En medio de una profunda crisis alimentaria y de desabastecimiento en el país, el régimen cubano abrió la puerta a los cultivos transgénicos como “complemento a la agricultura convencional”. Según un reporte televisivo de la prensa estatal, “para el próximo año se prevé sembrar en la isla, 8 mil hectáreas de maíz híbrido transgénico”.
Hasta el momento, “durante la Campaña de Primavera se han sembraron poco más de 500 hectáreas en las provincias de Matanzas, Sancti Espíritus y Ciego de Ávila”, se asegura en el reportaje trasmitido por el Noticiero Nacional de la Televisión Cubana.
De acuerdo a la información emitida, “campesinos de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Juan Darías, de la zona de Jarahueca en el municipio esprituano de Yaguajay, se encuentran en plena cosecha de maíz”.
“Esta vez el rendimiento agrícola es mucho mayor, la razón es que aquí se sembró con semilla nacional, un maíz híbrido transgénico desarrollado durante quince años por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología”, subraya el reportero oficialista.
La jefa del proyecto, Pilar Téllez, justificó la medida y aseguró que “el potencial productivo de este maíz es muy superior al de las variedades tradicionales”.
“La tecnología de los híbridos aporta mayor productividad, y al tener además, incorporado los elementos transgénicos nos permite un manejo mucho más efectivo a la hora de hacer la producción en grandes extensiones. Por ejemplo, este maíz permite un control efectivo de la palomilla del maíz, que es uno de los problemas más graves que tiene la agricultura en nuestro país; y el manejo de la hierba, porque es resistente a un tipo de herbicida”, aseguró la funcionaria a la televisión estatal.
Según la información, este maíz hibrido que siembran en Sancti Spíritus, “se había obtenido de forma experimental y ahora es cultivado por productores en grandes extensiones para destinarlo a la elaboración de piensos” para alimentar animales.
Aldo Fortaín, Presidente de la CCS Juan Darías, refirió: “nosotros estamos acostumbrados, como máximo, a cosechar 1,5 toneladas y este maíz puede superar las 5 toneladas por hectárea”. “La mazorca de un diámetro tremendo, grande, buen grano, de hasta 20 hileras”, agregó el campesino Yoandry Rodríguez.
Por su parte, Téllez señaló que “cada campo cuenta con una Licencia de Seguridad Biológica, emitida por la oficina de regulación ambiental del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
“El maíz cumple con las regulaciones legales para los alimentos transgénicos. Debíamos demostrar la inocuidad alimentaria de este maíz, tenemos el registro alimentario, se hicieron pruebas toxicológicas, incluso en la parte ambiental, pruebas del Centro Nacional de Toxicología, que demostraron la inocuidad de los eventos transgénicos que manejan este híbrido”, precisó la funcionaria.
“Cuba busca emplear esa tecnología con fines de desarrollo sostenible y no con las prácticas que en otros contextos han tenido un impacto ambiental”, justificó el vicetitular del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), Armando Rodríguez.
El decreto ley de la Comisión Nacional para el Uso de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) en la Agricultura Cubana, publicado recientemente en la Gaceta Oficial de la isla, regula la “inclusión controlada” y la investigación, desarrollo, producción, uso, importación y exportación de los OGM.
Esta disposición se asegurará de que la aplicación de esta tecnología “tenga una adecuada evaluación de riesgo, siguiendo los principios de precaución, transparencia en el manejo, la comunicación de la información y la responsabilidad ético-científica”, subrayó a la web Cubadebate el viceministro Rodríguez.
Cuba importa más del 80 % de los alimentos que consumen sus 11,2 millones de habitantes. La escasez crónica que sufre el país caribeño desde hace décadas se ha agravado ahora con la crisis sanitaria de la COVID-19, que ha vaciado los estantes de las tiendas estatales y complicado el abastecimiento de alimentos básicos.
El sistema estatal de acopio agrícola que obliga a los campesinos a vender la mayor parte de sus cosechas en exclusiva al Estado también se ha mostrado ineficiente para garantizar el abastecimiento y distribución de los alimentos.