Por Internet, personas y empresas compran bosques argentinos para frenar el cambio climático.
Los bosques son clave tanto para la regulación hídrica y climática como para la economía. «El mundo cambió y si no nos preparamos para una matriz productiva en la que la economía se adapte a la ecología, y no al revés, quedaremos retrasados», advirtió Emiliano Ezcurra, fundador y director de Banco de Bosques.
Los bosques nativos son fundamentales: posibilitan la regulación hídrica y climática, generan recursos para las comunidades locales, son un atractivo para el turismo y proveen muchos componentes para la fabricación de medicamentos. Pero en Argentina perdemos una superficie equivalente a más de 20 canchas de fútbol por hora. Nada es gratis: la destrucción de los bosques a nivel mundial es responsable de más emisiones de gases de efecto invernadero que las de todo el sector del transporte.
Emiliano Ezcurra, es fundador y director ejecutivo de Banco de Bosques, fundación que identifica las zonas de bosques nativos en peligro para alentar a empresas y particulares a comprar esas hectáreas y así evitar el paso de las topadoras. «Ya salvamos más de 130 mil hectáreas con donantes grandes, medianos y pequeños», afirmó.
El sistema combina imágenes satelitales y un software que traza un perímetro sobre las parcelas de bosque en riesgo, para que cualquier persona o empresa con acceso a internet que busque compensar su huella de carbono pueda adquirirlas conociendo el lugar exacto en el que se encuentran. Se trata de un dilema ambiental y económico: «El mundo cambió y si no nos preparamos para una matriz productiva en la que la economía se adapte a la ecología, y no al revés, quedaremos retrasados».
Periodista: ¿Cuál es la importancia de los bosques?
Emiliano Ezcurra: Los bosques están íntimamente relacionados con la provisión de bienes y servicios a las comunidades locales, y de manera global a la regulación climática e hídrica. También a la salud: el 25% de los medicamentos que consumimos tienen sus principios activos en plantas que se desarrollan necesariamente en ambientes boscosos. Además de ser el lugar de vida de muchísimos personas, son una gran fábrica de comida y un aporte decisivo para la industria turística. En nuestro país no habría Parque Nacional Nahuel Huapi sin el bosque andino patagónico ni Parque Nacional Iguazú sin la selva misionera.
P: ¿Nos olvidamos de todo eso?
EE: Sucede que la Argentina tiene su motor económico y de ingreso de divisas en la Pampa Húmeda, y se desarrolló desde sus inicios con un gran subsidio ambiental, por ejemplo, del bosque chaqueño, del que se sacaron los postes de quebracho para los durmientes de las vías del ferrocarril, la leña y el carbón para las locomotoras y la madera para fabricar tranqueras y casas.
P: ¿Se produjo algún cambio desde entonces a la actualidad?
EE: Sí, porque en las últimas décadas el mundo empezó a sentir con fuerza el costo humano y económico de perder bosques. Así se desarrollaron nuevas tecnologías de ingeniería forestal. Los argentinos sabemos perfectamente cómo manejar un rodeo ganadero, y nadie va a carnear a las vacas en un solo momento, eso lo sabe cualquier ingeniero agrónomo. Si lo tenemos tan claro con el ganado, ¿por qué no lo tenemos claro con los arboles? Otro elemento muy nuevo es el carbono: al ser grandes almacenadores de carbono tener muchos bosques pasó a tener mucho valor, porque presentan una enorme oportunidad para luchar contra el cambio climático.
P: ¿Alcanza con la Ley de Bosques?
EE: La ley 26.331, que fue muy luchada por las organizaciones ambientalistas, es excelente y no hay que cambiarle ni una letra. Lo que hay que hacer es cumplirla. Porque la ley fija los presupuestos mínimos, los estándares, pero cuando ocurre una violación a nivel provincial la Nación tiene muy pocas armas jurídicas para hacerla respetar, ya que el régimen federal indica en la Constitución que los recursos son de las provincias.
P: ¿Por qué no se cumple del todo?
EE: Es un problema de voluntad política. Siempre hay un amigo con una topadora y alguien que no se anima a imponerle una restricción tajante. Y hay poco vuelo en términos de visión de desarrollar los bosques de manera sustentable en serio, sin que sea algo extremista: no tenemos que ser todos hippies y veganos. Se trata de una cuestión de economía moderna, entender que el mundo cambió y si no nos preparamos para una matriz productiva en la que la economía se adapte a la ecología, y no al revés, quedaremos retrasados.
P: Ya hay indicios de que puede afectar las exportaciones…
EE: Nos enfrentamos a dos flancos: los mercados de destino de nuestras materias primas nos están diciendo que si no tratamos bien al medio ambiente no nos compran más. Y por otro lado está el problema interno, porque aunque nos sigan comprando nos estamos serruchando el piso nosotros mismos, estamos agotando los suelos y para que rindan terminamos trayendo potasio desde Marruecos. Se paga un alto costo por tratar mal el medio ambiente y exportar bajo un modelo extractivista y sin una lógica renovable.
P: ¿Cómo surgió la idea de «salvar hectáreas»?
EE: Un día estaba leyendo los avisos clasificados de los suplementos rurales, yo recorro bastante los bosques y empecé a ver que muchos campos a la venta eran de zonas que conocía. El aviso decía: «650 hectáreas a desarrollar». Y yo pensaba: «¡Pero ahí hay un bosque!». Eso quería decir: topadoras. Empecé a coleccionar avisos y me di cuenta que los cuadrados de bosques que desaparecían en las imágenes satelitales eran los que salían publicados en los suplementos. Como los valores por hectárea eran bajos, por ser campos marginales, me pregunté: «¿Qué pasa si genero una plataforma en la web que le permita a la gente impedir que desaparezca ese bosque, sabiendo exactamente cuál es la hectárea que pudo salvar con su plata?». Así nació y así funciona Banco de Bosques, con las donaciones de los salvadores. En ese campo la topadora no puede entrar… me parece una idea muy potente.
P: ¿Quién tiene la propiedad de esas hectáreas?
EE: Pasan a ser propiedad de la fundación, que no las puede vender y solo puede donarlas para crear un área protegida. También existe la posibilidad de realizar proyectos con la mentalidad de la ingeniería forestal, apicultura orgánica o ecoturismo.
P: ¿Cómo se neutraliza la huella de carbono?
EE: En las raíces, troncos y ramas de los árboles existe carbono que está en peligro de ser emitido y pasar a la atmósfera. Por el otro lado, hay personas, pymes y grandes empresas tratando de neutralizar sus emisiones y su huella de carbono. Entonces nos piden que calculemos cuánto emiten, medimos su huella, y le decimos que para neutralizarla deberían salvar una determinada superficie de bosque y que tiene determinado costo. A veces es el dueño de una pyme que lo quiere hacer por iniciativa propia, en otros casos lo exigen las casas matrices, otras lo hacen por el prestigio ante sus clientes. Las razones son distintas, pero el resultado positivo es el mismo: se neutralizan emisiones. Además se están salvando muchas especies que viven en los bosques, esa biodiversidad que se pierde y que genera una gran crisis global.
P: ¿Cuántas hectáreas calculan que llevan salvadas?
EE: Salvamos más de 130 mil hectáreas con donantes grandes, medianos y pequeños. Es muy fácil: entras a nuestro sitio, ves el bosque que está en peligro y el sistema te indica con cuadritos verdes, amarillos y rojos cuáles hectáreas están salvadas, cuáles se encuentran en proceso de salvarse y cuáles están en riesgo. Si querés participar, podés empezar desde los 10 metros cuadrados.