Comenzó fuerte la cosecha de granos gruesos, pero en este marco de grandes expectativas por los rindes aparecen nubarrones: la rentabilidad de la soja y el maíz y el spiroplasma por culpa de la chicharrita.
POR JOSÉ LUIS AMADO -PERIODISTA AGROPECUARIO- EXCLUSIVO PARA GRUPO LA VERDAD
Primero destacar los buenos rindes que se están dando en la zona tanto con la soja de primera como con el maíz temprano. Respecto a este último hay lotes que han dado hasta 130 quintales por hectárea y más. Pero al margen de esta buena noticia, hay que destacar la incertidumbre existente por la aparición de la chicharrita en lotes sembrados con maíz tardío.
Al margen de lo angustiante que resulta para un productor ver su sembradío atacado por la enfermedad y las consecuencias económicas que esto le va a traer aparejado, hay mucha incertidumbre por el impacto económico para toda la economía del país. En este marco, y por culpa de la enfermedad que traería menos cosecha, aparece la posibilidad de frenar la venta de maíz por parte de los productores.
Sobre este tema quien elevó su voz de alerta fue Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, quien hace unos días dijo que “A nivel local el tema que genera mayor temor es la chicharrita. Su presencia es extendida y, por el momento en el que llega, afectaría a maíz tardío. Si bien la plaga estaba presente en el norte desde hace años, y allí con prácticas agronómicas preventivas y selección de materiales para la siembra lograron minimizar el impacto. Esta es la primera vez que aparece en el centro y sur del país. La pregunta del millón es cuánto maíz se perderá. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires ya bajó de 54 a 52 millones de toneladas su proyección, y notaron que la afectación podría ser mayor”, resaltó Romano.
“Normalmente, a esta altura del año -donde vienen todos los vencimientos de compromisos financieros del productor-, si los precios no conforman, se vende maíz y se guarda soja. El problema es que con un tardío afectado por spiroplasma, la pregunta es si no conviene esperar a ver qué pasa más adelante”, agregó.
La rentabilidad
Otro tema no menor es el que tiene que ver con la brutal caída de la rentabilidad agrícola. Es que los precios internacionales a la baja en plena cosecha local y los insumos caros en dólares son obstáculos insalvables para el agro en esta campaña.
De acuerdo a un informe elaborado por la Sociedad Rural Argentina (SRA), en el lapso de tiempo comprendido entre la siembra gruesa de la campaña 2023/24 hasta la actualidad, se registró un fuerte deterioro en los resultados económicos de soja y maíz.
Este escenario desfavorable se debe principalmente a la caída en los precios internacionales. En el caso de la soja, está un 16% por debajo de los promedios de los últimos 23 años, mientras que el maíz vale un 26% menos tomando el mismo período.
“Esta situación llevará al productor a seguir descapitalizándose. La actual campaña sigue a la sequía más prolongada y severa de los últimos años, lo que incrementa los riesgos de base para el capital invertido durante esta temporada”, advirtió la entidad porteña.
Los números de la soja y el maíz
En el caso de la soja y tomando como base un rinde estandarizado de 42 qq/ha en el norte bonaerense, el margen bruto actual es de U$S 372.
Este valor es un 55% menor en comparación con febrero del año pasado y de acuerdo al nivel de rindes, el rojo oscila entre los U$S 30 y U$S 108 por hectárea.
Por el lado del maíz, el escenario es similar. Con una base de 110 qq/ha en la misma región, el margen bruto es de U$S 372 por hectárea, un 72% en relación al año anterior. En este caso, las pérdidas se ubicarían entre U$S 144 y U$S 44.
Fertilizantes y semillas
En el caso de los fertilizantes, el informe de la SRA remarcó la distorsión de precios que se registra entre las cotizaciones internacionales y los valores que se pagan en Argentina. Un caso por demás llamativo es la urea, que en febrero tuvo un precio FOB global de U$S 351, mientras que en nuestro país su valor fue de U$S 760, una breca del 117%.
Un caso parecido quedó en evidencia con el fosfato diamónico (DAP), que en febrero se pagaba U$S 960 a nivel local, mientras que en el mercado global cotizaba a unos U$S 585.
En el caso de las semillas, los precios también aumentaron. En maíz, el costo por hectárea de este insumo asciende a U$S 171, un 12% más en la comparativa interanual. En trigo, el gasto llega a U$S 90, un 17% superior en relación a 2023, mientras que en soja y girasol las subas fueron de menor magnitud.
De todas formas hay algo muy bueno: Hay cosecha.