Un informe oficial advierte que «hay una alta probabilidad de que haya un evento Niña». Se trataría de la tercera campaña consecutiva con un efecto consecuente en menores precipitaciones y un menor rinde por hectárea.
Los agricultores y los funcionarios del Gobierno que monitorean la actividad en el campo comenzaron a preocuparse por las proyecciones públicas y privadas que estiman menores precipitaciones a las normales en las regiones del país donde a fines de mayo comenzó a sembrarse trigo, y que continuará hasta los primeros días de julio.
De acuerdo a la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA) del ministerio de Agricultura, el noroeste de la región pampeana y gran parte de la provincia de Córdoba presenta condiciones aun deficitarias en cuanto a la oferta de agua del suelo.
La ORA también advirtió que «esta campaña se prevén lluvias inferiores a lo normal para el trimestre mayo, junio, julio, especialmente para la región sudoeste de la provincia de Buenos Aires y noreste de La Pampa». El organismo nacional observó que la probabilidad de lluvias en Córdoba aún no está definida.
Si bien Agricultura sostiene que «las perspectivas climáticas para la siembra de trigo son alentadoras», también advierte que «hay una alta probabilidad (mayor al 75%) de que haya un evento Niña muy leve y que el clima se comporte de un modo neutro». Se trataría de la tercera campaña consecutiva con un efecto consecuente en una mayor sequía y un menor rinde por hectárea.
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) pronosticó, por su parte, que la sequía provocará la pérdida de 100.000 hectáreas de trigo, reduciendo la estimación nacional a 6,3 millones de hectáreas.
La situación contextual, caracterizada por crecientes costos de los fertilizantes y la incertidumbre que hace semanas provoca la falta de gasoil para la operatoria diaria de los productores, está llevando, de acuerdo a especialistas consultados por Reuters, a dedicar más tierra a la soja y reducir la tierra dedicada al trigo. Otros analistas indican que el trigo será reemplazado con cebada.
El año pasado, la Argentina tuvo una cosecha récord de trigo, con cerca de 22,4 millones de toneladas, por lo que varios países esperaban que desde el cono sur se pudiera ayudar a cubrir el déficit que provocó la salida de los mercados de la oferta exportable de Rusia y de Ucrania, ante la guerra desatada por el Kremlin en territorio vecino.
A comienzos de junio, un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó que la cosecha fina 2022/23 podría aportar nada menos que u$s 6500 millones en materia de exportaciones. Lo sostenido por los analistas Tomás Rodríguez Zurro, Desiré Sigaudo y Patricia Bergero, a la evidencia de los datos ahora arrojados por las previsiones meteorológicas, está puesto en duda.