El inesperado evento climático dejó gran preocupación, fundamentalmente en el norte de la provincia de Buenos Aires. En este marco ¿qué pasa con los cultivos aún si cosechar y con los precios?
POR JOSÉ LUIS AMADO –PERIODISTA AGROPECUARIO- EXCLUSIVO PARA GRUPO LA VERDAD
Las lluvias ocurridas entre el 15 y al 19 de mayo dejaron un saldo entre 100 y 370 mm en la región núcleo. Salto, fue el partido más perjudicado, recibió más de 300 mm. Chacabuco totalizó 370 mm, cuadruplicando el valor medio histórico de todo mayo. Rojas acumuló 290 mm, el valor más alto de los últimos 28 años para este mes. Baradero recibió 258 mm, marcando un record de lluvias en mayo de los últimos 19 años.
A la fecha, el noreste de la provincia de Buenos Aires ya recibió entre el 70 y el 95% del total de lluvia en un año normal. La Laguna de Gómez en Junín, que a fines de 2023 era utilizada para realizar travesías en moto y camionetas, hoy está en su máxima altura de agua. El río Salto alcanzó niveles históricos, llegó a los 10,20 metros al mediodía del sábado, batiendo el récord anterior de 9,60 m del 14 de abril de 2017.
Al margen de la lluvia caída, todos coinciden en que gran parte de la cosecha de soja de primera y de maíz temprano ya fue levantado, quedando pocos cuadros pendientes. Aunque hay que destacar que la zona más perjudicada fueron los partidos de Rojas, Chacabuco y Salto en dónde aún hoy no hay piso apto para que se terminen con las labores.
En la zona de Rojas, se había cosechado el 95% de la soja de 1ra, pero aún queda el 20% de la soja de segunda sin cosechar. “Las lluvias fueron de golpe y con una intensidad que nadie esperaba. De positivo, vemos que reaparecieron lagunas que hace años que no veíamos, y volveríamos a recuperar las napas. Nos llamó la atención lo rápido que drenó el agua, pero nosotros estamos en la parte alta de la cuenca. Si hubo encharcamientos en zonas planas, pero no vemos problemas. Pero no debe seguir lloviendo”, advierten productores.
En este marco, y de cara a la siembra fina hoy conviven dos realidades muy distintas en la región núcleo. En el norte bonaerense, los excesos hídricos complican seriamente el inicio de la campaña triguera. En cambio, mientras uno ingresa a la provincia de Santa Fe, los preparativos ya avanzan sin mayores inconvenientes.
En este sentido, los productores que ya habían podido avanzar en la estrategia de fertilización voleando la urea, hoy se han visto favorecidos por las lluvias, pues estas aportaron volúmenes óptimos. En paralelo, se avanza con los barbechos de presiembra en buena parte del centro y sur santafesino.
Pero en zonas donde llovió mucho, la historia es distinta. En Rojas, por ejemplo, las lluvias intensas arruinaron aplicaciones previas: “Se lavó todo. En algunos lotes se habían hecho ya aplicaciones de residuales. Un desastre”, lamentan. Y desde Colón advierten que el inicio de la siembra podría demorarse porque aún no comenzaron con las labores previas. “No debería volver a llover, porque si no se nos viene todas las labores encima y se va a retrasar la siembra”, explican.
El «disponible» no paga
En el marco de una campaña gruesa que vino con sobresaltos desde el inicio. Primero, la amenaza de sequía en diciembre y enero; luego, la recuperación gracias a las lluvias de febrero, y ahora con excesos hídricos en zonas clave del norte bonaerense, Fiorella Del Bianco, analista de mercado de Fyo, analizó el escenario de la campaña gruesa.
“Hasta antes del fin de semana catastrófico, veníamos con una cosecha del 65% a nivel nacional y rindes muy buenos, con zonas núcleo superando los 40 quintales por hectárea. Incluso se proyectaban 50 millones de toneladas según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires”, detalló Del Bianco. “Todavía es pronto para hablar de pérdidas concretas, porque la situación es muy dispar entre lotes”, explicó.
Pese al impacto climático, los precios no registraron grandes movimientos. “Sí vimos una caída en el ingreso de camiones a puerto, con apenas 2.000 diarios frente a los 5.000 de semanas anteriores, pero es una reacción típica cuando llueve”, afirmó. Como el grueso de la cosecha en zona núcleo ya pasó y no fue tan afectado, la presión sobre el mercado no se trasladó a los valores.
Donde sí se sintió el impacto fue en la logística y en el mercado disponible. “La presión de cosecha fue muy marcada. Vimos semanas con ingresos récord de camiones, coincidiendo con los precios más bajos: se llegó a pagar US$ 245 con sobrecosto por lo que se dice cupo, cuando se necesita la descarga”, señaló. Esta saturación en los puertos reflejó la urgencia por descargar, en una campaña con poco grano previamente comercializado.
Según Del Bianco, apenas un 15% de la producción estimada ya tiene precio, una cifra muy por debajo del promedio para esta época del año. “Si el productor puede evitar vender en el disponible y diferir ventas a julio o noviembre, hoy encuentra mejores precios -más cercanos a los US$ 300-, y puede financiarse con mejores condiciones que las que ofrece el mercado inmediato”, recomendó.
Sobre el famoso 30 de junio -fecha clave por vencimientos impositivos y la posibilidad de cambios en las retenciones-, Del Bianco fue clara: “Quien no pueda financiarse va a tener que vender. El 30/6 será una bisagra, y muchos productores están atentos a lo que defina el Gobierno sobre Retenciones”.
La conclusión es clara: el productor hoy está condicionado por el clima, los tiempos logísticos, los precios del mercado y la necesidad de hacer caja. Pero si puede elegir, diferir la venta parece ser el camino más rentable. Y como remató Fiorella Del Bianco: “Si tenés soja guardada y podés esperar, hacelo. El disponible no paga”, sintetizó.