Sergio Massa se ha convertido en un “súper ministro”, a su cargo estará la cartera de economía, agricultura, ganadería y pesca y desarrollo productivo. En este marco el gobierno, sediento de dólares, ha planteado a los productores un esquema de liquidación de soja que entusiasma poco.
POR JOSÉ LUIS AMADO -PERIODISTA AGROPECUARIO- PARA DIARIO LA VERDAD
La llegada de Sergio Massa al ministerio de economía, agricultura y producción supone la finalización formal de lo poco que quedaba del gobierno de Alberto Fernández. El presidente no logró terminar, en los hechos prácticos, tres años de mandato: el propio peronismo (Alberto es su presidente), lo convirtió en un holograma.
Dicen que la primera condición que puso Massa fue el desembarco de su gente en varias áreas del gobierno. Consiguió algunas, no todas. Lo que sí consiguió es la unificación de los ministerios de economía, agricultura y producción. En este contexto, la vicepresidente ha aceptado la avalancha de los acontecimientos porque estos se manifestaron poco menos que indetenibles. Pero no ha tirado la toalla ni mucho menos. Es más, nadie sabe qué hará si Massa la enfrenta con el tipo de programa que realmente habría que implementar en la Argentina.
Supongamos que el nuevo ministro le diga: “debemos iniciar un camino que revierta el que se ha venido siguiendo hasta aquí en materia de gasto como porcentaje del PIB… Debemos empezar a recorrer un sendero que lleve el porcentaje actual de gasto público sobre el producto (45%) a niveles del 20% (que era la ecuación vigente cuando los Kirchner llegaron al poder).
Otro dato no menor, Massa tiene buena llegada a los sectores agroexportadores y al Consejo Agroindustrial Argentino, ¿propondrá Sergio, políticas largamente demandadas como la ley de semillas, el seguro multirriesgo, reducción de derechos de exportaciones y un largo etcétera del que él se ha ufanado?
¿Qué ocurriría en ese caso? ¿Avalaría Cristina una política económica como esa? ¿Y qué hará Massa? ¿Las propondrá?
Si no las propone su gestión será otro parche para intentar llegar a 2023 simulando un escenario de mejora que les permita competir, pero la Argentina no iniciará un proceso de recuperación verdadero. Continuará con sus barquinazos y profundizando la pobreza.
Si Massa lo propone y la vicepresidente lo veta, naturalmente estaremos ante una quiebra definitiva de la coalición de gobierno con consecuencias inimaginables en el terreno político.
Por el lado del ex ministro Julián Domínguez, se dice que nadie salió a defenderlo, razón por la cual el hombre de Chacabuco presentó su renuncia de forma “indeclinable” al cargo.
Finalmente destacar que de acuerdo a lo que pasó el viernes, las primeras reacciones de los mercados -si las medimos por el particularísimo termómetro del dólar libre- parecen querer darle una oportunidad al hombre de Tigre. Por lo pronto habrá que esperar aún un poco para conocer quienes acompañaran a Massa en este nuevo “Súper ministerio”, y más particularmente quien será su secretario de agricultura.
La propuesta a los sojeros
La propuesta del gobierno para que los productores sojeros se desprendan de su soja es complicada de explicar y cuando algo es difícil de explicar se hace difícil de aceptar. Dicho esto, lo primero que hay que señalar es que la propuesta no parece muy atractiva para el productor.
En cuanto a los beneficios concretos, distintos analistas de mercados, han estimado que los productores ganarían un 12% adicional, a lo que hay que restarle los costos de comisiones e impuesto a los débitos y créditos bancarios.
Da la idea que esta medida del gobierno no se hizo pensando en los pequeños y medianos productores, sino en los grandes sojeros y más aún en los exportadores, a quienes ese 12% sí les hace la diferencia.
En cuanto a cómo debería haber sido una medida de este tipo; bueno el gobierno ya lo sabe porque se le han acercado muchas de este tipo de propuestas. Una podría haber sido realizar una fórmula más simple, y sin tantas complejidades. Por ejemplo, bajar la retención a la soja del 33% al 30% o al 28%. Una medida así hubiera sido más entendible y atractiva. Es evidente que las fronteras ideológicas complican lo sencillo.