Radiografía del sector ovino argentino

En Argentina hay 93.062 establecimientos dedicados a la ganadería ovina que reúnen a un rodeo de 13.347.911 de animales, muy lejos de los 74 millones de cabezas que supo tener a fines del siglo XIX.

Hoy, como consecuencia de una menor producción a nivel mundial, la demanda de carne de cordero y lana está insatisfecha y eso representa una gran oportunidad para el sector ovejero nacional que tiene mucho para crecer. Pero ¿cuál es la realidad de la producción en el país? ¿cómo se produce? ¿cuáles son los puntos fuertes y débiles del sector? ¿está preparado para asumir nuevos desafíos?

La actividad ovina se realiza en todo el territorio argentino pero con características muy diferentes según la región. La mayoría de los productores son pequeños: hay más de 76.000 establecimientos que tienen menos de 100 animales. Con más de 3.330.000 animales, la provincia de Chubut lidera el rubro, siendo la mayor productora de lana de excelente calidad. En segundo lugar se ubica Santa Cruz con 2.535.000 ovinos, posicionándose a la cabeza en producción de carne de esta especie. En tanto, Río Negro ocupa el tercer lugar con 1.092.000 animales, seguida por Buenos Aires con 1.953.000 (aunque este número representa el 50% del stock real porque hay muchas majadas sin declarar) y Corrientes con 1.018.000.

Producción de lana
Una oveja puede dar en promedio entre 4 y 6,5 kilos de lana sucia en la Patagonia y de 2,5 a 6 kilos en la provincia de Buenos Aires. En las esquilas preparto del sur, las que se realizan entre agosto y octubre, que son un 65% del total, se obtienen normalmente alrededor de 4 kilos de lana. Mientras que en las de postparto, que se hacen en diciembre y enero, se logra un volumen mayor a 5 kilos. Medido en lana limpia, el promedio de todas las ovejas está en 2,5 a 3 kilos por animal.

En la Patagonia se produce lana fina, la de mayor calidad, cuyas fibras tienen un espesor de 19 a 25 micrones. Desde la provincia de Buenos Aires hacia el norte del país, en tanto, se obtiene lana gruesa de unos 28 micrones o más. Esa diferencia tiene que ver con la genética y con la menor disponibilidad de alimento de calidad: a menor comida, más fina la lana. Por caso, la fibra de los animales de raza Corriedale alcanza un espesor de unos 25 a 26 micrones en el sur de Argentina pero en Buenos Aires puede superar los 28 micrones.

Chubut lidera la producción de lana en cantidad y calidad a partir de ovejas de raza Merino. La cotización de esa lana fina varía entre US$ 4 a US$ 8 por kilo, mientras que la lana gruesa se paga solo US$ 2,5 a US$ 3,5 o $ 60 a $ 70 el kilo. En tanto, la lana cruza fina del sur obtiene entre US$ 2,5 y US$ 4,0 el kg, mientras que las gruesas no patagónicas de más de 29 micrones, mal acondicionadas, entre US$0,50 a US$ 0,70 el kilo. Es que las fibras de 26 micrones para arriba tienen una demanda muy restringida a nivel internacional.

En el centro del país la esquila se realiza habitualmente en el mes de octubre y las fibras obtenidas llegan a 28 micrones o más. “Si hacés las cosas bien, generalmente salís hecho. También depende del año, a veces quedás abajo y otra arriba”, contó Jorge Masi Elizalde, productor ovino de la localidad bonaerense de Nueve de Julio. En su zona, se unen con otros ovejeros para hacer esquila conjunta y bajar costos, contratando colectivamente a las comparsas de obreros que se dedican a la tarea y vienen bajando desde el norte.

Carne
En Buenos Aires, Jorge cría ovejas Texel, una raza carnicera de carne magra y menor olor, muy demandada. En su campo, maneja una carga de 12 a 35 animales por hectárea. “Compro carneros puros controlados o de pedigree. Hasta hace dos meses tenía 1.100 madres pero vengo de dos años de sequía y me tuve que deshacer de casi la mitad del rodeo, me quedé con 700”, contó.

El período de preñez de la oveja es de cinco meses. Normalmente, los servicios se dan en otoño y las pariciones en primavera. Después del nacimiento, los corderos deben destetarse a tiempo para que las ovejas descansen unos tres a cuatro meses y recuperen su condición corporal antes de volver a ingresar a servicio.

En Patagonia, los primeros corderos salen al mercado para Navidad con apenas 60 días y 9 kilos de peso, pero la mayoría se venden en enero y febrero, con 90 días y un peso promedio de entre 10 y 12 kilos en un año normal. “Este año, por la sequía, el promedio se ubicó entre 9 y 10 kilos”, indicó Miguel Obyrne, un ovejero de larga tradición en Santa Cruz y Tierra del Fuego.

Por su parte, en Nueve de Julio, Jorge vende sus animales a los 50 kilos luego de ocho meses de engorde, dependiendo de la disponibilidad de pasto. Pero otros productores de esa región suelen comercializarlos con 30 kilos, alrededor de cuatro meses después de la parición.

Según explicó, en Buenos Aires “el gran problema es la logística”. Mover las ovejas de un lado a otro “es muy costoso porque en un camión va la mitad del peso que si fuera ganado bovino, por eso, muchos productores recurren a la movilidad propia, a carros que se tiran con camionetas en los que van entre 20 y 50 animales”, dijo.

Otra forma de comercialización es la venta directa a frigorífico. “Se contrata un camión grande que lleva un lote entre 280 y 300 animales en una sola sacada y ahí amortizás algo”, señaló el boanerense. Hace algunos años comenzaron a surgir frigoríficos que compran los corderos y se encargan de faenarlos, trozarlos, envasarlos y comercializarlos. Algunos, incluso, realizan todas las tareas y luego le ponen la etiqueta del cliente. “También hay productores que trabajan a fasón, es decir, entregan el animal y pagan para que se lo faenen, y después retiran la carcaza”, detalló.

“Cada vez hay más oferentes de faena porque se está moviendo el consumo de ovinos, parece que no porque es un crecimiento de hormiga pero la carne va entrando cada vez en más lugares”, destacó Jorge. Por caso, frigoríficos que se dedicaban a la exportación de liebre cuya actividad mermó durante la pandemia debido a la interrupción de la caza de esa especie, se reconvirtieron para faenar ovinos.

“Hoy se vende entre $10.000 y $11.000 por cordero a frigorífico. Pero ese mismo animal, si te lo quedás, lo mandás a frigorífico, lo despostás y envasás al vacío, lo podés estar colocando en $16.000 a $24.000, y así y todo estás vendiendo el kilo más barato que el de carne vacuna”, indicó Jorge.

“Yo sacaba los corderos en 50 kilos vivos de los que se sacan 27 de carne y se usan para trozar y poner en bandejas al vacío, pero la mayoría de los productores en provincia de Buenos Aires o el norte del país vende en 30 kilos, al destete, porque no tienen instalaciones, ese es el cordero que se usa para la parrilla más habitualmente”, explicó Jorge. Otros venden directamente en la tranquera, en su campo, para consumo directo y llegan a cobrar $12.000 por animal.

“El precio no conforma mucho pero haciendo las cosas bien, con una alta carga por hectárea, el número cierra”, reconoció Jorge. “Si tenés buenas pasturas y complementás con alguna ración, a lo mejor, al mismo tiempo que un productor desteta en 30 kilos otro puede estar haciéndolo con 45 kilos”, agregó.

Hoy, los números para suplementar con granos no cierran. “Lo más barato es hacerlo con pasturas con alfalfas y tréboles pero no todo el mundo está preparado ni tiene las hectáreas necesarias para crecer”, señaló.

En el sur, el 99% de la producción ovina se hace a pasto natural aunque algunos esquemas están empezando a incorporar la suplementación en momentos estratégicos como el preservicio y unos 30 a 40 días antes de la parición. “Es incipiente y tiene la fuerte limitante que los suplementos vienen del norte del país y el costo de flete es igual o superior al valor del alimento”, contó Miguel.

A raíz de que hubo menos producción ovina en el mundo y la demanda es alta tanto a nivel nacional como global, el precio de la carne de cordero se sostuvo alrededor de US$ 5 por kilo gancho (dólar oficial) a productor en la región, “entre $500 y $550 el kilo de carne, cuando en los últimos años el promedio estaba en US$ 3,5 a US$ 4”, remarcó Miguel. “Pero hay un componente mentiroso ahí que es el retraso cambiario”, aclaró. De acuerdo con el productor, este año todos los mercados quedaron insatisfechos.

Santa Cruz es líder en producción de carne de cordero. En Río Gallegos hay tres frigoríficos para exportación de carne ovina habilitados para todos los mercados del mundo y desde allí sale carne con hueso por ser zona libre de aftosa. “En la provincia se faenan 400.000 cabezas hoy, un número muy reducido, hace quince años se faenaban de 600.000 a 700.000, cada vez hay menos producción de carne y de lana, esa es la triste realidad”, contó el productor patagónico.

Desafíos
Para Jorge, uno de los puntos flojos de la actividad ovina en los que habría que trabajar es en blanqueo de las majadas. “El problema es que la mayoría de los productores son muy chicos, con menos de cien animales, y pagar la enorme cantidad de impuestos se les hace inviable, entonces no declaran existencias y venden el cordero en la tranquera de su casa a muy buen precio a gente de alrededor”, analizó.

Otra de las necesidades de los ovejeros del centro y norte del país es la capacitación para mejorar el manejo y hacerlo más intensivo. “Necesitamos mano de obra calificada y por eso se están comenzando a hacer capacitaciones a profesionales, productores y trabajadores de la actividad a través de universidades, el INTA y especialistas en el tema”, contó.

Al norte del Río Colorado, la sarna también se constituyó en un problema a sortear ya que daña la producción y es casi imposible controlarla, por lo cual, algunos ovejeros están abandonando el rubro.

Asimismo, según Jorge, es clave la difusión del consumo de la carne y productos lácteos de oveja, para un crecimiento comercial.

“El mercado internacional está pidiendo bienestar animal, carbono neutro, cuestiones en las que queremos ser punta de lanza, por eso debemos incorporar las buenas prácticas y parámetros de manejo ahora que el sector está en crecimiento para que haya cuidado ambiental y no sean una barrera de comercialización más adelante”, advirtió.

Oportunidades
La ganadería ovina tiene gran potencial para crecer en producción y muchas oportunidades de multiplicar sus ventas internas y externas.

En la Patagonia, la actividad se realiza en condiciones agroecológicas y sanitarias privilegiadas que habilitan a acceder a los más exigentes mercados internacionales ya que se realiza con alimentación a campo natural y en una zona libre de aftosa.

Otro nicho para la expansión de la producción es la exportación de ganado ovino en pie. “Desde el sur de la provincia de Buenos Aires se iban a vender animales en pie a países árabes a US$ 85 por cabeza pero desde el gobierno nacional le pusieron trabas al comprador, se dispuso que deben faenarse en Argentina y no se pudo hacer”, contó Jorge.

Algo poco conocido pero que ya es una realidad, es la demanda de lana gruesa para su uso como aislante en la construcción de techos y paredes. “Con esas fibras se hace un vellón. Ya lo están pidiendo pero se necesitan volúmenes gigantes de lana gruesa para eso”, indicó Jorge. Esto podría ser una oportunidad para colocar la lana del centro norte del país en forma asociativa, conseguir mejores precios y mejorar la rentabilidad de las empresas.

Para el sur también hay más opciones que ya se están aprovechando. Allí, las ovejas permanecen en promedio cinco años en los campos ya que se van quedando sin dientes por la limadura de la tierra y de la arena, “ahí hay un enorme potencial de animales -entre 40.000 y 50.000- en capacidad reproductiva plena y alta calidad genética que podrían prolongar su vida útil y su valor yendo a poblar otras zonas del país, como Buenos Aires, donde no necesitan tanto diente, usándolas para cruzar con carneros carniceros”, detalló Miguel.

“Va a haber años buenos en precio, producción y demanda, hay oportunidades y eso es lo que alimenta las expectativas de los que viven acá por cuestiones históricas, culturales y familiares, que no van a abandonar hasta último momento y van a seguir poniendo el pecho”, subrayó Miguel. Fuente: Clarín

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