Por Santiago del Solar. El autor es productor agropecuario de Rojas y ex funcionario de la cartera agropecuaria durante el gobierno de Mauricio Macri.
Muy particular es el comercio de granos en nuestro país. Por motivos de logística, simplicidad y a veces también de comodidad, es muy habitual las entregas de grano “a fijar”. En este tipo de contratos, el productor “entrega” (literalmente) la mercadería a un acopio, molino, industria o exportador, para cerrar precio más tarde. Luego, munido de un certificado que amerita poseer una cantidad de grano determinada, puede decidir su venta cuando lo considere oportuno, informando su decisión a quien le despachó la mercadería previamente.
¿Pero qué precio se toma para liquidar ese contrato? Ahí surge que la manera más habitual (pero no la única) es tomar los “precios pizarra” publicados por las cámaras arbitrales de las bolsas.
Estas cámaras arbitrales fueron creadas para los eventos de desavenencias entre comprador y vendedor, actuar como amable componedor, determinar estándares de calidad y poder justamente ser arbitro ante una disputa. Funciones sumamente importantes para la transparencia y fluidez del mercado.
De todas formas, nunca se pensó que ese valor publicado como meramente orientativo fuese el que en definitiva le “pone el precio” a un porcentaje sumamente importante de la cosecha argentina. Pero hete aquí, que desde hace muchas décadas esto sucede en la práctica habitual.
Quien ”fija” una venta, lo hace por “pizarra ciega”, por lo cual no puede saber a qué precio va a vender, ni tampoco su venta es parte de la formación del mercado. El precio al que se le anota su operación es el precio que publica la pizarra, con el mejor leal saber y entender de cuál fue el valor pagado en la víspera. No es en definitiva una venta con la puja entre comprador y vendedor de una comercialización normal de cualquier producto. Es solo una anotación.
En definitiva: el vendedor vende ciego y la “pizarra” tendría el papel del hábil lazarillo, que guía al vendedor no vidente, sobre cuál es el precio que le “corresponde”. Situación por demás incomoda, que se presta a más de una discusión, y el vendedor es un actor pasivo que se limita a leer la pizarra, y ver que le toco en suerte una vez publicado el precio de la cámara arbitral.
Tecnología
Los mercados institucionales tienen toda la tecnología y la información para mutar del sistema ya vetusto y ex post, como lo es la fijación por pizarra, y pasar de en lugar de “fijar” un precio, a realmente comercializar en el mercado, y así transparentar las operaciones, y poder verlas por pantallas de celulares o computadoras en el momento que se realizan.
Nadie en el mundo vendería una acción de una empresa en la bolsa con un precio que determinara una cámara arbitral según lo transaccionado el día anterior ¿Por qué lo hacemos con granos entonces?
Este debate no es nuevo. Se puso en la palestra recientemente por la decisión de dos empresas exportadoras de salir del sistema de las pizarras, y proponer fijar según precios que ellos mismos consideran adecuados. Por lo visto el sistema no conforma ni a unos ni a otros.
Creo llegó el momento de aprovechar toda la estructura y conocimiento del Matba Rofex para generar alternativas que realmente descubran los precios y ayuden a tener los mercados más transparentes posibles. Las herramientas que ya existen para fijar mercadería entregada por mercados a futuros bien pueden ser utilizadas. Es más ya se utilizan, pero solo en pocos casos.
En la era del HFT (High frequency trading) y operaciones online, donde se puede ver en vivo las transacciones de los mercados mundiales al instante, parecen quedar muy fuera de época las pizarras, las tizas y los borradores, que luego de operar “a viva voz”, se utilizaban para anotar las operaciones desde fines del siglo XIX.