En la presente nota trataremos de responder a qué pasa si se hace soja o trigo en los campos del periurbano. Dan respuesta a esta pregunta el INTA Pergamino y el Ingeniero Agrónomo Germán Michetti.
POR JOSÉ LUIS AMADO –PERIODISTA AGROPECUARIO- EXCLUSIVO PARA GRUPO LA VERDAD
La inexistencia de una normativa provincial que ordene el uso de los fitosanitarios hace que cada distrito bonaerense tenga una diferente, siendo el partido de Pergamino el de mayor restricción de toda la provincia. En este sentido, hasta los 1090 mts, la restricción en el uso de fitosanitarios es total y los aviones aplicadores están prohibido hasta los 3000 metros del periurbano. Esto determinó que 6.000 hectáreas de los mejores campos del país quedasen fuera del manejo productivo tradicional, afectando a más de 100 productores pergaminenses.
Hay que aclarar que en la zona de exclusión más extrema se impide el uso tanto de fitosanitarios como de fertilizantes y que fue establecida por un fallo judicial de 2019. Algo que no se va a analizar en esta nota, pues solo nos atendremos al tema agronómico y a dar respuesta la pregunta del título de la nota.
Hace unos días, se conoció que el INTA Pergamino estuvo midiendo el impacto productivo y económico de la zona de exclusión. Cabe destacar que esta experimental se quedó sin 300 hectáreas de campo porque quedaron dentro de la zona con restricción al uso de fitosanitarios.
El trabajo del INTA, que estuvo a cargo del Ing. Agr. Andrés Llovet, comparó los cultivos de soja de primera, soja de segunda y trigo realizados con y sin agroquímicos. Los planteos convencionales se hicieron bajo siembra directa aplicando fitosanitarios y fertilizantes; en cambio, los ensayos bajo exclusión se realizaron sin agroquímicos ni fertilización y con labranza convencional.
En concreto, el resultado -medido a partir de 6 campañas agrícolas continuas-, mostró que la soja de primera rindió en promedio apenas el 41% respecto al sistema tradicional. Es decir, el planteo sin insumos rindió unos 15 quintales por hectárea, contra 36 quintales en el sistema de siembra directa. Por su parte, la soja de segunda cayó en promedio al 24% y el trigo al 60% de su rinde habitual.
La diferencia económica también fue fuerte. En soja de primera, el margen bruto promedio en convencional fue de US$ 494 por hectárea, mientras que el planteo sin insumos terminó en promedio en –US$ 24/ha. En trigo, el margen bajó en promedio de US$ 268 a US$ 167 por hectárea.
El objetivo del estudio del INTA Pergamino, fue mostrar qué pasa en campo propio cuando cambia el manejo productivo y a la vez buscar que los datos sirvan para pensar alternativas reales.
La mirada de un asesor privado
En comunicación con LT20 Radio Junín, el Ing. Agr. Germán Michetti, en su rol de productor y asesor privado de productores pergaminenses comentó que “Lo que hizo el INTA fue ponerle número a la producción cuando no se usan fitosanitarios y se pasa a la labranza mecánica, por eso los números fueron tan bajos en rindes. Y gracias que tenemos algo de tecnología como Intacta que nos ayuda a controlar algunas plagas, pero después uno queda muy expuesto a las enfermedades en los cultivos cuando no se aplica absolutamente nada”, comentó el técnico.
También Michetti destacó que “de todas formas lo que se midió son las pérdidas económicas, el margen bruto, porque también está lo que no vemos como es la pérdida de estructura y aumento en la erosión de estos suelos por el obligado uso de las labores mecánicas”, explicó.
El profesional también subrayó un dato no menor, al decir que “hay muchos campos que están abandonados, porque el productor no lo sabe manejar o, si hace algún cultivo, tiene temor a quedar involucrado en un tema judicial”.
En cuanto a qué se puede producir en campos que quedaron dentro de la zona con máxima restricción, el Ing. Michetti explicó que “la ganadería sería lo mejor, aunque aquí juega mucho el lugar donde está el campo por la exposición al abigeato. Hacer ganadería y producción mixta sería lo ideal, porque la ganadería controla ciertas malezas complicadas y ayudaría a la fertilidad del suelo. Otra producción es la silvopastoril, es decir forestación con pasturas. De todas formas, acá lo importante es cambiar la cabeza, ver la producción en estos campos a largo plazo. Porque obliga a un manejo muy diferente a un campo normal”.
Y en cuanto a los cultivos de servicio, destacó que “hacer un cultivo de servicio con reducción de fitosanitarios anda muy bien, pero hacerlos sin nada es complicado porque un año puede andar bien, pero si algo sale mal el banco de malezas puede ser peor. Por ejemplo, se puede hacer visia y arriba un maíz tardío que puede dar unos 5000 kgr, pero esta es la foto, porque cuando uno lleva esto en el tiempo lo más seguro es que termines haciendo labranza en el lote. No queda otra”.
Finalmente destacó: “Aquí también se está haciendo mucho rollo para comida animal, y es verdad que es una posibilidad más, pero ya hay tantos que hacen lo mismo que estamos tapados de rollos. En concreto, esta restricción ha cambiado la dinámica de la producción en estos campos. Porque cuando uno tiene el campo en una zona en donde algo se puede aplicar es una cosa, pero si no se puede poner nada, es todo un tema”, cerró.