La inestabilidad de los activos bursátiles y financieros a nivel global, el valor de las commodities y de la tierra son tres de los factores que cada vez pesan más en los inversores a la hora de comprar un campo. Se trata de los mismos elementos que hacen que la actividad del mercado inmobiliario rural en todo el país esté en ascenso. Al punto que actualmente la demanda de tierras agrícolas en la zona núcleo se encuentra “insatisfecha”.
Así lo afirmó José María Bauzá, presidente de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR), quien además detalló que este año regresaron las operaciones de mediana a gran envergadura en valor. Algo en lo que coincidieron otros especialistas del sector, que precisaron, además, que mientras el precio de la hectárea de un campo agrícola bueno en la zona núcleo venía oscilando entre los US$12.500 y US$14.500, últimamente se pasaron a realizar operaciones más cercanas a los US$14.500.
“Hasta fines del año pasado había movimiento, pero con pocas operaciones concretadas porque estaban muy lejos las pretensiones del vendedor con las ofertas del comprador, un 20 o 30% por debajo. Sin embargo, sobre fines del 2021 y principios de 2022 empezó una dinámica diferente, sobre todo para los campos netamente agrícolas”, explicó Bauzá.
En ese sentido, indicó que en febrero comenzó a subir la actividad. Esa tendencia se mantuvo hasta mayo y en junio se estabilizó. En julio pasado, “con la renuncia de Martin Guzmán [al Ministerio de Economía] y la disparada del dólar, la actividad se frenó”.
Sin embargo, en agosto hubo un repunte: “Hoy por hoy, en lo que respecta a la tierra de gran valor, que es la de alta calidad y altos rindes, la demanda supera a la oferta”.
Según Bauzá, este fenómeno se da porque, por un lado, subieron las commodities agrícolas y, por el otro, porque “la inestabilidad de los activos bursátiles y financieros a nivel global llevaron a querer tener un resguardo y un cambio de posición en activos tangibles y finitos como es la tierra”. Además, la invasión de Rusia a Ucrania generó un aumento en los costos energéticos con la consiguiente suba de valores.
“La tierra quedó con valores retrasados en relación con los factores antes mencionados y con relación a los valores que tienen las tierras similares en los países de la región”, apuntó.
De acuerdo al último informe de CAIR, el “Índice de actividad del mercado inmobiliario rural” (InCAIR) de agosto fue de 37,06 puntos, lo que mostró una mejora de seis puntos respecto a julio. El índice se elabora sobre la base de búsquedas, consultas, publicaciones de venta de campos, operaciones.
Frente a estos valores, en CAIR sostuvieron que “el mercado inmobiliario rural lentamente se está desprendiendo de los avatares políticos y económicos locales, pues factores externos como la inflación en monedas duras, el valor de las commodities y de la tierra, pesan más al momento de la toma de decisiones”.