Las lluvias han sido escasas y la cosecha gruesa no se perfila con buenos rindes.
La sequía que azotó al campo durante la campaña 2021-2022 y que sigue afectando a la actual implica un desafío para el Gobierno en relación a la capacidad de acumulación de divisas y podría generar una caída en el saldo de la cuenta corriente cambiaria de US$ 9.000 millones, según un informe de Aurum Valores. El dólar soja 1 y el 2 demostraron que la soja es clave para la ecuación cambiaria.
Incluso, hace unos días con un tono optimista, el Secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, afirmó en su cuenta de Twitter: «Las lluvias de año nuevo nos trajeron tranquilidad después de un año en el que la sequía hizo que los productores y productoras tengan que aplicar la inventiva que los caracteriza para minimizar el impacto. También es cierto que las lluvias han sido dispares en el territorio».
«Pero somos conscientes de que siempre hay revancha y en eso está el mérito que tiene nuestras y nuestros productores: innovación, formación y cooperación estratégica. Y nuestro compromiso de este año es el de acompañar ese proceso para que todos y todas podamos producir más», dijo.
Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario señaló que si bien se presentaron precipitaciones a partir de las últimas horas del sábado pasado sobre el oeste de la zona núcleo, para luego ir avanzando por el resto del área durante la jornada del domingo, los mapas de disponibilidad hídrica siguen mostrando características de humedad muy negativas, con condiciones de sequía en la mayor parte de la región.
Pero la prolongada sequía, que ya hizo estragos en la producción de la cosecha fina de trigo, amenaza con seguir afectando la producción de la cosecha gruesa con estimaciones de recortes de las exportaciones y de las liquidaciones de divisa.
«Con ningún otro sector que pueda suplir esa falta de oferta, además del adelantamiento a 2022 de las liquidaciones que podrían haberse hecho en 2023 y con la perspectiva de que en el período postelectoral pueda producirse un ajuste de precios relativos importante, lo que demoraría liquidación de divisas de este y otros sectores, la capacidad de acumulación de divisas del BCRA luce extremadamente desafiante», señaló Aurum Valores en su informe.
Con una caída en el valor de la cosecha y aún con menos importaciones de energía (tanto en precios como en cantidades), la caída en el saldo de la cuenta corriente cambiaria sería del orden de los US$ 9.000 millones: es decir, «pasaría de un superávit de casi US$ 4.000 millones en 2022 a un déficit de US$ 5.000 millones en 2023)», dice Aurum.
Así, la totalidad del deterioro cambiario se explicaría por las menores exportaciones del agro atribuibles a la sequía que produce la triple Niña, un evento de características extraordinarias que sólo ha ocurrido dos veces desde 1950 (54/56 y 73/76).
«Creemos que el FMI, que ha sido extremadamente complaciente para evaluar el cumplimiento del programa en 2022, continuará en esa tesitura merced a una decisión geopolítica que busca preservar el orden político local», afirmó la consultora.
«No podemos descartar que se consigan fondos adicionales (de organismos y/o bancos centrales o supranacionales) para mitigar los efectos de este shock que, en caso de materializarse (hoy por hoy lo estimamos ‘posible’ y ‘de alto impacto’), generaría mayor zozobra sobre el estado precario de la macro actual. Esos fondos adicionales procurarían lograr que se transite el año electoral con menos riesgo de crisis cambiaria», indicó.
«Otras fuentes adicionales de ingreso de divisas podrían provenir de nuevas versiones de tipos de cambio diferenciales. El problema es que otros productos de exportación que podrían ayudar a conseguir ingresos de divisas importantes tienen más impacto sobre la mesa de los argentinos con efectos indeseados en precios. Estos serían los casos por ejemplo del lanzamiento de un ‘dólar maíz’ y ‘dólar carne'», explicó Aurum.
«Otras versiones del dólar soja son esperables sin que cambie el ritmo de liquidación anual (la aceleración en algunos meses se revertiría en los meses de dólar normal) porque los stocks ya han sido en su mayor parte consumidos con las versiones 1 y 2», agregó.
En resumen, el informe indica que para evitar el déficit de divisas en 2023, la medida de fondo adecuada sería un ajuste cambiario que el Gobierno se resiste a ejecutar.
«Habrá que ver si el clima y su efecto sobre la cosecha le permiten al Gobierno tensar tanto la cuerda para pasar al próximo mandato el peso de hacerse cargo de los ajustes de precios relativos postergados por más de dos años», concluyó la consultora.
En ausencia de ingresos adicionales de organismos, bancos centrales u otras fuentes de financiamiento, considerando que el flujo neto del FMI en 2023 es negativo y con pagos de deudas corporativas que seguirían siendo deficitarios, el stock de reservas podría caer casi US$ 8.000 millones, dice Aurum. Parece demasiado, incluso para un FMI generoso y permisivo con Argentina.