Productores obligados a actuar con velocidad y a pensar en el mediano plazo

Las lluvias del fin de semana pasado y las pronosticadas para los próximos días dan cuenta que la fase neutra de la Niña, como señalan los especialistas en clima, están comenzando a dejar atrás la prolongada sequía.

Pero los efectos nocivos sobre la producción de trigo, maíz, soja, pasturas, frutas y verduras, en términos económicos, van a persistir durante un tiempo prolongado.

El Gobierno prometió que esta semana anunciará medidas para mitigar el fenómeno climático. Así se los hizo saber el ministro de Economía, Sergio Massa, a los dirigentes de la Mesa de Enlace con los que se reunió en el INTA Castelar. En rigor, los ruralistas ya venían advirtiendo sobre los problemas cuando a principios de diciembre pasado le pidieron a Massa una reunión cara a cara y el funcionario los derivó con el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo. Hubo que esperar dos semanas para que el responsable de Agricultura se reuniera con los dirigentes, quienes le llevaron una serie de puntos para instrumentar como postergaciones de pagos de impuestos, ayuda crediticia y reducción de la presión tributaria.

Esos ítems fueron los mismos que propusieron casi un mes después en la reunión con Massa. En definitiva, se perdieron varias semanas de discusión y análisis de propuestas para algo que ya se conocía desde hacía meses atrás: la sequía no solo estaba golpeando a los granos finos, también iba a afectar a la siembra de maíz y soja y a golpear seriamente a la ganadería de carne y leche. Una cuestión que debería ser de resolución permanente se dilata y se posterga cuidando los gestos políticos o las interpretaciones fuera de eje.

La dirigencia rural y las entidades del comercio de granos hace tiempo que vienen avisando que el campo no será la estrella de la economía en 2023 como lo fue en 2022. Deberán ser otros los sectores de la economía que aporten a la estabilidad y al ingreso de dólares por exportaciones.

Sin embargo, aunque parezca temprano decirlo, ya muchos están mirando más allá de esta campaña y prevén que el ciclo de lluvias se recupere. De confirmarse esto, lo que se requiere ahora es un puente para llegar a la próxima orilla, tanto financieramente como impositivamente. Quienes aprovecharon las escasas lluvias para sembrar cultivos segunda pueden tener un escenario mejor en caso de que no padezcan heladas tardías u otros inconvenientes climáticos. Todavía faltan semanas clave para conocer la evolución de los cultivos.

Si los pronósticos de mediano plazo aciertan respecto de la regularización de las lluvias, está claro que la próxima campaña agrícola se desenvolverá en otro contexto, incluso político, ya que lo que se sembrará mientras dure el mandato del actual gobierno se cosechará en una próxima administración. En ese caso, la dirigencia rural tiene la oportunidad de insistir frente a los candidatos que se presenten en los comicios presidenciales en los puntos básicos que afectan el potencial de crecimiento de la actividad. El primero que debería aparecer en esa lista es el de los derechos de exportación, mal llamados retenciones.

La Sociedad Rural Argentina (SRA) realizó un ejercicio interesante, casi de picardía, en la reunión con Massa, cuando difundió un trabajo en el que propone reducir en un 52% los DEX a los granos, carne, lácteos y economías regionales por el equivalente a lo que el Estado resignó para poner en marcha el dólar soja I y II. Serían unos US$4400 millones. En otras palabras, si el Gobierno era capaz de poner en marcha un artilugio complicado porque necesitaba hacerse de dólares y resignar un monto importante de dinero, ¿por qué no hacerlo para mejorar los ingresos de la producción? En ese caso, habría un incentivo concreto para invertir y producir más, lo que, a su vez, generaría actividad económica y aumento de ingresos para el fisco por impuestos no distorsivos como las retenciones.

Ese también puede ser un mensaje a los candidatos que seguramente reclamarán prudencia, que las cuentas fiscales no están para hacer concesiones y que eso puede esperar. Para el oficialismo se sabe que las retenciones son vacas sagradas, pero en la oposición hay economistas y referentes políticos que no son tan distintos, que dicen que está bien cobrarlas. Olvidan que se trata de una afectación directa al derecho de propiedad. La habilidad que tenga la dirigencia rural para poner el tema sobre la mesa será crucial para que no se vuelva a tomar al campo como un mero proveedor de recursos, sino como un verdadero motor del desarrollo del interior.

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