Un estudio de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, desglosa la influencia de la cotización internacional de los granos (soja, maíz y trigo) en la composición del valor en las góndolas locales.
El repentino cierre de las exportaciones de maíz a fines del año pasado y la marcha atrás de la medida por parte del Gobierno Nacional puso de manifiesto las intenciones políticas por controlar el precio de los alimentos.
Según el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC correspondiente a diciembre pasado el rubro “alimentos y bebidas no alcohólicas” registró un alza del 4,4% (0,4% por encima de la media nacional), y acumuló en los 12 meses de 2020 un aumento del 42,1% (6% por encima de la media), siendo la tercera categoría que más inflación evidenció en el año.
Con este panorama en la agenda pública, sumando la suba general de los commodities agrícolas tanto en el mercado internacional de Chicago como en el plano local, una palabra se puso de moda: desacople.
En este contexto, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires realizó un completo informe para saber cuál es la incidencia del maíz y trigo, que además de cotizar como commodities agrícolas, son el insumo primario de muchos alimentos.
Para el caso del maíz, de los productos seleccionados en el informe, este representa el 12% del precio final. “En particular, el maíz representa el 21% del precio del pollo entero de precios cuidados, 13% de los huevos, 12% del pollo trozado, 10% del pechito de cerdo, 8% de la leche y 7% del asado”, detalla la Bolsa.
En relación al trigo, sólo representa el 13% del precio del pan.
En el conjunto de los alimentos estudiados por la Bolsa, “más del 80% del precio al consumidor no depende del precio doméstico de los granos, sino que responde a otros costos, tales como salarios, energía, alquileres, utilidades, impuestos, fletes y otros costos de distribución“.
Estableciendo una situación hipotética e improbable, si mañana el maíz y el trigo se regalan a las industrias, el pollo entero de precios cuidados se podría abaratar 21%, los huevos 13%, pollo trozado 12%, pechito de cerdo 10%, el litro de leche 8%, asado 7%, y el pan 13% más barato. Valores porcentuales que demuestran que ni en el caso más inverosímil los alimentos bajarían de precio lo suficiente para que se ajusten a los sueldos promedios de la Argentina.