Según un nuevo informe de la bolsa de Comercio de Rosario, el complejo oleaginoso muestra una pérdida de ingresos por US$ 575 M (millones de dólares), debido a la consecuente y persistente caída en la calidad proteica de la harina de soja. Estos menores ingresos por la baja de proteína terminan siendo afrontados por todos los integrantes de la cadena: fábricas aceiteras, productores agropecuarios, corredores, acopiadores y otros agentes de la comercialización local.
De la pérdida total estimada por la BCR, 551 millones de dólares corresponden a menores ingresos por la pérdida de volumen de harina de soja y 23,9 millones de dólares a mayores costos energéticos. En 2020, y de acuerdo a estimaciones privadas, el negocio de este subproducto generó una facturación de USD10.140 millones, con un volumen comercializado de 26 millones de toneladas. Para el presente año, y tomando como base un precio FOB de 384 dólares la tonelada, se espera que la harina facture 10.560 millones de dólares. De cumplirse el pronóstico de la bolsa rosarina, esta cifra bajará a 9.985 millones de dólares.
En la previa a las elecciones PASO de septiembre, empieza a consolidarse la caída en el volumen de ventas de soja por parte de los productores. Según calcularon desde el sector privado, la industria pasó de comprar 700.000 toneladas de poroto en mayo a 340.000 en julio, una caída de casi 50%. Por su parte, las ventas de maíz con destino de grano comercial se mantienen firmes, al igual que la molienda de granos, sobre todo en el caso del girasol.
En paralelo a esta situación, el polo sojero con base en el puerto de Rosario enfrenta el problema de la bajante del Paraná, que genera fuertes sobrecostos al momento de completar la carga en los puertos bonaerenses de Quequén y Bahía Blanca. Hasta el momento, el sector calculó que esta situación representó un adicional de 400 millones de dólares.
La entidad bursátil advirtió que en las últimas campañas se ha registrado una merma en la calidad industrial del poroto, situación que obliga a la industria sojera a realizar grandes esfuerzos para cumplir con los estándares de comercialización internacional, que oscilan entre 47 y 48% de proteína para la harina de soja.
A partir de esta situación, las plantas industriales deben ajustar al máximo su operatividad, para evitar el incumplimiento en los requisitos a la hora de exportar este subproducto. Los porotos de soja, como así también las harinas, se comercializan tomando como referencia parámetros de calidad base, con tolerancias de máximo y mínimo, que varían de acuerdo al rubro. Ante este escenario, otro dato a tener en cuenta es que se mantendrán firmes las importaciones de soja desde Paraguay, mercadería que cuenta con un elevado nivel de proteína, ideal para la industrialización.
Para elevar el tenor proteico de este subproducto, es necesario un proceso adicional de secado del poroto. El costo adicional de esta operación es de 0,71 dólares por tonelada de soja, de las cuales 0,43 dólares corresponden a gas y los 0,29 dólares restantes a energía eléctrica. De los 41,5 millones de toneladas que la BCR calculó que se destinarán a la industria, cerca de 38,5 millones de toneladas se emplearán para obtener harina, que incluyen al grano importado desde Paraguay.