetros al norte del pueblo General Levalle, en Córdoba.
«La Guitarra está construida en sus contornos por pinos cipreses californianos de color verde oscuro, las seis cuerdas de la guitarra están hechas con eucaliptos medicinales de un tono característico azulado y el puente, al igual que la estrella que decora la boca de la guitarra, están delineadas por pinos cipreses de piña», detalla uno de los hijos en su blog oficial.
Y agrega: «Desde adentro de la guitarra, por su inmensidad, uno pierde la perspectiva y difícilmente sepa en qué lugar de la guitarra se encuentre. Incluso, ni siquiera percibe que se encuentra en un parque que tiene forma de guitarra. Estos comentarios y sensaciones son los que nos hacen las personas que la visitan por primera vez sorprendidas».
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Graciela tenía 25 años cuando murió. (Foto: estancialaguitarra.blogspot.com).
LA HISTORIA DE AMOR DE GRACIELA Y PEDRO
Según en una entrevista concedida al diario The Wall Street Journal, ambos se conocieron en la década del ’60. Él tenía 28 y ella 17.
Ureta relató que en aquel entonces el párroco no quería casarlos porque creía que al ser tan jóvenes no iban a comprometerse con el matrimonio, pero le demostraron lo contrario.
La idea de la estancia nació a bordo de un vuelo sobre la llanura pampeana, Graciela había visto un campo que parecía ser un balde y tomó de ello su inspiración.
Eligió una guitarra porque era el instrumento que más adoraba. Años después de la muerte de su esposa, el productor agropecuario había consultado con paisajistas antes de comenzar a trabajar.
Recordó que no fue una «tarea fácil» porque se trataba de una «zona semiárida» con vientos fuertes y sequías. En más de una ocasión le tocó volver a sembrar y hasta casi desistió de la idea.
No desistió y siguió. El hacedor de esta obra murió en 2019 y logró reencontrarse otra vez con su amada Graciela.