La Historia de John Deere (Capítulo 2)

Después de la Guerra de 1812, los denominados “pioneros” comenzaron a mudarse hacia el oeste a medida que se fundaron nuevos estados (Louisianna, Indiana, Mississippi, Illinois y otros).

POR: José Luis Amado -Periodista Agropecuario e Investigador-

En las décadas de 1830 y 40, la avalancha de personas que se dirigían al oeste creció exponencialmente, lo que provocó que la población de estos estados aumentara a medida que la gente viajaba más hacia el oeste a través del río Mississippi.

En 1836, John Deere fue uno de esos pioneros que se dirigían hacia el oeste desde Vermont hasta Grand Detour, Illinois. La primavera siguiente, su esposa Demarius y sus cinco hijos también viajaron al oeste para unirse a John. John viajó primero al oeste para ver el área y construir una herrería para comenzar a ganarse la vida.

John viajó con unos pocos elementos en un paquete. Dejó Hancock, Vermont y viajó hacia el sur hasta el Canal Erie. Su boleto de barco por el canal lo llevó a Buffalo, Nueva York, para luego navegar los Grandes Lagos. Después de llegar a Chicago, suponemos que debe haber atravesado la pradera en carro, alcanzó su primer destino: Grand Detour, Illinois.

John Deere, que ya era un herrero de renombre en Vermont, tendría que empezar de nuevo en su nuevo hogar de Illinois. Esperando la oportunidad que llega con el trabajo y el esfuerzo, comenzó a viajar hacia el oeste, sobre tierras que pronto él mismo cambiaría para siempre.

Después de visitar varias ciudades para reinstalar su empresa, John Deere elige la ciudad de Moline. La «Ciudad de los Molinos», como se la llamó. Esta ciudad se encuentra a orillas del río Mississippi, al otro lado de Davenport, Iowa.

Por aquellos años, Moline estaba compuesta por una población de unos pocos cientos de personas. Cabe destacar que, en ese momento, Estados Unidos estaba formado por 30 estados.


Grabado de un granjero estadounidense arando su campo. Autor: Currier & Ives en 1853.

Hacia el oeste
A esta altura de la historia no viene mal contextualizar qué estaba ocurriendo por aquellos años en Norteamérica.

Hay que decir que el corrimiento de las fronteras influyó mucho en la vida de los estadounidenses. Las condiciones imperantes en todo el litoral del Atlántico alentaban la migración a nuevas regiones. En Nueva Inglaterra (zona ubicada al noreste del país), donde el suelo no producía altos rendimientos de granos, había surgido una corriente incesante de hombres y mujeres que dejaban sus granjas y aldeas en la costa para aprovechar las ricas tierras del interior americano. La población de los asentamientos establecidos en los campos de las Carolinas y Virginia, aislada por falta de caminos y canales de acceso a los mercados de la costa y resentida por el dominio político de los grandes hacendados, emigró también al oeste. En 1800 los valles fluviales de Mississippi y Ohio ya se estaban convirtiendo en una gran región fronteriza.

El flujo de población hacia el oeste a principios del siglo XIX condujo a la división de los viejos territorios y a la definición de nuevas fronteras. A medida que eran admitidos nuevos estados, el mapa político se estabilizaba al este del río Mississippi. Entre 1816 y 1821 se formaron seis estados: Indiana, Illinois y Maine (estados libres) y Mississippi, Alabama y Missouri (estados esclavistas).

A medida que más colonizadores se adentraron en las tierras vírgenes, muchos se hicieron granjeros y cazadores. La precaria cabaña fue sustituida por una cómoda casa de madera con ventanas de vidrio, chimenea y habitaciones divididas, y el pozo de agua sustituyó al manantial. Esos iniciales colonizadores ampliaban la frontera agrícola, cultivaban sus propios cereales, legumbres y frutas; exploraban los bosques en busca
de venados, pavos silvestres y buscaban miel; pescaban en los arroyos y criaban vacas y cerdos.

También los especuladores de tierras compraban grandes extensiones a bajo precio y, cuando el valor subía, vendían la propiedad y se marchaban más al oeste, abriendo así el camino para otros.

Médicos, abogados, comerciantes, predicadores y mecánicos siguieron pronto los pasos de los granjeros. No obstante, éstos eran la base más firme, pues trataban de permanecer en el lugar donde se establecían y aspiraban a que, después de ellos, sus hijos también vivieran ahí.

Poco después, construyeron enormes graneros y casas de ladrillo o madera. Trajeron ganado mejorado, labraron la tierra con habilidad y sembraron las primeras semillas productivas. Algunos erigieron molinos de harina, aserraderos y destilerías; construyeron caminos, iglesias y escuelas; en unos cuantos años lograron transformaciones increíbles. Chicago, Illinois, por ejemplo, no era en 1830 más que una aldea poco prometedora de comerciantes que tenía un fortín; sin embargo, mucho antes de la muerte de sus colonizadores originales ya se había convertido en una de las ciudades más grandes y ricas de la nación.

Entonces era fácil adquirir una granja; desde 1820, las tierras del gobierno se podían comprar a $1,25 la media hectárea y a partir de la Ley de Protección a las Tierras de Colonización de 1862, éstas podían ser reclamadas por cualquiera que se instalara en ellas y las mejorara.

Según el comentario del periodista John Soule de Indiana, en esa época los jóvenes podían «marcharse al oeste y crecer con el país».

Salvo por la migración al territorio de Texas, que pertenecía a México, el avance de la frontera agrícola hacia el oeste esperó hasta después de 1840 para pasar de Missouri e incursionar en el vasto territorio occidental adquirido con la compra de Louisiana.
En general, el crecimiento de la nación fue enorme: entre 1812 y 1852, la población aumentó de 7,2 millones a más de 23 millones y la tierra disponible para los colonos creció en una superficie casi igual a la de Europa occidental, es decir, de 4,4 millones a 7,8 millones de kilómetros cuadrados.

El Oeste
La colonización del Oeste fue un fenómeno sin precedentes que se desarrolló a un ritmo imparable, superando muchas veces las capacidades de control del gobierno desde el plano humano-colonizador (no desde el politicolegal, puesto que el estado federal se forjó, en buena medida, en el Oeste). Se había generado el mito de ir al Oeste para hacer fortuna, un mundo nuevo lleno de posibilidades. Es el American Dream (sueño americano), el suelo de nuevas tierras vírgenes y libres.

La frontera, tal y como hemos visto, rápidamente era traspasada por los colonos antes incluso de ser conquistada. Las condiciones que presentaban estos viajes eran difíciles, especialmente para los primeros agricultores, puesto que no sabían con qué se iban a encontrar. La epopeya de estos pioneros hacia el Oeste ha sido frecuentemente tratada en la industria cinematográfica en las películas de cowboy.

Las ciudades de Independence (Missouri) y St. Louis (Illinois) eran el punto de partida de colonos de múltiples procedencias en su camino al Oeste. A partir de allí las principales vías de colonización se articulaban en torno a dos ejes paralelos, norte y sur:
– las que atravesaban las Grandes Praderas, las Montañas Rocosas y llegaban a Oregon en busca de tierras,
– las que atravesaban Kansas, Colorado y Nuevo México (Camino de Santa Fe), para llegar a California. Los motivos podían ser también el intento de encontrar tierras para asentarse, aunque también estaba la atracción derivada de la Fiebre del Oro.


Grabado de Moline, conocida también como la Ciudad de los Molinos, durante el tiempo en que John Deere trasladó sus herrería a esa ciudad.

La ocupación de las nuevas tierras, en principio, no era un fenómeno problemático dada la abundancia de éstas, pero con el tiempo se convirtió en una auténtica carrera por ocuparlas. El gobierno concedía tierras a los colonos a bajos o nulos precios, incluso antes de ser conquistadas o agromesuraradas. Esto generaba conflictos entre los colonos y los nativos indios o mexicanos, pero también entre los propios colonos. Por esto se promulgaron una serie de medidas liberalizadoras como la Ley de Prioridad (1841), que establecía prioridad para convertirse en propietarios legítimos a aquellos colonos que ya estuvieran instalados, a pesar de hacerlo sin permiso público.

En 1862 se redactó la Ley de Excepción que otorgaba concesiones de 65 hectáreas de tierra si se comprometían a vivir en ellas durante al menos 5 años, las tierras, a pesar de ser un bien muy abundante, podían revalorizarse si cerca de ellas pasaba el ferrocarril o si se localizaban minas de oro.

Agricultores y ganaderos
La amplia disponibilidad de tierras en los nuevos territorios permitía que la agricultura del cereal y la ganadería fueran los dos pilares de la economía de la llanura, dependiendo de si la calidad de la tierra era mejor para el cultivo o para el pastoreo.

Sin embargo, aún no se habían resuelto los conflictos básicos arraigados en las diferencias sectoriales que estallarían en una guerra civil en la década de 1860. También fue inevitable que la expansión al oeste provocara un conflicto entre los colonizadores y los habitantes originales de la tierra: los norteamericanos nativos.

Finalmente, indicar que las bases para la trasformación de los Estados Unidos en el mayor productor agrícola mundial estaban echadas, y en este marco se desarrollaron las más grandes marcas de la maquinaria agrícola mundial.

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John Deere

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