Qué pasa con el consumo de carne bovina

La carne bovina corre por detrás de la inflación, pero igual cae el consumo.

De acuerdo al relevamiento de precios minoristas que realiza el Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), tanto la carne vacuna como la porcina y la aviar en los últimos doce meses registraron subas de precio inferiores a la inflación.

El precio del pollo y del pechito de cerdo tuvieron una variación interanual del 176% y 173% respectivamente, mientras que el precio promedio de los distintos cortes de carne vacuna alcanzó el 149% interanual, con apenas un 33% en los primeros diez meses de este año contra una suba general de precios de los alimentos que alcanza el 88,8% en este 2024.

El fenómeno, que obedece a distintas causas como una oferta abundante y una población sin capacidad de pago, afecta negativamente la rentabilidad de las empresas ganaderas y no se traduce en un aumento del consumo sino todo lo contrario.

«A pesar de ser la proteína cuyo precio se encuentra más atrasado contra inflación, la carne vacuna es la que mayor caída presenta en términos de consumo aparente en el último año», afirma el Rosgan en su último informe, y detalla que de acuerdo a los datos publicados por la SAGPyA, el consumo de carne vacuna cayó en los primeros nueve meses del año a un promedio de 47,3 kilos per cápita, lo que representa más de un 11% de caída en relación igual fecha de 2023, contra un consumo de pollo se en igual período se contrajo en menos de un 2% y un consumo de cerdo que en este contexto se sostuvo, marcando incluso un ligero crecimiento.

«Al analizar datos de consumo aparente en productos como la carne, en los que la distribución y venta en el mercado local se realiza mayormente en fresco, es preciso tener presente que los volúmenes que absorbe el consumo se encuentran más relacionados con el nivel de oferta disponible que con el nivel de demanda. En tanto que, las preferencias de los consumidores o el nivel de demanda se ve reflejado en el nivel de precios que están dispuestos a pagar los compradores por determinado nivel de oferta que se vuelca al mercado», remarca el Rosgan.

Luego agrega que en este sentido, si bien al comparar los datos contra el año pasado, el volumen de carne producida que queda como remanente para el mercado interno – descontada la exportación- resulta sensiblemente inferior y es, en efecto, lo que se refleja en la caída del consumo per cápita, lo que verdaderamente está limitando la recomposición de precios de la carne es la escasa capacidad de compra que presenta el consumidor en relación a tal nivel de oferta.

Por lo tanto, según el informe, el ajuste del precio de la carne puede darse por dos vías: o por una mejora sustancial de la capacidad de compra del consumidor local, responsable de más del 70% de la demanda total de carne, o bien por una contracción significativa del nivel de oferta disponible.

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