Es lo que se denomina un logro público/privado. Se trata del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y el semillero Grupo Don Mario (GDM) de Chacabuco.
En el marco de un proyecto conjunto con la empresa GDM, expertos del Conicet lograron desarrollar una línea de soja que produce un 60% de sus vainas con cuatro semillas en lugar de tres.
El proceso de mejoramiento estuvo a cargo de especialistas del Laboratorio de Ecofisiología Vegetal del Instituto de Investigaciones en Ciencias Agrarias de Rosario (IICAR), liderados por la investigadora Julieta Bianchi. Del convenio de investigación y desarrollo también participó la Universidad Nacional de Rosario.
Según explicó Bianchi, las variedades comerciales actuales de soja, en las que predominan las vainas de tres semillas, producen menos de un 7% de vainas con cuatro granos. Al estar asociada directamente con el número de granos totales que va a obtener el productor al momento de la cosecha, esa característica tiene un claro impacto en el rendimiento del cultivo.
El laboratorio de ecofisiología vegetal rosarino ya cuenta con una línea de soja de alto porcentaje de vainas de cuatro semillas inscripta en el Registro Nacional de la Propiedad de Cultivares del Instituto Nacional de Semillas (Inase) con el nombre de “Tango 4S”: el siguiente paso será llevarla a distintas zonas del país y comprobar si la tecnología funciona realizando las pruebas a campo.
“Si bien nosotros tenemos muchas fortalezas en cuanto a la investigación y a cómo desarrollar ideas y llevarlas adelante, muchas veces trasladarlo al sistema productivo es más difícil, entonces contar con la colaboración de empresas es importante”, destacó Bianchi. GDM tiene a Don Mario Semillas como su marca insignia en soja. En este tipo de proyecto tecnológico del Conicet, siempre debe presentarse una empresa adoptante de la tecnología que se quiere desarrollar.
La investigadora también destacó la idea original del ingeniero agrónomo Eligio Morandi (falleció en febrero de 2023), que dirigió al grupo de trabajo del Laboratorio de Ecofisiología Vegetal del IICAR por más de 40 años, “siempre con el propósito de hacer investigación vinculada al sistema productivo”.
Bianchi añadió: “Cuando con Eligio presentamos lo que en realidad era una idea, todavía había que poner en marcha el tren y sólo teníamos el material vegetal, que, si bien era lo más importante, aún no conocíamos la genética de la característica que iba a ser objeto del acuerdo”.
Con la investigación en marcha, el equipo se planteó cuestiones vinculadas a la estabilidad y heredabilidad de la característica deseada. En ese sentido, se preguntaron en qué medida las variaciones obtenidas en el porcentaje de vainas con cuatros semillas se debían a la genética y cuánto influía el ambiente.
“En general, cuando se trabaja con caracteres de rendimiento se debe considerar que están muy influenciados por el ambiente. Esto significa que en un año puede expresarse normalmente, pero en otro (por ejemplo, de sequía) no. También influye si hay una deficiencia de nutrientes en el suelo. Sin embargo, la característica estudiada mostró un alto grado de heredabilidad, es decir, de determinación genética, por lo cual se presentaba siempre. Los estudios en macetas, invernadero y a campo así lo demostraron”, concluyó Bianchi.