Se retira un actor clave en la actividad avícola argentina. Roberto Domenech, deja la presidencia del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) luego de tres décadas. El cambio de hábitos alimenticios, el crecimiento del sector y la amenaza de las importaciones.
A fines de julio, luego de más de tres décadas de gestión, a los 80 años Roberto Domenech, va a dejar la presidencia del organismo, en el que también se desempeñó como director ejecutivo.
-En retrospectiva, ¿Qué balance hace de su gestión en CEPA?
– A juzgar por lo que me tocó representar, ha sido un paso positivo. Dentro de un período de 62 años vinculado a la avicultura, estuve durante 31 años haciendo todos los pasos, construyendo una empresa, y cuando creí que ese era el camino, tuve que dejarla. Pero me sirvió el aprendizaje para poderlo canalizar en el crecimiento del sector, representando a todas las empresas del país. Yo arranqué con un consumo de pollo por habitante/año de 22 kilos y en este momento es de 47 a 48 kilos por habitante/año. Se duplicó ese consumo, y en el país de la carne.
-¿A qué le atribuye ese aumento?
– Se duplicó porque afortunadamente también canalizada en la exportación, salió mucha carne bovina. Y por otro lado, el pollo cada vez fue ganando más consumidores. Porque es una carne que gusta mucho. En el año 90, los que teníamos 45 o 50 años habíamos tenido un consumo de pollo muy escaso. No teníamos el hábito. Las nuevas generaciones se han criado comiendo pollo. Y lo que ha sido más importante, es que el pollo allá por los años 60, 70 costaba casi como un kilo de lomo. Del 2.000 para acá, con lo que se compra un kilo de asado, se compran 3 kilos de pollo. El precio fue un factor determinante, me animo a decir que en una casa se comen tres días de la semana pollo.
-¿Eso está vinculado con lo inaccesible que se está volviendo la carne vacuna para ciertos sectores?
– Sin ninguna duda. La carne sostuvo su valor y lo incrementó y el pollo lo fue bajando y fue mejorando el producto que ofrece.
-¿De qué forma estuvo implicado CEPA en ese proceso en el que el pollo fue ganando terreno?
– Se fue llegando gradualmente. Primero, porque creció la escala de producción y eso abarata. Hace 40 o 45 años atrás, una velocidad importante de faena en un frigorífico eran 5 o 6 mil pollos por hora. Hoy tenés frigoríficos que faenan 15 mil pollos por hora. Todo ese trabajo demanda una cantidad de gente sumamente importante. En empleo directo, el sector tiene 75.000 personas y en indirectos, más de 20.000. Es decir, que prácticamente la crianza de pollos en el país da trabajo a 100.000 personas. Argentina, en los 2 últimos años, viene produciendo ya un poco más de mil millones de pollitos bebé por año, es decir que estamos en 75 o 76 millones de pollos por mes, 3.700.000 pollos por día se faenan. Todo esto termina totalizando aproximadamente en 2.550.000 toneladas. Para tener una referencia, 3.300.000 toneladas es toda la carne que se produce en el país. O sea, estamos muy cerca. Lo que pasa es que de carne se exporta casi 1.000.000 de toneladas y de pollo se exportan 200.000 toneladas, el resto se consume en el país.
-Estamos atravesando un momento muy complejo en cuanto al consumo en general. ¿Cómo afecta la coyuntura económica al sector?
– El sector está con una demanda sostenida y con una oferta permanente. Es decir, está equilibrada la oferta con la demanda. No sobra ni falta pollo. Pero bueno, permanentemente estamos tratando de incrementar la producción, se hace un poco lento, porque hay que hacer inversiones y un crédito para poder pagar la construcción de un de un galpón es difícil de conseguir. Pero la Cámara sigue trabajando en esa línea. Ha tenido a lo largo de estos 30 años momentos de muy buen apoyo crediticio, sobre todo allá por el 2010 donde surgieron los créditos del bicentenario y donde prácticamente la mitad de las empresas pudo hacer una reconversión muy importante. En este momento nosotros venimos de un golpe fuerte, que fue la aparición de la influenza aviar en el año 2023. Por obligación, el SENASA tiene que cerrar todas las exportaciones. Fue un control que se logró bastante rápido, en 6 meses se cerraron todos los casos. Pero, bueno, no todos los países abrieron inmediatamente las importaciones.
-¿Cuál es el principal problema al que se enfrenta la producción avícola en la actualidad?
– En este momento, uno de los problemas que tenemos el hecho de que Argentina en dólares está muy cara y nosotros, cuando tenemos que exportar, tenemos que cotizar en dólares y el producto nuestro queda caro. Así que estamos bastante limitados con las exportaciones, no las veo creciendo más allá de que tengamos los mercados. También entendemos que lo primero es arreglar la macro, pero es imprescindible crear trabajo. Nos encontramos con el riesgo de una desocupación que, inevitablemente, reciente el consumo de todo. Es decir, entramos en lo que se denominaría un círculo vicioso. Los únicos dólares que verdaderamente sirven para afrontar las deudas son los que provienen de la exportación de nuestros productos. Los demás dólares es como ir a la usura.
El fantasma de las importaciones
Entre los logros de CEPA bajo su gestión, la aplicación por parte del Estado argentino a principios de la década del 2000 de un arancel a los pollos de origen brasileño, es uno de los más sobresalientes. El resultado se logró luego de que el organismo antepusiera una denuncia por dumping en el año 1997 a fin de proteger la industria local. Veinticinco años después, y con una coyuntura semejante en algunos aspectos, Domenech -que fue subsecretario de Políticas Agropecuarias y Alimentos durante el gobierno de Eduardo Duhalde- sigue sosteniendo: “pretender con la importación regular un precio de un producto perecedero como el pollo, no me parece”. Y agrega: “cuando hay una sobreoferta el precio se derrumba porque es perecedero, hay que venderlo”. “Este ese tipo de cosas sí nos preocupa -reconoció- porque ya vivimos la experiencia. En aquel momento con un consumo de 22 kilos por habitante, había espacio en el mercado. Hoy no hay espacio”.
-¿Está ingresando pollo de Brasil a niveles ya preocupantes?
– En el caso de la pechuga son niveles importantes. Si tomamos el total país contra el total ingresado, todavía estamos en un 3,5 o 4% de la producción local. Pero 4, 5 o 6% son números muy importantes en un mercado que está equilibrado. El balde se llena de agua y no lo rebalsan 10 litros, lo rebalsan 5 gotas.
¿Qué le aportó Roberto Domenech a CEPA?
-Le aporté orden, gestión, buena relación con los sindicatos, me tocaba trabajar cuatro convenios paritarios: el de la carne, la alimentación, los molineros y los trabajadores rurales. Entiendo que entrego una gestión con una avicultura madura, le queda a las empresas convertirla en una avicultura adulta y para eso se necesita una articulación público privada. Fuente: pilaradiario.com